lunes, mayo 31, 2004

Nace la Asamblea de la Comunidad Cultural

El viernes pasado quedó constituida, por más de 200 personas, artistas y creadores, la Asamblea de la Comunidad Cultural. La iniciativa surgió hace un par de meses, y por fin se ha cristalizado en una instancia que busca incidir en las decisiones del gobierno y hacer escuchar la voz de los artistas y creadores, miembros de la comunidad cultural del país.

Este es el mensaje con el que se lanzó la convocatoria:

Es evidente que en México, desde hace unos lustros, está en marcha un proyecto subordinado a los imperativos de la globalización y a los grandes intereses transnacionales, que busca socavar las bases culturales y la identidad del país. Desde el poder, día a día se impulsa una idea de nación reñida con el anhelo mayoritario de una sociedad plural, diversa, cada vez más justa y en constante enriquecimiento de la vida pública. En el ámbito del arte y la cultura, nuestros gobernantes han llegado a la conclusión de que conviene tratar a los creadores y a las diversas empresas culturales como meros productores de mercancías, a los que hay que cargar con impuestos e imponer condiciones que dificulten su desarrollo y la difusión de sus obras.

Merced a esta política equivocada, se han desalentado las iniciativas encaminadas a ensanchar el acceso de los mexicanos a los bienes culturales y, por el contrario, se han producido violentos embates contra los creadores y los recursos del arte y la cultura de la nación. Tales, la repetida pretensión de imponer el IVA a libros y revistas; el intento de liquidar instituciones como el Instituto Mexicano de Cinematografía, el Centro de Capacitación Cinematográfica y los Estudios Churubusco; las embestidas de la censura abierta o enmascarada, la cancelación de sitios para la difusión artística y el achicamiento del presupuesto destinado a la cultura (como ocurrió recientemente en la Secretaría de Cultura del DF). Del mismo modo, cada vez son más frecuentes los intentos de poner en manos privadas el patrimonio cultural de todos los mexicanos, pasando monumentos públicos al control de grupos particulares, y es una práctica común permitir el uso de los sitios y monumentos para propósitos comerciales o de asociaciones afines al gobierno.

¿Se trata de hacer del país un inmenso páramo despojado de su follaje simbólico, intelectual y creativo?

Llega la hora de que la sociedad toda, y particularmente el sector de los creadores y los trabajadores de la cultura, enfrenten esta ofensiva contra la diversidad, el pensamiento y el quehacer cultural. Desde luego, ha habido resistencia frente a la política señalada. Grupos de intelectuales y creadores de diversos campos se han organizado para oponerse a diversas medidas. Pero hasta ahora ha sido una lucha restringida y gremial, reactiva y temporal, que si bien ha logrado detener varios propósitos contra el desarrollo cultural, no ha respondido colectivamente a los males sistémicos y estructurales que enmarcan cada una de las acciones del gobierno.

Esa resistencia debe convertirse en una acción concertada permanente para impedir la repetición de los atentados contra las instituciones del arte y la cultura, detener todo intento de aplicar impuestos al libro, conjurar la disminución de las aportaciones de los gobiernos a la promoción y difusión de las actividades y los productos artísticos y culturales y frenar todo tipo de actos, grandes y pequeños, destinados a empobrecer la calidad de vida de los mexicanos

Por ello, y con el objeto de estimular la más amplia reflexión, discusión y debate públicos sobre los retos y perspectivas de la creación, la cultura y los derechos democráticos en México, hemos decidido iniciar la formación de una Asamblea de la Comunidad Cultural que, permanentemente en guardia, examine y discuta las acciones, los propósitos y los despropósitos de los poderes públicos; que proponga medidas para enriquecer la vida cultural del país; que promueva iniciativas y reformas de ley ante los órganos legislativos y de ser necesario organice la protesta de la comunidad cultural; por último, que sea capaz de impulsar y emprender ?al margen del patrocinio oficial? actividades artísticas y culturales.

Todo esto, en el entendido de que la Asamblea no pretende erigirse en aparato autoritario y burocrático, saturado de cargos y formulismos, sino existir como un organismo vivo y vivaz, plenamente autónomo, independiente de partidos y organizaciones políticas, cuyas acciones y principios sean reflejo de las acciones y principios de quienes comparten una ingente preocupación por la cultura, cimiento sustancial de nuestra identidad mexicana.

Convocamos, pues, a todos los creadores y trabajadores del arte y la cultura, así como a la población interesada, a participar en esta iniciativa. El próximo viernes 28 de mayo, a las 19 horas, nos reuniremos en la Librería El Sótano de Coyoacán, calle Allende # 38, Col. Del Carmen, Coyoacán (junto al Foro Cultural Coyoacanense), para dar el banderazo fundacional y anunciar las primeras acciones de la Asamblea.

Armando Bartra, Flavio Barbosa, Elvira Concheiro, Raúl Díaz, Héctor Díaz Polanco, José Antonio Elo, Marcial Fernández, Rodrigo García Anaya, David Huerta, Dagoberto Márquez, Carlos Montemayor, Leo Eduardo Mendoza, Héctor Ortega, Carlos Payán Velver, Santiago Rojas Valdivia, Consuelo Sánchez, Paco Ignacio Taibo II, Gerardo de la Torre, Gerardo Unzueta, Carlos Vadillo, Aída Valdepeña.

México, D.F, a 19 de mayo de 2004.


Quienes quieran recibir información acerca de las actividades de la Asamblea y participar en este esfuerzo, pueden inscribirse en esta lista de correo: http://mx.groups.yahoo.com/group/AsCultura

Estas son algunas notas que aparecieron en la prensa sobre la Asamblea:


Reunión fundacional de la Asamblea de la Comunidad Cultural, en Coyoacán

Llaman a superar la lucha ''restringida y gremial'' en defensa de la cultura

''Las acciones, propósitos y despropósitos'' del poder público se someterán a discusión

Pugnarán por emprender actividades artísticas al margen del patrocinio oficial

Por YANIRETH ISRADE (La Jornada, 28.5.04)


Iniciativa que propone la cohesión del gremio cultural en un órgano capaz de perdurar y trascender acciones de carácter inmediatista, y entre cuyas principales tareas destaca la de ''impedir la repetición de los atentados contra las instituciones" del sector, la Asamblea de la Comunidad Cultural (Ascultura) celebrará su reunión fundacional este viernes en la librería El Sótano de Coyoacán (Allende 38), a las 19 horas.

En un documento, los convocantes señalan que aunque grupos de intelectuales y creadores de diversos campos se han organizado para oponerse a los embates del aparato gubernamental, ésa ha sido hasta ahora ''una lucha restringida y gremial, reactiva y temporal, que si bien ha logrado detener varios propósitos contra el desarrollo cultural, no ha respondido colectivamente a los males sistémicos y estructurales que enmarcan cada una de las acciones del gobierno".

Esa resistencia -añade- debe convertirse en una acción concertada permanente. Para tal fin, la Ascultura mantendrá una alerta constante y someterá a examen, para su discusión, ''las acciones, los propósitos y los despropósitos de los poderes públicos" en el ámbito referido.

Otros de sus objetivos son pugnar por ''medidas para enriquecer la vida cultural del país; que promueva iniciativas y reformas de ley ante los órganos legislativos y de ser necesario organice la protesta de la comunidad cultural; por último, que sea capaz de impulsar y emprender -al margen del patrocinio oficial- actividades artísticas y culturales."

Hasta ahora, según cálculos del escritor Leo Eduardo Mendoza, se ha adherido casi un centenar de creadores, académicos, actores, pintores y trabajadores de la cultura.

Más allá del simple diagnóstico

El académico e investigador Héctor Díaz Polanco, uno de los convocantes, explica la gestación de esta iniciativa: ''Se llegó a la conclusión de que no bastaba con hacer un diagnóstico de la situación de crisis general en que se encuentran las políticas públicas orientadas a la cultura, sino había que dar un paso adelante y construir un mínimo de organización para hacer frente a estos problemas, proponer soluciones y anticiparse a las dificultades''.

-¿Qué tan complicada resulta la cohesión entre un gremio interdisciplinario como el cultural, que acostumbra organizarse a partir de coyunturas?

-Nada fácil, pero para evitar caer en la inmovilización debido a esto, se propuso organizarnos en asamblea: horizontal, sin dirigentes ni criterios jerárquicos de mando-obediencia, sino de vocación colectiva, que además evite las decisiones por mayoría y por votación. El propósito, entonces, es construir consensos en cada uno de los temas.

-En lo que atañe a directrices del Estado en la cultura, ¿cómo procederán?

-Son tres los ejes generales de la asamblea. Uno, efectuar un registro de los problemas. Dos, construir propuestas de alternativas y presentarlas a las instancias que correspondan, como son congresos locales y, sobre todo, al Congreso de la Unión, para impulsar los cambios y adecuaciones legales pertinentes.

''En tercer lugar nos interesa abrir espacios de interlocución y reflexión, porque tenemos la impresión de que uno de los elementos más negativos de los tiempos recientes ha consistido en que el propio régimen ha ido no sólo cerrando foros de debate, sino desalentando la participación pública de los creadores de la cultura en el país."

Además, se conformarán comités estatales y regionales para combatir las decisiones centralizadas desde la ciudad de México.

Falta de atención de gobierno y partidos

Leo Eduardo Mendoza afirma que hay más elementos de coincidencia que diferencias entre los miembros del sector; el principal punto en común es la concepción de la cultura como componente vital de toda sociedad, y no como algo accesorio, ''que da prestigio, pero es secundario".

Advierte además que el tema de la cultura permanece sin la debida atención no sólo del gobierno, sino también de casi todos los partidos políticos. De ahí que el carácter de la asamblea sea autónomo de cualquier instituto político.

Lo fundamental, expone Mendoza, es ''movilizarse, hacer algo", pues muchos han sido los embates, entre los que se recuerdan la pretensión de gravar con el impuesto al valor agregado (IVA) a libros y revistas; el intento de liquidar al Instituto Mexicano de Cinematografía, el Centro de Capacitación Cinematográfica y los Estudios Churubusco, así como la reducción de presupuestos.

Entre los miembros de la Asamblea de la Comunidad Cultural figuran Armando Bartra, Flavio Barbosa, Elvira Concheiro, Raúl Díaz, Héctor Díaz Polanco, José Antonio Elo, Marcial Fernández, Rodrigo García Anaya, David Huerta, Dagoberto Márquez, Leo Eduardo Mendoza, Héctor Ortega, Carlos Payán Velver, Santiago Rojas Valdivia, Consuelo Sánchez, Paco Ignacio Taibo II, Gerardo de la Torre, Gerardo Unzueta, Carlos Vadillo y Aída Valdepeña.

Con nutrida asistencia se instala la Asamblea de la Comunidad Cultural
por Arturo Jiménez (La Jornada, 30.5.04)


De manera impensada por los organizadores, más de 150 artistas e intelectuales asistieron a la reunión fundacional, pública y abierta de la Asamblea de la Comunidad Cultural (Ascultura), convocada como un organismo "horizontal" y apartidista que enfrente sistemática y propositivamente los embates gubernamentales contra la cultura.

Pese a una evidente falta de experiencia en el manejo de reuniones colectivas y a un patio de la librería El Sótano de Coyoacán lleno de incomodidades y de gente, la nueva organización pudo llegar a su primer consenso: la lectura pública del Canto general, de Pablo Neruda, quizá en el Zócalo capitalino y quizá el domingo 13 de junio.

La mesa estuvo presidida por el poeta David Huerta, los escritores Gerardo de la Torre, José Antonio Elo y Gerardo Unzueta, y el especialista en artes escénicas Raúl Díaz. En primera fila, entre los que alcanzaron silla, estaba el actor Carlos Bracho.

Por ahí andaban también el poeta Ricardo Yáñez, el poeta y editor Eduardo Mosches, el narrador Alberto Chimal y el guionista de cine Javier Robles (Rojo amanecer, Los motivos de Luz), entre otros.

Brillaron por su ausencia muchas de las muy conocidas figuras del medio cultural caracterizadas por sus planteamientos críticos. Incluso varios de los convocantes no estuvieron en esa primera reunión, como los escritores Leo Eduardo Mendoza o Paco Ignacio Taibo II, de quien se supo estaba fuera del país.

En contraparte, brillaron por su presencia escritores, actores, cuentacuentos, bailarines, artistas plásticos, rescatadores de tradiciones indígenas, promotores culturales, editores independientes de libros y revistas, y trabajadores de la cultura y de los medios de comunicación. Incluso un pintor y promotor cultural se dejó venir desde Ciudad Juárez.

Al final, en las listas que circularon durante la reunión para sumarse e integrarse a Ascultura, se contaron más de cien nombres. Y si se considera que antes de la reunión los organizadores ya hablaban de otro centenar, puede hablarse entonces de un amplio poder de convocatoria.

Embates a la cultura

La reunión comenzó con la lectura del texto convocante, el cual circuló los días previos por Internet y de manera parcial en cartas y notas periodísticas (La Jornada, 28 mayo, 2004).

"Es evidente que en México, desde hace unos lustros, está en marcha un proyecto subordinado a los imperativos de la globalización y a los grandes intereses transnacionales, que busca socavar las bases culturales y la identidad del país", consigna el texto.

"Se han desalentado las iniciativas encaminadas a ensanchar el acceso de los mexicanos a los bienes culturales y, por el contrario, se han producido violentos embates contra los creadores y los recursos del arte y la cultura de la nación."

Y menciona como ejemplos la repetida pretensión de imponer el IVA a libros y revistas, el intento de liquidar instituciones como el Instituto Mexicano de Cinematografía, el Centro de Capacitación Cinematográfica y los Estudios Churubusco.

También enlista la censura "abierta o enmascarada", la cancelación de sitios para la difusión artística y la disminución del presupuesto destinado a la cultura, "como ocurrió recientemente en la Secretaría de Cultura del DF". Además, los intentos de privatizar el patrimonio cultural de México.

Participación plural

Luego comenzaron las intervenciones de los convocados. Una integrante de la Asociación de Creadores de Arte planteó el caso del intento de la delegación Benito Juárez de cerrar el Centro Cultural la Pirámide.

El director de la revista Crónicas y Leyendas de la Ciudad de México, Jermán Argueta, llamó a hacer de Ascultura una fiesta y recordó que este domingo se realizará una manifestación artística en la explanada del Palacio de Bellas Artes en apoyo a los trabajadores del programa Alas y Raíces a los Niños.

El artista plástico y promotor cultural Benjamín Romero habló del proyecto de impulsar la secretaría de cultura federal y criticó la labor de la del Distrito Federal por concebir a la cultura sólo como la organización de espectáculos.

Ricardo Bautista, promotor cultural y asesor del diputado federal perredista Inti Muñoz, leyó un texto a nombre de ambos y de otros promotores y propuso la realización de una jornada en protesta al "pensamiento vacuo" de los actuales gobernantes sobre la cultura. Y dijo:

"El presupuesto destinado a la cultura ha disminuido constantemente desde que el antiintelectualismo azul, de derechas, llegó al poder: hoy ese presupuesto representa sólo el .07 por ciento del producto interno bruto, cuando la UNESCO recomienda a países en desarrollo destinar 1 por ciento del PIB."

Javier Robles, guionista de cine, dijo que mejor se hiciera un análisis crítico del documento leído por los convocantes y se dejara para otro momento el listado de problemas concretos. Habló después otra decena de participantes.

La comisión organizadora planea una reunión interna para la próxima semana a fin de consolidar la relación con los nuevos miembros de Ascultura y precisar la fecha de la lectura de Neruda en el Zócalo, entre otros puntos.

Para mayores informes: jaelo@prodigy.net.mx y rauldiaz1941@yahoo.com

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Más de 200 creadores fundan la Ascultura

El objetivo de la asamblea: oponerse a medidas de gobierno contra el desarrollo cultural en el país

por Miguel Angel Ceballos
El Universal Domingo 30 de mayo de 2004


Entre propuestas entusiastas, manifestaciones de apoyo y poca organización, el pasado viernes quedó constituida la Asamblea de la Comunidad Cultural (Ascultura), un organismo que pretende examinar y discutir las acciones y propósitos de los poderes públicos en el ámbito cultural.

Los más de 200 creadores y trabajadores del arte y la cultura que asistieron a la librería El Sótano de Coyoacán, sobrepasaron la expectativa de los organizadores, quienes estaban preparados para recibir sólo a 60 personas. Esto ocasionó que algunos se retiraran molestos porque el sonido no era suficiente para que los que estaban atrás escucharán las propuestas.

Los encargados de dirigir la reunión, el periodista Gerardo Unzueta, el escritor David Huerta y el crítico Raúl Díaz, dieron lectura al documento que ofrece el porqué de la creación de la Ascultura.

"Llegó la hora de que la sociedad toda, y particularmente el sector de los creadores, enfrenten la ofensiva contra la diversidad, el pensamiento y el quehacer cultural. Grupos de intelectuales y creadores de diversos campos se han organizado para oponerse a diversas medidas, pero hasta ahora ha sido una lucha restringida y gremial, reactiva y temporal, que si bien ha logrado detener varios propósitos contra el desarrollo cultural, no ha respondido colectivamente a los males sistémicos y estructurales que enmarcan cada una de las acciones del gobierno".

A pesar de que la convocatoria a la reunión estaba firmada por creadores como Armando Bartra, Paco Ignacio Taibo II y Carlos Montemayor, éstos no asistieron. Fue gente como Ricardo Bautista, Germán Argueta, Francisco Hernández, Ricardo Fuentes y Froylán Rascón, entre otros, quienes tomaron el micrófono para celebrar la iniciativa de una asamblea de este tipo y ofrecer propuestas.

Benjamín, artista plástico y promotor cultural, señaló que como inicio está bien, pero que es necesario organizar una serie de tareas de manera coordinada para que la Ascultura prospere, pues de otro modo, advirtió, hasta los organizadores mismos terminarán decepcionados del proyecto. "No es una tarea fácil, ojalá no sea sólo coyuntural sino permanente, porque así vivimos los problemas".

Juntos andamos


Ya se puede encontrar, como se decía antes, en librerías de prestigio (no en el supermercado, donde suele comprar sus libros la macuarriza ) este volumen titulado Juntos andan. Antología de cuentos del México contemporáneo, que incluye relatos de una veintena de escritores mexicanos, algunos ya consagrados y harto laureados, y otros más, que apenas empiezan, como este tundeteclas, quien por pura suerte alfabética cierra el volumen.

Antologaron los textos el maestro Bernardo Ruiz y la talentosa Gaëlle Le Calvez. El volumen aparecerá en breve traducido al francés en Quebec, Canadá, como parte del intercambio entre Plan C Editores y Editorial XYZ de Montreal.

Los autores incluidos son:

- René Avilés Fabila (el indómito autor de El gran solitario de Palacio, entre otras muchas obras)
- Félix Cortés Schöler (joven cuentista y guinista de televisión)
- Pedro de Isla (colega regiomontano, a quien acabao de conocer cibernéticamente)
- Gerardo de la Torre (estimadísimo maestro y mejor amigo)
- Beatriz Espejo (estimada escritora y maestra)
- Josefina Estrada (mi amiguísima de doble raya)
- Jesús Vicente García (el famoso Pamelo, editor de la revista Cuiria
- Mario González Suárez (cuentista y novelista)
- Humberto Guzmán (también cuentista y novelista)
- Ethel Krauze (poeta, cuentista y novelista)
- Hernán Lara Zavala (cuentista y novelista)
- Mónica Lavín (maestra y gran amiga)
- Silvia Molina (gran escritora y maestra, y nueva directora de Literatura del INBA, por cierto)
- Rafael Pérez Gay (escritor, editor y periodista, director del suplemento Crónica cultural)
- Aline Pettersson (maestra y escritora)
- Patricia Rodríguez Sarabia (a ella sí de plano no la conozco)
- Daniel Sada (gran novelista y maestro)
- Guillermo Samperio (mi tocayazo del alma)
- Gonzalo Soltero (gran amigo y ganador del Premio Ibargüengoitia de novela 2003)
- Guillermo Vega Zaragoza (su padre, digo, de ustedes)

Pueden conseguirlo, si no lo encuentran en librerías, directamente en la página de Plan C Editores en: http://www.planceditores.com/

Con esta antología, ya son cinco los libros que incluyen cuentos de acá su charro negro y, por cierto, en breve aparecerá en esa misma editorial mi primer libro de cuentos. Estén pendientes, amiguitos, y no me fallen, no me fallen.

Back in business

Después de un rato de pensarlo he decidido cerrar el otro blog, que tenía pensado para las cuestiones netamente literarias, pero me doy cuenta de que es algo medio esquizofrénico.

También lo hago porque me da gusto que vayan cayendo los farsantes, que los vayan desenmascarando y que dejen de joder al prójimo.

Por eso ya no seguiré con la serie de "La conjura de los macuarros", o a lo mejor sí, pero no estoy seguro.

Así que empezamos con una descarada autopublicidad.

Ah, se me olvidaba:Fuck off, little monkey

jueves, mayo 27, 2004

CONNOLLY RECUPERADO

Hoy no tengo muchas ganas de escribir, así que me pongo mi parche pirata y los dejo con un puñado de textos sobre el autor del que es, en mi opinión, uno de los mejores libros que se han escrito: La tumba sin sosiego. Todo aquella persona que quiera dedicarse a la literatura debería leerlo antes de decidirse y, en general, todas las personas deberían leerlo y tenerlo en el buró, a un lado de la cama, junto con la Biblia y alguna novela policiaca.

La voluntad de fracaso
por Juan Antonio González Iglesias



El maestro Connolly, por supuesto

A principios de los noventa se publicó en español lo esencial de Cyril Connolly, que abarca la novela, la autobiografía y el ensayo. La sepultura sin sosiego se presenta como un ensayo, lo que aquí quiere decir ejercicio de escritura total, realizado con la independencia propia de un poeta. Hace diez años Martínez-Lage lo tradujo como El sepulcro sin sosiego. Ahora sustituye sepulcro por sepultura (que alitera igual y es menos infiel). Connolly firmó la primera edición (1944) con el pseudónimo de Palinuro, porque Palinuro, el timonel de Eneas, es el muerto que queda en el mar. Así The Unquiet Grave significa la tumba sin descanso, la del que no está enterrado. Unquiet no es más que la negación del requiescat. En esta misma traducción dice Connolly: «Cuido las tumbas de Horacio y de Tibulo, de Pitágoras y de Aristipo, de Montaigne y de Lao-tsé». Es la metáfora del que perpetúa la tradición literaria leyendo, eligiendo sus autores, y escribiendo, es decir, encomendando a otros su muerte o su inmortalidad.

Francia aflora continuamente en el libro, porque era un ingrediente constitutivo de la personalidad de Connolly. Tout mon mal vient de Paris, llega a confesarnos. Y como contrapartida suplica: «Calles de París, rogad por mí». Entre citas de autores franceses y pasajes escritos por Connolly en esa lengua, el original es prácticamente bilingüe. Igual que la traducción, porque Martínez-Lage ha decidido no trasladar los fragmentos franceses, que suman un cuarto del total, si no más. Para entendernos, hay aquí más francés que latín hay en El nombre de la rosa. Alguna página (por ejemplo la 99) está íntegramente en francés. Eso sería aceptable si el equilibrio de los idiomas funcionara como a mediados de siglo, cuando el francés era la lengua de cultura conocida tanto en Inglaterra como en España. Tal como están ahora las cosas, los lectores capaces de comprender íntegramente el francés literario de Connolly (y de sus citas: Pascal, Voltaire, Flaubert) comprenderían también el inglés. Y quienes necesitan traducción del inglés, con más razón la necesitan del francés. ¿Solución? La misma que para las muchas citas del latín: mantenerlo, acompañándolo de traducción (aunque fuese en apéndice).

Algún crítico quisquilloso reprocharía al traductor que escriba Gilgames (en vez de Gilgamesh); que use drupa («fruto carnoso») referido a la castaña, y que reitere el anglicismo «revisitar». Yo prefiero pensar que es otro latinismo que nos llega gracias al inglés. Sobre todo, prefiero felicitarlo porque el conjunto es poderosamente literario. Y para detalles, éstos que reflejan su buen hacer: el pesimismo de Connolly (maníaco-depresivo también en el estilo) adquiere en la traducción un gusto quevedesco: «Cuando me paro a considerar todo lo que creo». Un eco de Lorca («así que pase un centenar de años...») inaugura un certero aforismo: «...ciencia y ética (amor y poder), la dualidad del momento presente, probablemente [resultará] tan arcaica como la controversia sobre el sexo de los ángeles». Recomiendo al lector que siga las huellas hispánicas en este británico francófilo y latinizante: San Ignacio, Molinos, Dalí, Lorca, Picasso, incluso aurreskus (aunque franceses)... En semejante babel, los pasajes que están en castellano en el original adquieren un sabor diferente. Su depresión de Nochebuena se plasma en nuestro asombroso villancico: «Y nosotros nos iremos / y no volveremos más». Para su pesimismo, toma de un grabado de Goya esta sentencia: «No hay remedio». Para su amor, este endecasílabo: «Porque sabes que siempre te he querido». Para sus obsesiones, una sola palabra: querencia.

El ensayo tiene la hermosura de lo claro y de lo oscuro. Plantea y resuelve los enigmas. «Reflexionemos acerca de si existe algún escritor vivo cuyo silencio pudiera considerarse una catástrofe literaria» (todos sabemos cuál sería ahora la respuesta). Él toma el pulso de nuestra civilización en el centro del agitado siglo XX y de su atormentada biografía personal. En su planteamiento, tradición clásica ­Europa como unidad­ equivale a cultura que progresa. Desde el cruce entre humanismo clásico y surrealismo romántico otea toda su época. Igual establece conexiones entre Epicuro y Marx, que cataloga a Disney como «un Shakespeare de décimo orden». Y no pierde de vista Oriente, porque desconfía de las falsas dualidades.

Es evidente ya que estamos ante una teoría general de la cultura, edificada sobre particularidades. Entre ingenuo y genial («un artista se torna conocido poco a poco mediante su continuado deseo de dirigirse a los desconocidos»), el libro erige otro elogio de la locura, otra anatomía de la melancolía. Es su diario al filo de los cuarenta años. Un anticipo de la guía triste de París. Una terapia, una búsqueda razonada de la felicidad. Una apología del sol. Una celebración del amor a la mujer, con rachas de misoginia. Yo puedo resumir su estética como una ecología; él se limita a decir que el artista maneja el Diccionario de Sinónimos de la Naturaleza. También hay razzias en la política (contra el totalitarismo) y en las religiones (por ejemplo, el Islam como «credo extrovertido» y carente de culpas). ¿Cómo se organiza todo esto? Desde la mejor ironía británica: «Nuestros viejos amigos son indistinguibles de nuestros enemigos». «La unión física completa entre dos personas es la más rara sensación que puede deparar la vida, a pesar de no ser real del todo, pues cesa tan pronto suena el teléfono». «La indiferencia hacia los periódicos» es un «síntoma de buena salud».

Cuando Palinuro cae al mar («antiquísimo símbolo del inconsciente») se lleva la caña del timón. Connolly ve en ello una castración freudiana de Eneas. A su vez Eneas cortó la Rama Dorada. Al recordarnos ese paralelismo, creo que Connolly sugiere otro entre su ensayo y la gran obra de Frazer, basada en otra operación virgiliana. Palinuro es Virgilio, es el rechazo del poeta hacia el poder (de Eneas o de Augusto). Es el inconsciente deseo de morir. Es la renuncia al éxito y la angustia por esa renuncia. Al final, con etimologías escatológicas («palin-uro») Connolly retoma la ironía. Él mismo nos había contado que el cangrejo de río se llama palinurus vulgaris. No creo que haya mejor metáfora para la lentitud y el retroceso, ni mejor nombre para la voluntad de fracaso. Es el nombre del genio que elige un anonimato feliz. Del sabio que se retira. Es Palinuro, aquel que, según el increíble verso de Virgilio, queda desnudo en la ignorada arena.

La literatura contra los libros
por Javier Rodríguez Marcos


Compañero de W. H. Auden, George Orwell, Graham Greene, Evelyn Waugh y Stephen Spender, el escritor británico Cyril Connolly fue uno de los mejores críticos de los años treinta y cuarenta. Ensayista agudo y culto, sus títulos, entre los que destaca «Enemigos de la promesa», le convirtieron en guía de la literatura anglosajona. De la mano del sello Mondadori están a punto de aparecer su antología «La caída de Jonathan Edax», que se publica por vez primera en español, y uno de sus libros más importantes, «La sepultura sin sosiego», reeditado ahora en bolsillo.

Hay, sugiere Cyril Connolly en La caída de Jonathan Edax y otras piezas breves, dos maneras de arruinarse el gusto por la literatura: la primera consiste en entregarse a la bibliofilia; la segunda, en dedicarse a la crítica literaria. Si ésta, viene a decir, es una tarea a tiempo completo pagada a tiempo parcial en la que el destino de libros ilegibles se rige junto al de libros no leídos, aquélla no es más que una forma degradada de filatelia en la que la lectura es reemplazada por un gesto que consiste en abrir y cerrar un libro para comprobar, con cierta náusea, que no se trata de una primera edición.

Que tales juicios provengan de un bibliófilo confeso considerado además como uno de los más importantes críticos literarios de este siglo da una idea de con quién estamos tratando: un hombre lúcido y directo que ya desde las primeras líneas de La sepultura sin sosiego, tal vez su mejor obra, afirma sin contemplaciones: «Cuantos más libros leemos, más claro resulta que la verdadera tarea del escritor es elaborar una obra maestra; ningún otro quehacer tiene, en comparación con éste, la menor relevancia». Ni que decir tiene que también Connolly persiguió escribir esa obra perfecta. De hecho, mucha gente le creyó capacitado para ello: durante años fue considerado una de las mayores promesas de la literatura británica, pero ya se sabe que, como él mismo recuerda, a quienes los dioses desean destruir primero lo llaman prometedor.

Efectivamente, ninguna de sus novelas ­ni la esperadísima En el fondo del estanque, publicada a los treinta y tres años, ni la póstuma Amparad esos laureles (ambas editadas en su día por Versal)­, ninguna de sus novelas, decíamos, fue esa obra ante cuya elaboración cualquier otra tarea carece de sentido. Evidentemente, el primero en apreciar esa circunstancia fue su propio autor. Ya dijimos que era un hombre lúcido. El gran crítico que fue advirtió pronto las limitaciones del novelista que siempre quiso ser. Se diría, además, que Connolly supo apreciar como pocos el talento ajeno, pero no llegó a resignarse a que el suyo, y era mucho, sólo brillara lejos de la ficción, melancólicamente convencido como estaba de que el arte sin imaginación es como la vida sin esperanza. En ese sentido, la suya es, si no la obra de un desesperado, sí la de alguien instalado en el desencanto y el escepticismo. Y ya se sabe lo cerca que la sátira está de la elegía. «El objetivo del crítico ­llegará a decir­ es vengarse del creador».

Tal vez, en efecto, esa obra cumbre desconocida no esté en sus narraciones, pero está muy cerca de hallarse en la parte ensayística de Enemigos de la promesa ­la memorialística es más previsible­ y, sobre todo, en las páginas de un «libro de guerra» como La sepultura sin sosiego. Es decir, tal vez su tarea no se cumpliera tanto en la totalidad coherente y cerrada de un férreo universo narrativo, al que no supo acceder, cuanto en el pensar iluminador de la lectura y el fragmento. Desde este punto de vista es plenamente contemporáneo porque, como nos recuerda buena parte de la filosofía de este siglo, la pluralidad de la vida se ha liberado de toda razón fuerte que pretenda comprenderla, rebelándose ante cualquier fundamento que se atribuya un carácter legitimador. «El río de la verdad ­escribirá el propio Connolly­ siempre se divide en varios brazos que después vuelven a reunirse. Aislados en las islas que forman dichos brazos, sus habitantes discuten durante la vida entera acerca de cuál es la principal corriente».

Dos son, como apuntamos, los brazos en que se divide la corriente principal de La caída de Jonathan Edax y otras piezas breves: la bibliofilia y la crítica literaria. El relato que da título a un volumen que mezcla ficciones, artículos y un texto de carácter memorialístico formaba parte de una serie dedicada a los siete pecados capitales promovida por el Sunday Times en 1961. Mientras Auden, por ejemplo, se ocupó de la cólera y Evelyn Waugh de la pereza, Cyril Connolly decidió reflexionar sobre la codicia parodiando el fetichismo de un coleccionista de libros y porcelanas. Es evidente el simbolismo de esas dos formas de pasión neurótica por los objetos: la preocupación enfermiza por el continente de volúmenes y platos anula el interés por su contenido. En el fondo, el bibliófilo sería al lector lo que el coleccionista de vajillas al gourmet.

La caída... es, sobre todo, el retrato de un personaje absurdo al que le gustaría irse a la tumba con las piezas que ha acumulado a costa de robar en las colecciones ajenas y a costa de la penuria de una familia a la que detesta. Connolly, además, lleva a los terrenos de la ficción su propio mundo: la revista Horizon, que dirigió, los tics de alguien como Thomas Fruslove ­amigo y víctima del protagonista y prototipo del escritor que apenas escribe porque está ocupado en explicar en artículos y conferencias el libro en el que de joven puso su poco talento­ o los autores ­Hopkins, Eliot o Auden­ a los que años después consagraría esa suerte de canon ­«personal como un electrocardiograma»­ que es Cien libros clave del Movimiento Moderno o que es su propia biblioteca ­un monumento dedicado al tipo de escritor que le gustaría haber sido­, escrutada en otra de las piezas de este volumen, «La alacena del adicto a la novela». Edax es, en fin, un codicioso esnob y misógino que considera que uno debería escoger a su heredero mediante examen y para el que «todas las mujeres son, pasados los cuarenta, una inversión que ya no produce beneficios».

La reflexión sobre las perversiones de la bibliofilia pasan del relato al artículo en «Fiebre bibliófila» o «Los reductores de cabezas», una sátira contra los excesos de algunas universidades que cuentan con archivos absurdamente exhaustivos sobre la obra de un escritor (borradores, copias de papel carbón, galeradas, originales mecanografiados y cartas del director de su banco) pero no con la persona del autor, cuya presencia sólo serviría para deteriorar con su manipulación los valiosos manuscritos.

Las páginas dedicadas a la crítica literaria son, con todo, las más valiosas de una recopilación a la que Mauricio Bach ha aportado una impecable introducción y en la que ha conseguido crear un universo coherente a partir de material disperso ­el volumen se completa con la parodia de un James Bond travestido y un paseo por el Londres romántico y dandi­. Si «Críticos» es un irónico y apocalíptico, algunos dirán que muy actual, repaso a la decadencia de la literatura gracias al concurso de críticos serviles, autores mercenarios, libreros mezquinos, editores oportunistas y, de nuevo, bibliófilos imbéciles, también es un ataque a la novela panfletaria y una sucinta reivindicación del crítico que era el propio Connolly, dotado de inteligencia analítica y sensibilidad exploradora, algo que tiene mucho que ver con la erudición y la penetración que pedía Auden al lector.

Por su parte, «Noventa años reseñando novelas» es el brillante repaso a su oficio por parte de un crítico de veinticinco años, y ya desencantado, que en 1929 diagnostica que lo incomprensible tiene amigos poderosos y que la narrativa inglesa ha dejado de ser legible. «Cuantas más obras reseño más leo a los clásicos», dirá en algún momento. Y también: «La crítica de novelas es la tumba del periodismo; es el equivalente, en el mundo de las letras, a construir puentes en algún clima tropical imposible. Es un trabajo duro, insano y mal pagado, y por cada palmo de espesa vegetación que se logra desbrozar con arduo trabajo, la selva avanza el doble durante la noche». Fiel a su idea de que el objetivo de los críticos es vengarse de los creadores, Connolly divide a aquéllos según su grado de descreimiento y termina dando una serie de valiosos consejos: no loar, escribir para el autor cuando el libro gusta y para el público en cualquier otro caso, leer los libros reseñados y no ocuparse de los de los amigos. Y especializarse. «Todo buen crítico tiene un tema predilecto ­dice­. Se especializa en ese tema sobre el que ha sido incapaz de escribir un libro y su meta es comprobar que ninguna otra persona lo logra».

Aunque Cyril Connolly solía repetir que las tempranas expectativas que un crítico pudiera tener de descubrir a un nuevo valor son un placer menos gozoso que las esperanzas posteriores de poder desacreditar a un viejo escritor, hay que decir que, con albergar artículos valiosos, La caída de Jonathan Edax y otras piezas breves no está entre los mejores momentos de su autor. Los adictos, eso sí, agradecerán la visita. Los demás harán bien empezando por La sepultura sin sosiego. Allí descubrirán también al erudito de siempre, aunque acompañado esta vez por el hombre al que una guerra y una separación habían hecho sabio escribiendo esas páginas, en el fondo, firmadas por un convencido de que el pensamiento consuela de todo. No obstante, aunque el cerebro sea capaz de hacernos inmunes a la pena, el corazón recuerda a cada paso ­ése es su cometido, recordar­ que la emoción que buscamos en la literatura no siempre está en los libros.

Connolly y la prueba del tiempo
Por Carlos Pujol


En su libro más famoso, Enemigos de la promesa (1938), Connolly analizó lo que puede echar a perder la carrera de un escritor bien dotado: el alcohol, el sexo, las drogas, el dinero, el éxito, la política... Atracciones, nos dice, que conspiran contra la obra literaria, que la estropean o la truncan. Se escribe sorteando escollos. Y hay que preguntarse qué fue lo que le pasó a él, si es que le pasó.

Porque era un hombre inteligente, que lo había leído todo, que tenía una gran personalidad, según Maurice Bowra, uno de los santones intelectuales de Oxford, «el chico más listo de su generación». Y sin embargo hoy sólo es una referencia borrosa y sugestiva en las vidas de sus coetáneos, sus amigos, que han dejado una huella mucho más profunda.

Cyril Connolly (1903-1974), de una familia de larga tradición militar, estudió en Eton y Oxford, lo cual imprime carácter, y destacó muy pronto como un genio en ciernes; brillantísimo, culto hasta la exageración, «una de esas personas de talento indudable que parecen haber nacido para que se hable de ellas» (el juicio es de su condiscípulo Anthony Powell, el Proust inglés).

Compañero de Powell y de Orwell, de Graham Greene y de Evelyn Waugh (dos conversos al catolicismo que aparte de esto no estaban de acuerdo en nada), del novelista que usó el seudónimo de «Henry Green» y de otros quizá menos notables, pero que a su manera acabaron siendo figuras, como su íntimo amigo Ian Fleming, el inventor de James Bond.

Era una competencia durísima, pero a lo largo de decenios estuvo en la primera fila de la literatura inglesa; y aunque su novela The Rock Pool, de 1935, sólo consiguió elogios tibios y condescendientes, se le consideraba uno de los mejores críticos de los años treinta y cuarenta; primero en el New Statesman, desde 1939 en la revista Horizon, que fundó y dirigió con el poeta Stephen Spender, luego en el Observer... La izquierda que vivió exaltadamente la Guerra Civil de España (aquí estuvo también Connolly) y que después se desengañó de unas cuentas cosas.

En 1944 publicó La sepultura sin sosiego, miscelánea que tiene mucho de ácida y escandalosa confesión personal, y siguió siendo un guía de la literatura anglosajona, venerable y cada vez menos respetado por los jóvenes; Kingsley Amis, que tenía edad de ser su hijo, en sus memorias le trata con despectiva crueldad: «Nunca se hubiera oído hablar de él de no haber estado en Eton y Balliol».

Todo el mundo le conoció, le temió, le tuvo en cuenta, intercambió con él alfilerazos venenosos, por ejemplo, Waugh y Virginia Woolf; y han sido muchos los que le han aplicado su propia medicina opinando sobre cuáles fueron los «enemigos» interiores que hicieron que se frustrara una gran promesa, que el que iba para deslumbrante escritor acabase como un raro al que rinden culto unas minorías.

Según el crítico norteamericano Edmund Wilson, otro gurú de las letras, «es un hombre torturado por la abulia»; hay quien menciona su pereza, su fondo apático, y Prokosch dice que «utilizaba la literatura como adorno de su propia misantropía y de su impecable sentido de la moda». Es el sino de los dictadores, los demás no son blandos en el desquite, o, si se quiere, en la venganza.

Powell recuerda también su egotismo, su afán de omnisciencia y sus coqueteos con la frivolidad: «Le gustaba ser erudito, dandi, bibliófilo, gourmet, diletante»; se le evoca displicente, «fofo y con aires pontificales» (las bromas inmisericordes sobre su poco agraciado físico llenarían un volumen: alguien a quien una mula había pegado una coz en la cara, porcino, máscara griega, fealdad a lo Sócrates o a lo Verlaine).

Pero nada más revelador que lo que él decía acerca de sí mismo, abrupta y esquinadamente, desafiante: «Ser Baudelaire y Rimbaud sin pobreza ni sufrimiento», «en primer lugar prefiero el dinero, y después el sexo», el ideal del «epicureísmo bien entendido»: comer, beber, viajar, tabaco, bañarse en agua tibia, la conversación («oírme hablar», matiza).

Crispado, «más que envidioso, celoso», con la obsesión de fracasar (es el gran tema de Enemigos de la promesa) y sueños de gloria que no iban a realizarse. El hombre, asegura, es como un frutal que por su naturaleza ha de dar frutos, «ofrecer algo muy superior a lo que vale el árbol». Pero, ¿y si por culpa del sol y la lluvia la fruta no llega a madurar? Todo Connolly está en esa angustiada interrogación.

Hubiera querido ser Shakespeare, como también Lytton Strachey, sólo que éste se acomodó mejor a sus posibilidades, que por otro lado eran extraordinarias, y quedarse sólo en lo que fue le dejó amargo e inconsolable. «Siempre me he desagradado a mí mismo, y la suma de todos estos momentos de disgusto por lo que era es mi vida».

Como crítico y ensayista dijo muchas cosas que todavía hoy merecen leerse y meditarse, pero la agudeza y la cultura, también la ambición desnortada paradójicamente le malograron; algo así le sucedió al gran Sainte-Beuve, su modelo, a quien se parecía (lo cual no es un elogio de su guapura) o al mismo Wilson. Tampoco en su vida privada le salieron bien las cosas, y a su muerte parecía un meritorio y vano testigo de olvidados combates.

Un personaje que, al decir de Powell, desde la escuela se especializó en ganar becas, que fue siempre el mejor, un «mito», «el del héroe que triunfa en todo para descubrir en un momento dado la inutilidad de cuanto ha hecho, porque el Destino le ha dado malas cartas». Como Palinuro (con este nombre firmó prudentemente La sepultura sin sosiego), el piloto de Eneas que se distrajo mirando las estrellas, cayó al mar, a nado llegó a tierra y allí le mataron «bárbaras gentes», y su cuerpo no recibió honras fúnebres.

No quitar ojo a las estrellas hasta el punto de caerse al agua es tan bonito como peligroso. Y quedó así sin la gloria ritual a que tenía derecho, como una sombra inquieta vagando por el más allá, que en los infiernos dialoga tristemente con Eneas. El confesado ideal de Connolly era escribir «lo que pudiera durar al menos diez años», timidísima aspiración tal vez no del todo sincera. Un cuarto de siglo después de su muerte el lector tiene la palabra.

(Tomado de ABC Cultural)


Bohemia y literatura


Papá Hemingway arrastrando el lápiz

Dedicado al buen Oso Escamilla

Escribe Mario Vargas Llosa en La verdad de las mentiras acerca de París era una fiesta de Ernest Hemingway:

"La bohemia puede servir a la literatura sólo cuando es un pretexto para escribir; si ocurre a la inversa (es lo frecuente) la bohemia mata al escritor.

"Porque la literatura es una pasión y la pasión es excluyente. No se comparte, exige todos los sacrificios y no consiente ninguno. Hemingway está en un café y, a su lado, hay una muchacha. Él piensa: "Me perteneces, y también me pertenece París, pero yo pertenezco a este cuaderno y a este lápiz". En eso, exactamente, consiste la esclavitud. Extraña, paradójica condición la del escritor. Su privilegio es la libertad, el derecho a verlo, oírlo, averiguarlo todo. Está autorizado a bucear en las profundidades, a trepar a las cumbres: la vasta realidad es suya. ¿Para qué sirve este privilegio? Para alimentar a la bestia interior que lo avasalla, que se nutre de todos sus actos, la tortura sin tregua y sólo se aplaca, momentáneamente, en el acto de la creación, cuando brotan las palabras. Si la ha elegido y la lleva en las entrañas, no hay más remedio, tiene que entregarle todo. Cuando Hemingway iba a los toros, recorría las trincheras republicanas de España, mataba elefantes o caía ebrio, no era alguien entregado a la aventura o al placer, sino un hombre que satisfacía los caprichos de una insaciable solitaria. Porque para él, como para cualquier otro escritor, lo primero no era vivir, sino escribir".

lunes, mayo 24, 2004

Y esto lo dijo el Morcillo...

jueves, mayo 20, 2004

Lo dijo Oscar Wilde

"En asuntos de vital importancia, el estilo, y no la sinceridad, es lo verdaderamente vital."

La conjura de los macuarros III: Ejemplos célebres


Brozo, el papirrín de la macuarriza

Cuando pienso en el concepto de macuarro, siempre me viene a la mente la imagen de Chucho, un cuate con el trabajaba en la GET (Gran Empresa de Telecomunicaciones). Es un tipo chaparrito, moreno, de rasgos gruesos, nariz ancha y ojos pequeños, pero sobre todo destacaba por sus pelos rebeldes, lo que provocó que pronto lo apelaramos "El Púas" o mejor: "El Chaquiras". Hagan de cuenta como Juan Osorio, el productor de Televisa al que la jinetera Niurka le puso el cuerno. Todos los días hacía como dos horas de camino desde su casa en Ixtapaluca (por Texcoco) hasta el sur de la ciudad, donde estaban las oficinas. Se dedicaba al asunto de las encuestas y era muy bueno en su ramo, pero estaba negado para la comunicación verbal, pues sólo podía articular cosas parecidas a gruñidos y monosílabos. La suerte quiso que Chucho llegara al puesto de gerente (por default, pues a su jefe lo corrieron por una transa con unas notas de estacionamiento).

Cierto día, estábamos en una junta con los tipos de mercadotecnia todos ellos yuppies güeros, trajeados y arrogantes, con el cabello engominado y actitud de perdonavidas. Total, al término de la junta, donde nos habían puesto como dados por errores en un reporte, Chucho salió con actitud inexplicablemente triunfante. Le pregunté por qué estaba tan contento, si no nos había ido nada bien. Entonces asumió la posición de la conocida "Roque-señal" y exclamó, con talante eufórico: "Sí, cabrón, nos la metieron, pero se las dejamos bien cagada".

Ésa es, para mí, la filosofía alrededor de la cual gira la vida del macuarro.

El macuarro no necesariamente es alguien sin talento. Muchas veces es alguien talentoso y que sobresale por encima de los demás. El problema con el macuarro es que, a pesar de ese reconocimiento, él mismo no se lo reconoce. Cualquier cosa que haga es mínima y sin importancia: lo que quiere el macuarro es, siempre, lo que tienen los demás, y que él no tiene ni tendrá nunca. Que es, vuelvo a repetir, ESTILO.

En la primera parte de esta serie de posts, aparece el macuarro más macuarro que haya pisado la faz de la tierra: Cuauhtémoc Blanco. Desde luego, todo mundo lo envidia: por su talento futbolístico, por lo que gana y por las viejas que se ha cogido. Pero eso a él lo tiene sin cuidado, él lo que quiere es que todo mundo lo reconozca, no por eso, sino por tener estilo, por ser alguien reconocido. Él quisiera tenerlo TODO, no nada más dinero y buenas pieles. Él quisiera tener cultura, facilidad de palabra, ángel, carisma, charming, como quiera que le llamen a tener estilo.

Tener talento no es lo mismo que tener estilo. Hay personas con estilo que no tienen absolutamente ningún talento. ¿Ejemplos? La mayoría de los que aparecen en las secciones de sociales de los periódicos y en las "revistas del corazón", como les dicen los mamilas gachupines. O como Rebeca de Alba, que no sabe hacer nada, pero sabe dárselas de mujer "con estilo". Ahora, hay también personas muy talentosas que no tienen ni peregrina idea de lo que es el estilo. Como Albert Einstein. Pero eso no los convierte automáticamente ser macuarros. Hay algo más.


Cuauhtémoc, el macuarro incorregible

El macuarro, decíamos, "persiste en su ser". En su afán desmedido por hacerse de un estilo, dilapida su talento, no lo cultiva, lo descuida y termina por ser cada vez más macuarro; es decir, termina convertido en un macuarro total, sin estilo y sin ningún talento. Es lo que ha pasado con Cuauhtémoc Blanco. OK: hubo un momento en que fue "el mejor jugador de México" (ahorita mismo no lo es). Lo mandan a España ¿y qué pasa? Lo lesionan arteramente y se la pasa en la banca. ¿No puede haber más mala suerte? Sin embargo, en lugar de luchar contra la adversidad y salir adelante, el macuarro se deprime (el macuarro es un depresivo crónico) y se encierra en sí mismo (en sus fases más extremas, el macuarro puede hundirse en el autismo).

Noten el drama: Blanco siente que no es nadie y en España se esmeran en corroborárselo. Ergo: se ennoncha y quiere regresar de inmediato a México, donde lo reconocen un poquito como alguien, aunque él siga sintiéndose nada. Un círculo vicioso.

Pero dejemos al supermacuarro y veamos el caso de la pareja presidencial. ¿Vicente Fox califica como macuarro Sorprendentemente, aunque ha llegado a manifestar serias conductas rayanas en la macuarrez, Chente no es macuarro 100% puro. Es, simple y sencillamente, un ranchero con suerte, un hacendado provinciano que de repente se metió a la política y la supo hacer a lo grande. Fox siempre ha tenido estilo, siempre ha sido él, siempre ha tenido carisma. El problema es cuando quiere renunciar a ese estilo y trata de adoptar lo que no es. Algunas veces se ha visto obligado por las circunstancias y no se ha podido adaptar a ellas, pero la gran mayoría de las veces en que ha actuado macuarramente ha sido por influencia de la mujer más macuarra de México: la primera dama, Martita Sahagún.


"Ay, Vizente, qué macuarro erez"

Ya lo ha dicho La Loaeza: a Marta la soportan las señoras ricas porque es la esposa del presidente. Si no lo fuera, no la dejarían ni tocar el timbre de sus mansiones, aunque se estuviera pudriendo en billete. ¿Por qué? Simple y sencillamente porque no tiene estilo y cree que eso se puede comprar. No, amiguitos: el estilo se desarrolla, no se compra. Muy su bronca si ella cree que con ropa cara, cirugías plásticas y botox (infuenciada por la segunda mujer más macuarra del país, que es la maestra Elba Esther Gordillo) podrá algún día tener estilo. El problema es que el dinero que gasta proviene de los impuestos que pagamos, queramos o no, muchos mexicanos.

Así, llegamos al macuarro más famoso e influyente de México en la actualidad: Brozo, el payaso tenebroso. ¿Cuál es la razón de su éxito? Que Víctor Trujillo supo inventar un personaje que es el sueño más grande de toda la macuarrada que habita este país y, en general, el planeta entero.

Diseccionemos, pues, a Brozo, el personaje (porque Víctor Trujillo, la persona, es otra cosa; aunque pensándolo bien, si tiene alma macuarra, pues de otra forma no se explica que los conozca tan bien, pero ha sabido sobreponerse a ello y superarlo):

Su nombre y maquillaje es una plagio-adaptación macuarra del mayor payaso del mundo: Bozo. Es Brozo, es de la "broza", que es el sustantivo que denomina a la colectividad de macuarros, como manada a los perros y parvada a los pájaros.

Habla y se comporta como macuarro. Dice groserías, alburea, insulta sin recato. Puede ser macuarro cuando sea y como sea, sin ninguna restricción. Alardea de su origen lumpen: su mamá, prostituta, lo tuvo en la cárcel (¿De dónde creen? ¡De Tijuana!) y lo abandonó. Él llegó al DF en su busca, pero cree que fue de las primeras muertas de Juárez. Es borracho, drogadicto y obsesionado con el sexo. Las mujeres se le rinden y da a entender que goza de los favores de dos de las mujeres más deseadas de la historia de la televisión: la Secre Isabel Madow y la Becaria Evelyn. Los políticos tiemblan cuando los entrevista (y más después de lo de René Bejarano, el político de izquierda más macuarro de la historia de la humanidad y del universo).

¿Qué más puede desear un macuarro? Ser alguien. Brozo es "ALGUIEN" a pesar de ser un macuarro. La paradoja es que es un personaje, algo inventado, una máscara con estilo, una máscara macuarra con estilo. Un verdadero contrasentido andante, por eso resulta tan fascinante para todo mundo, incluso para los que no son macuarros.

martes, mayo 18, 2004

La conjura de los macuarros II: ¿Se puede definir qué es un macuarro?

Sin duda. No obstante, cabría aclarar que al macuarro (o su condición: la macuarrez) no lo define una caracterización ontológica sino más bien existencial (carajo, ya estoy escribiendo como Yepez). Lo que quiero decir es que al macuarro no lo define su origen (hay macuarros en todos los estratos sociales, aunque es obvio que al haber más pobres el número de macuarros pobres se eleva considerablemente, lo que no necesariamente descalifica a los ricos para figurar en el ranking de la macuarrez; tan sólo es un reflejo estadístico). Tampoco los define su raza (hay macuarros blancos, negros, mulatos, indígenas, orientales y caucásicos). Por ende, tampoco los define su ubicación geográfica (hay macuarros regados por todo el mundo; en las grandes ciudades, en la provincia, en las fronteras, en las capitales y en los puebluchos más miserables de la tierra).

Como decía, la condición de macuarro es de carácter existencial. El macuarro es macuarro porque así nació, pero también porque así quiere ser. Porque, dirían los filósofos, "persiste en su ser" macuarro.

Esto nos lleva al peliagudo dilema de si el macuarro nace o se hace, y a si un macuarro puede dejar de serlo por pura fuerza de voluntad. Lo que me obliga a recordar la historia contada por ese prócer de la macuarrez que se hace llamar Polo Polo. Cuenta él en uno de sus discos inmortales que una vez un Culito ya no quería ser Culito, sino que quería ser pajarito. Entonces, empezó a caminar por la calle como pensaba que caminaban los pajaritos. Nada más que quienes lo veían pasar, seguían viendo un Culito en lugar de un pajarito. "Adiós, Culito", lo saludaban. Y el Culito se enojaba: "No soy culito, soy pajarito". Así, hasta que alguien lo increpó: "Bueno, si eres pajarito, entonces canta como pajarito". Entonces el Culito se acomodó el cuello y se dispuso a entonar una melodía, como pajarito que sentía que era. De su boca sólo salió un sonido, inatacable: "PRRRRRRRRRRTTTTTT". Fin de la fábula.

Eso es exactamente lo que sucede con los macuarros que quieren dejar de "persistir en su ser". Simple y sencillamente, se les nota en la forma de caminar, o de escribir, o de hablar, o de vestirse. Es decir, la macuarrez es una categoría íntimamente vinculada a la forma de ser y, por ende, al estilo. Y aquí llegamos al meollo del asunto: el macuarro es aquel que carece de estilo, y por lo tanto de individualidad. Por eso el macuarro tiende a copiar, a emular, generalmente mal, a los que tienen estilo. Tratan de mimetizarse, pero no lo logran. Tratan con todas sus fuerzas de adquirir un estilo, pero al no saber qué es el estilo, se delatan de inmediato.

El macuarro copia lo que sea: formas de hablar, comportamientos, modas, música, lecturas, modismos, formas de vida. Cree que copiando, plagiando, adueñándose de lo que no le pertenece, puede llegar a adquirir un estilo propio, pero, lamentablemente, nunca lo logra. ¿Por qué? Porque en el fondo, el macuarro se odia a sí mismo, precisamente por no tener estilo, por no ser nadie.

Aquí cabe hacer una aclaración. Hay que distinguir al macuarro de otras categorías históricas y filosóficas (en cuanto a la "filosofía de lo mexicano", que abarca desde Samuel Ramos, Octavio Paz, José Vasconcelos, Jorge Portilla y llega hasta Roger Bartra). Categorías como "el pícaro", "el peladito", "el pachuco", "el chundo" o "el naco". No: el macuarro es la categoría ontológica que rebasa las fronteras nacionales, gracias a la globalizacion, y permea todo el planeta. Es decir, hoy, el macuarro está en todas partes, gracias a la Internet, las telecomunicaciones y la televisión. El macuarro es la genuina aportación de la antropología, la sociología y la filosofía mexicana a la posmodernidad, o mejor: a la desmothernidad. (Chútate ésa, pinche Yepez mamila).

La conjura de los macuarros I


El Temo enseñando el cobre en cadena nacional... otra vez

El 14 de mayo apareció esta nota en el periódico La Crónica de Hoy: En horario estelar del Canal 5, Cuauhtémoc se dice avergonzado y luego muestra repertorio de golpes escrita por la reportera Patricia E. Dávalos.

La reproduzco en su totalidad porque retrata, de los pies a la cabeza, el prototipo del macuarro, que es el motivo de esta serie de posts:

Cuauhtémoc Blanco cayó en el juego, en el del jugador del Sao Caetano, por eso le dio un codazo en el rostro. Pero el delantero del América se disculpó, o lo intentó, durante el programa que conduce Omar Chaparro No manches, transmitido la noche de ayer.

Pantalón de mezclilla, camisa con dejos del folclorismo de los años 70, mocasines en tono piel, pero sin calcetines, el jugador se presentó ante las cámaras para demostrar su arrepentimiento por los hechos sucedidos el pasado martes en el Estadio Azteca que derivaron en enfrentamientos y golpes.

Omar en su personaje de “la licenciada”, algo así como una doctora y psíquica, aseguró que Cuauhtémoc no estaba ahí, “para cuestionarte sobre el partido pasado ni por qué les pegas —pero qué madriza le pusiste al negro—, pero no, no es tu estilo…., Si tu quisieras agregar algo, comentar algo acerca de eso…, preguntó “la licenciada”.
—Bueno, este…,
—Con confianza

Y Temo se lanzó y se atrevió a decir que “fue lamentable lo que pasó, creo que todos nosotros estamos apenadísimos por lo que pasó en el Estadio” y con la sonrisa nerviosa de quien no sabe estar frente a las cámaras agregó: “son cosas que no deben de pasar en un estadio, porque hay niños, hay familias, creo que no debe de pasar esto, pero como lo he dicho, al final creo que se burlaron y prendieron mucho a la afición…”

Como los niños que piden perdón ante el cura, Blanco se quejó de que todos le echan la culpa, “a mí, como el que empezó todo esto” pero, “mi conciencia está muy tranquila, ahí, la verdad, me calenté”, aceptó, mientras observaba las imágenes de su agresión contra el jugador contrario. E insistió para justificarse, “caí en el juego de él”.

“La licenciada” apoyó, “pero, siempre caes Cuautémoc, como que es parte de tu personalidad, eres explosivo, ¿así eres también con las mujeres?”.

El rubor se acumulo en mejillas y frente, “no, no, siempre lo he dicho, en la cancha me transformo, soy otro, pero fuera soy humilde, sencillo; me encanta convivir con mi gente, con mis compañeros, con mis amigos…”

El hombre que de no haber sido jugador de futbol hubiersa sido boxeador, “desde chiquito me gustaba el box”, y que Omar definió como “el mejor futbolista de México, aunque te guste el trompo”, demostró ese su otro yo, el que dice sólo le salta en la cancha, al seguir el juego de “que harías si te agreden” y el muñeco de trapo representa, primero, a un mesero texano de Los Angeles (que demandó a Temo por golpearlo, juicio por el cual no puede ir a Estados Unidos). Primero el tono retador, después ¡Zas!, un izquierdazo en el rostro del hombre.

A otro “ofensor”, como el jugador brasileño, patada y cabezaso. Al final, toda la furia sobre la imagen de David Faitelson, “ya deja de critcarme”, decía el boxeador frustrado, en tanto golpeaba al mono con la imgen del comentarista.La apología de la violencia y en cadena nacional.

Pero Cuauhtémoc asegura que aprendió a “guardar la humildad”, porque esto es una rueda, y se puede “estar arriba o abajo”, por ahora “soy el blanco de todos”, se quejó.

Luego regaló balones al público, en tanto “la licenciada” y sus compañeros revoloteaban alrededor del jugador que tiraba los balones al público.
Antes, el personaje de Omar, le había dicho que leyó su carta astral y “fuiste golpeador”, a lo que Temo sonrió nervioso, con el ansia reflejada en la amplia frente. Mientras Televisa intenta limpiar la imagen de su jugador que recibe como castigo elogios, las autoridades cerraron el Estadio Azteca por los desmanes del martes, el verdadero aficionado se pregunta ¿dónde quedaron los ídolos de otros tiempos?

Blanco asegura que el futbol le ha dado más de lo que jamás imaginó, hasta una novia que como él, ya es otra fuera del escenario. La humildad en ese estilo, se contagia.

“Cuauhtémoc me gritaba mono”

Cuauhtémoc Blanco, jugador del América fue el responsable por las lamentables escenas de violencia vividas el martes en el Azteca, coincidieron los jugadores del club brasileño Sao Caetano.

El martes, Sao Caetano eliminó a América en el Azteca, en partido por los octavos de final de la Copa Libertadores, y al final del cotejo ambos equipos se trabaron en una batalla campal, de la que participaron numerosos hinchas armados con barras de hierro.

Para el marcador lateral derecho Anderson Lima, "Blanco se pasó todo el partido llamándome mono (Lima es negro), haciendo provocaciones racistas. En un momento me pegó un codazo. Eso no puede ser".

Por su parte, el entrenador Muricy Ramalho, coincidió con Lima al responsabilizar a Blanco. "Él fue el que creó todo eso. No se puede admitir eso. Cuando fue expulsado (por el codazo a Lima) tendría que haber sido retirado de la cancha".

Varios jugadores de Sao Caetano dijeron que futbolistas del equipo mexicano provocaron durante todo el partido. "Se acercaban y nos decían que ellos ganaban bien y que nuestros salarios eran miserables", dijo Lima.

Por su parte, el director de la delegación brasileña, Genivaldo Leal, rechazó de plano que jugadores de Sao Caetano se hayan burlado de la hinchada, supuestamente bailando irónicamente como un águila (símbolo de América) en el terreno, provocando la reacción de los mexicanos.

"No tuvo nada que ver la conmemoración de los jugadores en el mediocampo después del partido. Todo empezó cuando los jugadores (Reinaldo) Navia y Blanco, al fin del partido, agredieron cobardemente al arquero Silvio Luiz", dijo Leal a la prensa.

Como consecuencia de los desmanes, el arquero reserva Fabiano precisó seis puntos de sutura en el cuero cabelludo, y el arquero Silvio Luiz sufrió una torsión en el tobillo derecho.

Ayer jueves, el cotidiano especializado Lance! indicó que Sao Caetano "pasó por momentos de terror en el Azteca", y recordó que América disputó la Copa Libertadores por invitación de la Confederación Sudamericana, al contrario de Sao Caetano, que clasificó por mérito propio.

Porristas dicen que Blanco provocó el cierre del Azteca

Raúl Ojeda, líder de la porra Águilas por siempre, destinó parte de su reparto de utilidades que le dio su empresa para comprar boletos y llevar a su esposa y cinco hijos al partido del día 22 en el Azteca. Pero no podrá ir porque el jefe de la policía del DF, Marcelo Ebrard, decidió cerrar el estadio por "falta de seguridad".

"Cuauhtémoc Blanco es el culpable, porque provocó la bronca ante Sao Caetano; es un vándalo", dice Ojeda. Y remata: "¿Nosotros qué culpa tenemos que ni la propia directiva pueda controlarlo?"

Tiene 45 años y trabaja como obrero en la empresa Kaltex. Gana 650 pesos semanales: "A veces no tenemos para comer, pero esta vez recibí un dinerito de utilidades que pensaba utilizar para ir con mi familia al estadio, como cada vez que juega el América en el Azteca".

Acusa a Blanco de haber "calentado" los ánimos entre los aficionados del estadio Azteca luego de ser expulsado el martes al final del juego ante Sao Caetano "y, lo peor, es que ni siquiera saben perder".

Viste una playera del América y tiene la mirada perdida. Caé una llovizna sobre el sur de la ciudad, pero Raúl ni se inmuta. Parece de piedra. Sentado frente al búnker americanista en la calle Del Toro número 100, se pregunta qué hicieron los "verdaderos" aficionados al América para que les prohíban entrar al estadio.

"Somos seguidores del América desde hace 30 años, y nuestros padres le iban al América por eso le inculco esa idea a mis hijos... ¿Eso es malo?", explica mientras encoge los hombros y es blanco de las burlas de los automovilistas que pasaban frente al lugar como si él tuviera la culpa de la eliminación del equipo o de la bronca que generó Blanco.

Acusa también a la directiva del América de proteger a un "vándalo como Blanco". Resulta que, según ellos, es el ídolo de México. ¡No, qué va! Ídolo El Púas Olivares, El Ratón Macías, bueno, ni Hugo Sánchez es un ídolo, menos ese vago golpeador", sentencia.

Explica que el martes Blanco nunca quiso abandonar la cancha. Se asomaba por el túnel y la Monumental, que se coloca justo frente a ese túnel, y gritaba que golpearan a los brasileños.

"Nosotros nos colocamos muy cerca de ellos y sabemos perfectamente lo que acostumbran a hacer. Lo peor es cuando son incitados por un jugador violento como Blanco", cuenta molesto.

De su lado, Pedro Díaz, miembro la porra Sólo América lamenta no poder entrar al Azteca: "Ahora que cerraron el estadio para el primer juego del América en la Liguilla, resulta una injusticia para la gente que pagamos un boleto y apoyamos a nuestro equipo. Ojo, no nos regalan nada, eh.

Es culpa también de la directiva que solapa a un jugador conflictivo. Es muy bueno en la cancha, pero un patán fuera de ella. No sabe perder".
Asimismo, Juan Bustos, integrante de Amor por América, explicó que mientras Blanco "no tenga freno, seguirá desbocado". "La directiva debió separarlo del equipo, pero cómo van a hacer eso contra su estrellita. Prefirieron que el castigo vaya contra la afición y no contra un jugador indisciplinado", sentencia.

Lamenta haberse enterado que la directiva del América organizará este viernes una reunión entre barras de apoyo al club. "A nosotros nos dejaron fuera. Claro, tenemos que ser violentos para ser tomados en cuenta por el club. A los directivos sólo les pedimos que abran el estadio".
—¿La directiva no los apoya con boletos?
—No, en lo absoluto. Todos los integrantes de la porra nos reunimos cada jueves para planear algo nuevo. Sin ofender, sólo para apoyar. Somos familiares, amigos, compadres. Pura gente que trabaja.

Finalmente los aficionados se retiran. Nadie de la directiva americanista, a la que apoyan desde hace años, los quiso escuchar. Ni les dieron soluciones. Es más, ni los recibieron. Pero todos tienen la misma idea: "El enemigo está dentro del club y se llama Cuauhtémoc Blanco".

lunes, mayo 17, 2004

Feliz cumpleaños a mí

El viernes fue mi cumpleaños número 37. Nada especial, apenas fui en la noche con mi amiga Cat a echarnos unas chelas. Lo que más me gustó fue que muchos amigos se acordaron de mí, aunque yo pocas veces me acuerdo de los cumpleaños de ellos. Me mandaron saludos por correo electrónico, me hablaron por teléfono y hasta me invitaron a comer o cenar.

Se acordaron de mí:
Vero (mi soul sister)
Ángeles (que me regaló los libros de Renato Leduc)
Araceli (que me invitó a comer baguettes)
Lety y Patricia (que me invitaron a comer comida japonesa)
Pilar (que me invitó a cenar el próximo miércoles)
Raúl
Magda
Cinthia (desde Cancún)
Enrique (que me invitó a comer mañana)
Elizabeth
Josefina Estrada (que cumple años el mismo día)
Fernanda (que me regaló un cuadro muy bonito hecho por ella)
Oscar El Oso (que me regaló las obras completas de Pablo Palacio)
Mis sobrinas Angélica, Alejandra y Brenda (que me cantaron las mañanitas por teléfono)
Mi hermano Jorge

Siempre he dicho que soy muy mal amigo. En general busco muy poco a mis amigos. A veces pasan meses y hasta año para que nos volvamos a ver. Creo que por eso nos vemos con gusto. A quienes considero mis verdaderos amigos nunca los molesto para pedirles favores (a mí tampoco me gusta que me los pidan, pero si llegan a hacerlo los ayudo con gusto). Sus logros y triunfos los siento como míos, y sus dolores y tristezas los sufro con ellos. Mis logros son también de ellos, pero no me gusta molestarlos con mis quejas y problemas.

Gracias, amigos, por ser eso y por soportarme siendo yo tan mal amigo. No lo hago con mala intención. Así soy, nomás. Los quiero a todos.

La Fundación Bosco

El otro día andaba acomodando mis discos y me encontré el soundtrack de la película Smoke, dirigida por Wayne Wang y escrita por Paul Auster. Lamentablemente no la he podido ver, porque no la he visto en ningún lado como para comprarla. Mientras escuchaba el disco, me puse a leer el guión de la película, que viene también con Blue in the face, un proyecto extraño que Auster terminó codirigiendo con Wang.

Es extraño porque las escenas se filmaron sin guión, los actores sólo tenían unas cuantas anotaciones acerca de lo que iban a tratar las escenas y tenían total libertad de improvisar. Se filmaron 11 ó 12 escenas de 10 minutos, con infinidad de actores, entre ellos Madonna, Lou Reed y Michael J. Fox. Éste último la hace de un loquito que llega a una cigarrería para hacer una encuesta de una supuesta Fundación Bosco.

Las preguntas de la encuesta son las siguientes:

1) ¿Cree usted que hay vida en otros planetas o que estamos solos en el universo?

2) ¿Hay alguien a quien odie lo bastante como para desearle la muerte? Si alguien le dijera que podía matar a esa persona y el crimen nunca sería descubierto, ¿le permitiría hacerlo?

3) ¿Cree usted que a los atletas profesionales se les paga demasiado?

4) ¿Está usted satisfecho con el tamaño y la forma de su pene?

5) ¿Cree usted en Dios?

6) ¿Mira usted sus heces antes de tirar de la cadena?

7) Si viniera un genio y le ofreciera concederle un deseo, ¿cuál sería ese deseo?

8) ¿Cuál ha sido el sitio más insólito en el que ha realizado el coito?

9) Si fuera usted presidente de los Estados Unidos, diga tres cambios que haría.

10) ¿Cuánto dinero haría falta para que usted se comiera un plato de mierda?

Para que no digan que no pongo el ejemplo las contesto:

1) Más nos vale que estemos solos.

2) Sí.

3) Sí.

4) ¿Quién lo está?

5) Sí.

6) Sí. Hasta les digo adiós.

7) Tener mucho dinero para no tener que trabajar y poder escribir sin broncas.

8) En un cine repleto, donde pasaban ¿Quién engañó a Roger Rabbit?

9) Reducir a cero el presupuesto de defensa, acabar con la CIA y abrir la frontera con México.

10) El necesario.

miércoles, mayo 12, 2004

Los blogs en la academia

No, no se trata de que ahora los alucnos del bodrio-show de TV Azteca vayan a abrir su blogs (¿Se imaginan el de Yahir o el de Toñita?).

Se trata de un artículo aparecido en la revista de comunicación Chasqui. Como siempre, los académicos y científicos sociales llegando tarde y entendiendo mal los fenómenos.

De cualquier forma, échenle un lente:

Los weblogs: de la revolución a la consolidación, de José Luis Orihuela

lunes, mayo 10, 2004

Lennon y el Rey


Lennon haciendole al Elvis, en sus dias mozos

Hace un buen rato que no escribo nada sobre los Beatles, siendo que se supone que es uno de los temas de esta bitácora. Hoy compré el Rolling Stone mexicano y en su sección de preguntas alguien cuestiona acerca de si es cierto que John Lennon grabó alguna vez junto con Elvis Presley. Me sorprendió encontrar una respuesta positiva: que ambos se metieron a unos tales Shadow Studios el 14 de diciembre de 1973, bajo la producción de un tal Ron Homburguer, que entre los músicos estaba Jerry Lee Lewis y que el disco resultante, titulado "Rock'n'roll", lo editó conjuntamente por BRA (sello desconocido) y EMI, y que fue atribuido a The Backbeats, pero hasta 1978, que incluso hicieron una breve gira en mayo de 1974 por San Francisco, donde Lennon y el Rey cantaron canciones propias y hasta covers.

Espero que esto no sea más que una volada o de plano una mala broma de RSmx, porque si es en serio, no tienen abuela.

Para empezar, Lennon y Presley sólo se vieron en vida una sola vez, el 27 de agosto de 1965, y hasta hay un libro dedicado a ello, que se llama "When the King Met the Beatles", de Chris Hutchins. (Si quieren mas datos, pueden visitar el sitio Elvis Presley News). Pero hasta ahi.

Es cierto, Lennon idolatraba a Elvis, pero nunca llegaron a tocar juntos. ¿No hubiera sido un acontecimiento dicha gira? ¿No habría por lo menos una mendiga foto de ambos en el escenario? El mencionado "Rock'n'roll" sí existe, pero es un disco lanzado por John Lennon en 1975, donde incluye canciones que le gustaban en la adolescencia. En la portada aparece en la puerta de La Caverna, vestido como "Teddy Boy", que era como les decían a los chavos "rebecos" en Inglaterra. Lo produjo Phil Spector y fue el penúltimo disco que grabo Lennon antes de regresar en 1980 con el "Double Fantasy". Como todos sabemos, unas semanas después el orate de Mark David Chapman lo ejecutaría.

Esos del Rolling Stone México están decididamente mal. A pesar de que se ve que tienen mucho dinero para contratar plumas, no se han hecho de personas que sepan verdaderamente de la historia del rock. Tal parece que el único que sabe de rock en México es Oscar Sarquiz, quien desde que yo lo leía en la revista Sonido hace como 20 años ya era medio chafa, y ahora hasta es jurado en La Academia... Cosas veredes.

domingo, mayo 09, 2004

Lulu on the bridge


Mira Sorvino como Celia Burns

El otro día andaba por el centro y me metí a una de esas tiendas de videos donde venden películas descontinuadas por los videocentros. Entre otras, compré Lulu on the bridge escrita y dirigida por Paul Auster. No la había visto desde que la estrenaron en el cine, creo que en 1998, o algo así. En ese entonces me gustó mucho, pero ahora que la volví a ver ya no me pareció tan buena. Creo que Auster no midió bien sus alcances y creyó que podía hacer una película con un guión más bien flojo y desaprovechando un cuadro muy bueno de actores, empezando por Harvey Keitel, en uno de sus papeles más olvidables de su carrera, un total miscast. La que sí se la trata de sacar es esa reina que es Mira Sorvino, pero no por la torpe dirección de Auster, sino porque es muy buena actriz, de ésas que establecen un romance con la cámara en cuanto salen a cuadro.

Como tuve mi época de fan de Auster, tengo casi todos sus libros, así que al mismo tiempo que veía la película iba leyendo el guión que publicó Anagrama y que incluye una serie de entrevistas con el equipo creativo de la cinta y con el propio Auster. Allí cuenta que originalmente el propuso el guión a Wim Wenders, pero éste no estaba tan seguro de hacerla, pues ya llevaba tres películas con el tema del cine dentro del cine (eso fue lo que le dijo a Auster, pero más bien suena a pretexto), así que le sugirió fuera el propio Auster quien la dirigiera (claro, si se iba a quemar, que lo hiciera solo). En un principio Wenders quería a Juliette Binoche en el papel principal, pero como acababa de ganar el Oscar con El paciente inglés, la opción se quedó con la Sorvino.

Para quienes no la han visto, la historia de Lulu on the bridge es la siguiente: Izzy Maurer es un saxofonista de jazz. Una noche, mientras está en el escenario, entra un tipo con una pistola, echa balazos y uno de esos le tocan a Izzy. Como consecuencia, Izzy pierde un pulmón y no puede volver a tocar. Su vida pierde sentido hasta que un día, camina por la calle y encuentra a un hombre muerto con un tiro en la cabeza. Izzy toma el portafolios del tipo y se lo lleva a su casa. Encuentra sólo una caja con un pedazo de piedra y un número telefónico en una servilleta. La cosa es que la piedra resplandece en la oscuridad con un tono azul muy intenso. Izzy se desconcierta y decide saber de qué se trata. Llama al número y resulta ser el de una mesera aspirante a actriz que es Celia Burns. Izzy le enseña la piedra y a partir de eso se enamoran perdidamente. Celia consigue un papel en una película titulada La caja de Pandora y todo parece ir muy bien, hasta que unos matones secuestran a Izzy para que les diga dónde está la piedra. Lo encierran en un calabozo, hasta que escucha una balacera y llega un tipo que se hace llamar doctor Van Horn, que trata de sacarle a sopa a Izzy. Pasan los días e Izzy no aparece, Celia está muy preocupada, hasta que la encuentran los matones. Ella echa a correr y salta al rió desde el puente. Finalmente, Izzy logra escapar y Celia no aparece. Pero resulta que todo esto no ha sido más que un alucine de Izzy, que sigue moribundo en el piso del club, con un balazo en el pulmón. Cuando lo llevan al hospital, muere en la ambulancia. En la calle, Celia ve pasar el vehículo y se persigna, Tantán.

Para empezar, la historia es plenamente austeriana. Todo está regido por el azar, que es una de sus obsesiones, pero al ser todo, al final de cuentas, imaginario, no resulta tan azaroso, incluso parece muy jalado de los pelos. Ahora, lo de la piedra azul, resulta un recurso sacado de la manga. Finalmente, lo que resulta interesante es el hecho de que Auster haya preferido contar una vida probable de Izzy, ya estando moribundo, a contar el pasado del personaje, que es lo que cualquiera hubiera hecho, pues se supone que cuando uno está a punto de colgar los tenis pasa delante en forma vertiginosa todo lo que vivió.

En la entrevista incluida en el guión, Auster dice algo muy interesante:

“Hace dos o tres años Peter Brook (el director de teatro inglés) concedió una entrevista al New York Times y dijo en ella algo que me causó una prfunda impresión. ‘En todos mis trabajos’, afirmó, ‘trato de combinar la inmediatez de lo cotidiano con el distanciamiento del mito. Porque sin aquella inmediatez no puedes conmoverte y sin el distanciamiento no te asombras.’ Una formulación brillante, ¿verdad?”

En efecto. Creo yo que de eso se trata el verdadero arte literario. Todas las grandes obras literarias están tan cerca de lo cotidiano que los hombres de todas las épocas pueden identificarse y conmoverse con lo que ahí sucede, pero también están ligadas al mito que eso es precisamente lo que les otorga profundidad y trascendencia. Pensemos en el Ulises, de James Joyce, o en cualquier gran obra. ¿Puede haber algo tan cotidiano que contar 24 horas en la vida de una persona? Pero está ligada, en su estructura al mito, a los mitos griegos y a la liturgia católica, lo que le proporciona la profundidad y la hace trascender como verdadera obra artística. A eso es a lo que debería aspirar todo aquel que quiera crear una obra verdaderamente trascendente.

Bueno, eso era todo lo que quería decir hoy.

sábado, mayo 08, 2004

Y dos poemas de don Ren

TEMAS
Por Renato Leduc


No haremos obra perdurable. No
tenemos de la mosca la voluntad tenaz,

Mientras haya vigor
pasaremos revista
a cuanta niña vista
y calce regular...

Como Nerón, emperador
y mártir de moralistas cursis,
coronados de rosas
o cualquier otra flor de la estación,
miraremos las cosas
detrás de una esmeralda de ilusión...

Va pasando de moda meditar.
Oh, sabios, aprended un oficio.
Los temas trascendentes han quedado,
como Dios, retirado de servicio.
La ciencia... los salarios...
el arte... la mujer...
Problemas didascálicos, se tratan
cuando más, a la hora del cocktail.

¿Y el dolor?, ¿y la muerte ineluctable?...
Asuntos de farmacia y notaría.
Una noche —la noche es más propicia—
vendrán con aspavientos de pariente,
pero ya nuestra trémula vejez
encongeráse de hombros, y si acaso,
murmurará cristianamente...

                          Pues...

(De: El aula, etc., 1929)


ALUSIÓN A LOS CABELLOS CASTAÑOS
Por Renato Leduc


Así como fui yo, así como eras tú,
en la penumbra inocua de nuestra juventud,
así quisiera ser,
mas ya no puede ser.

Como ya no seremos, como fuimos entonces,
cuando límpida el alma trasmutaba en pecado
el más leve placer.
Cuando el mundo y tú eran sonrosada sorpresa,
cuando hablaba yo solo, dialogando contigo,
es decir, con tu sombra,
por las calles desiertas,
y la luna bermeja era dulce incentivo
para idilios de gatos, fechorías de ladrones
y soñar de poetas.

Cuando el orbe rodaba sin que yo lo sintiera.
Cuando yo te adoraba sin que tú lo supieras
—aunque siempre lo sabes, aunque siempre lo sepas—
y el invierno era un tropo y eras tú primavera
y el romántico otoño corretear de hojas secas.

Tú que nunca cuidaste del rigor de los años,
ni supiste el castigo de un marchito ropaje;
tú que siempre tuviste los cabellos castaños
y la tersa epidermis, satinado follaje.

Tus cabellos castaños, tus castaños cabellos.
Por volver a besarlos con el viejo fervor,
vendería yo la ciencia que compré con dolor,
y la tela de araña que tejí con ensueños.

Así como fui yo, así como eras tú,
en la inocencia tórrida de nuestra juventud,
así quisiera ser,
mas ya no puede ser...

(De: Algunos poemas deliberadamente románticos y un prólogo en cierto modo innecesario, 1933)

Solemnidad y cursilería

Un par de definiciones de don Renato Leduc:

"La solemnidad es la seriedad de los pendejos".

"La cursilería es el buen gusto de los pendejos o, por mejor decir, el buen gusto a huevo".

Renato Leduc

Ayer, con motivo de mi cumpleaños (que será el 14 de mayo), mi querida amiga Ángeles, a quien ya tenía muchísimo tiempo de no ver (como ocho meses), me regaló un bonche de libros de y sobre Renato Leduc, gran poeta, escritor, periodista y bohemio si los hay.

Ángeles los usó hace mucho tiempo para su tesina en la UAM y el méndigo de Álvaro Ruiz Abreu (su maestro de entonces) le puso un seis, porque se atrevió a decir que no le gustaba la obra de don Ren.

Lástima, a mí sí me gusta y mucho. Me parece un escritor poco estudiado y apreciado, al que habría que releer y rescatar. Quizá porque siempre estuvo en contra de las capillitas intelectuales y le gustaba más la onda cantinesca y bohemia se le ha relegado.

De Renato por Leduc, un libro de entrevistas realizadas por José Ramón Garmabella, entresaco una selección de ideas:

“Un intelectual se supone que es el profesional que trabaja con la inteligencia. Sin embargo, la verdad es que he conocido a muy pocos que lo consigan, porque generalmente son gente que en su materia hacen muy bien las cosas, pero en las cuestiones esenciales de la vida fallan lamentablemente… yo conozco a muy buenos médicos, abogados, literatos, economistas, etcétera, que cuando se han enredado con una mujer los han parado de cabeza, con lo cual su inteligencia ha salido sobrando.”

“Y es que si quiere conocer a un hombre, hay que verlo en relación con el dinero y las mujeres: si falla en alguna de esas cosas, el tipo vale un carajo así sea un genio en su materia”.

“Por lo que atañe al dinero, tengo dos o tres amigos que se han preocupado porque sus hijos sean unos genios y los han enviado a estudiar a distintas universidades en el mundo a realizar cursos de postgrado y cosas por el estilo…”

"Sin embargo, nos obstante que esos hijos de mis amigos saben un chingo sobre la materia estudiada, son incapaces de ganarse un peso y viven a expensas de los ingresos de sus respectivos padres.”

"Y luego, con respecto a las mujeres, los llamados intelectuales fallan horriblemente porque yo creo que las aburren con su solemnidad.”

“Así las cosas, me parece que el verdadero intelectual es aquel que actúa de acuerdo con las circunstancias, pues hace muchos años leí a un filósofo llamado Max Sheller, el cual en su libro decía una frase que me impresionó y que aún la recuerdo: lacultura no es esencia de saber sino esencia de ser…”

"Y yo creo que Sheller tenía toda la razón del mundo, porque hay eruditos que son unos cabrones barbajanes así se sepan de memoria el Diccionario de la Lengua Española… Por esto opino que la cultura son las reacciones que uno tiene frente a los problemas vitales con los que hay que enfrentarse a diario e intempestivamente, y si uno —así sea un genio en alguna materia— no los sabe resolver, pues la inteligencia valdrá una chingada, de tal suerte que un buen conocimiento de la vida vale más que cualquier erudición…”

“Por lo demás opino que el verdadero intelectual es aquel hombre que sepa ser y estar en cualquier situación que se le presente, es decir, es un individuo que debe saber torear la vida… Así, la mejor universidad es la vida misma, pues el hombre que ande de arriba para abajo y un día carece de lo necesario hasta para comer y al día siguiente come en abundancia, será el individuo que sabrá cosas más importantes que las que se aprenden en cualquier centro universitario.

“Claro que no menosprecio a un tipo que se encierre en su castillo de marfil y que sepa mucho sobre una materia determinada —lo cual, indiscutiblemente, es un mérito—, pero también considero que nunca será una persona idónea para aconsejar acerca de problemas verdaderamente fundamentales como son los que surgen en el acontecer diario…”

jueves, mayo 06, 2004

Para echarle más leña al fuego...

Mi cuate Morelos Torres envió este texto a la lista de correos de atsyber y luego yo lo he rolado a otras listas. Como era de esperarse, ha despertado reacciones encendidas, tanto a favor como en contra.

En lo general, suscribo casi en su totalidad sus planteamientos, pero siento que habría que equilibrar algunas cosas. Eso lo haré luego.

Por lo demás, si tienen alguna opinión, envíensela a su correo. A él si le gusta saber qué piensan de lo que escribe, aunque sean puras necedades.

De: morelos@servidor.unam.mx
Fecha: Tue, 04 May 2004 19:30:23 -0500 (CDT)
Asunto: [atsyber] México, Cuba, Estados Unidos

México, Cuba, Estados Unidos
por Morelos Torres

No lo olvidemos. Desde que hubo en México una revolución de independencia (1810 - 1821), el enemigo de los mexicanos no se llama Cuba. Se llama Estados Unidos de Norteamérica. ¿Qué quiere decir enemigo? Adversario, contrario, opositor. México con su polìtica exterior se ha opuesto -de manera muy limitada, por cierto- al expansionismo territorial, económico y polìtico de Estados Unidos. Estados Unidos, con innumerables medidas económicas, políticas, financieras, se ha opuesto al desarrollo de la sociedad mexicana (sólo hagamos un recuento de las invasiones que México ha sufrido por parte del país vecino, por si hubiera alguna duda).

A lo largo del siglo XIX, los Estados Unidos demostraron que México sólo les interesaba -y hasta la fecha, sólo les interesa- para obtener de él territorios, riqueza fácil, recursos naturales y mano de obra barata. Sólo hace falta leer un poco de historia para darse cuenta de este hecho irrefutable. Allí están los libros, los documentos, las estadísticas. Cualquiera puede constatarlo. Sólo se necesita leer algo de la historia de los Estados Unidos y la de México.

Ya en el siglo XX, los Estados Unidos demostraron que no sólo eran eran enemigos de México, sino de todos los pueblos de América Latina, a los que les impusieron regímenes criminales, que mataron a miles de personas por el solo hecho de ser sospechosos. O por "comunistas". No los encarcelaban: los
desaparecían, los torturaban y los asesinaban. En muchos países de la región hay miles de familias que saben de qué estoy hablando.

Pero los Estados Unidos demostraron que podían también ser enemigos de muchos más países del orbe, como Vietnam, Somalia, Afganistán o Irak.
El principal problema es que "Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses". Y conste que esto no lo dijo un comunista, sino un importante funcionario norteamericano en los años sesenta, Foster Dulles. Estados Unidos no tiene socios: tiene empleados. Así que Estados Unidos sólo piensa en el bienestar de un país: precisamente los Estados Unidos. Todas las demás naciones no son para ellos sino herramientas, instrumentos desechables.

"México es un importante socio comercial de los Estados Unidos". ¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase? Depende de Estados Unidos, sí, pero ¿en qué condiciones? El famoso Tratado de Libre Comercio ha aniquilado empresas mexicanas y ha devastado la agricultura nacional, además de convertir la
frontera norte en un verdadero vertedero de la basura del país vecino. Lo que México paga por servicio de la deuda externa a los Estados Unidos es una cantidad elevadísima, que podría ser empleada en desarrollar áreas fundamentales de la economía nacional. Pero ese dinero va a parar a las arcas de los Estados Unidos, les sirve para financiar sus guerras y cosas por el estilo. ¿Y a pesar de esto muchos quieren ver en Estados Unidos un país "amigo"? Esto es realmente sorprendente.

Los "gringos" quieren mucho a los mexicanos... los quieren como obreros a bajo costo, como empleados de segunda o como formas de diversión para sus ciudadanos. No en vano la prostitución infantil mexicana ha sido auspiciada por los pedófilos del país vecino. Y además, los quieren... pero lejos, muy lejos de su territorio. Tan lejos, que se cuentan por miles los muertos mexicanos que han intentado pasar "al otro lado" y han sido asesinados por ello.

¿Por qué quiere Estados Unidos acabar con Castro? ¿Para que Cuba sea democrática? ¿Por humanitarismo desinteresado? Por supuesto que no. Necesita a la isla como un territorio más para establecer empresas, obtener ganancias, abrir mercados, aprovechar los recursos naturales, obtener mano de obra
barata... como siempre. Y obviamente, los ciudadanos cubanos no tendrán un país mejor. Podrán decir lo que quieran, y reunirse y hacer partidos políticos, pero tal vez no tengan empleo, asistencia médica o educación superior. Recordemos que en México un 80% de los mexicanos en edad de estudios no tienen acceso a la educación superior. Y eso que México no es Bolivia, Paraguay, El Salvador o Guatemala, "modelos" en los que puede basarse el futuro de Cuba, y en los que ya se basó, en los años de Batista.

Cuba necesita mejorar, aunque según el Índice de Desarrollo Humano, no creado por los comunistas, sino por la ONU, ese país ocupa el lugar 52... tres lugares arriba de México, y por encima de Brasil, Panamá, Arabia Saudita, China, Ecuador y Perú (que ocupa el lugar 82). Necesita mejorar, pero no es libre de hacerlo... porque los Estados Unidos bloquean desde afuera toda esperanza de cambio que no sea el que dicten los gobiernos del país del norte. De hecho, los EU, con su torpe e inhumana política de bloqueo, han logrado unir en su contra a la mayoría de los cubanos, estén o no convencidos éstos del gobierno que tienen. Una política no restrictiva no beneficiaría al gobierno, sino al pueblo cubano.

No olvidemos: Cuba no es, no ha sido y no puede ser enemiga de México. ¿O acaso alguien cree que máñana nos invadirán, que se harán dueños de las empresas mexicanas, que extraerán nuestros recursos naturales o explotarán a los trabajadores de este país? La versión de que Cuba ha ofendido a México es una mentira evidente (hay que leer el discurso de Fidel Castro para entenderlo y tener elementos de juicio). El enemigo, como siempre, no está al Este, sino al Norte. Y nosotros estamos peligrosamente cerca de este enemigo. Ya lo dijo Rubén Darío: "Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos". Y por cierto, Rubén Darío no era comunista. Y mucho menos, trasnochado.