lunes, mayo 31, 2004

Nace la Asamblea de la Comunidad Cultural

El viernes pasado quedó constituida, por más de 200 personas, artistas y creadores, la Asamblea de la Comunidad Cultural. La iniciativa surgió hace un par de meses, y por fin se ha cristalizado en una instancia que busca incidir en las decisiones del gobierno y hacer escuchar la voz de los artistas y creadores, miembros de la comunidad cultural del país.

Este es el mensaje con el que se lanzó la convocatoria:

Es evidente que en México, desde hace unos lustros, está en marcha un proyecto subordinado a los imperativos de la globalización y a los grandes intereses transnacionales, que busca socavar las bases culturales y la identidad del país. Desde el poder, día a día se impulsa una idea de nación reñida con el anhelo mayoritario de una sociedad plural, diversa, cada vez más justa y en constante enriquecimiento de la vida pública. En el ámbito del arte y la cultura, nuestros gobernantes han llegado a la conclusión de que conviene tratar a los creadores y a las diversas empresas culturales como meros productores de mercancías, a los que hay que cargar con impuestos e imponer condiciones que dificulten su desarrollo y la difusión de sus obras.

Merced a esta política equivocada, se han desalentado las iniciativas encaminadas a ensanchar el acceso de los mexicanos a los bienes culturales y, por el contrario, se han producido violentos embates contra los creadores y los recursos del arte y la cultura de la nación. Tales, la repetida pretensión de imponer el IVA a libros y revistas; el intento de liquidar instituciones como el Instituto Mexicano de Cinematografía, el Centro de Capacitación Cinematográfica y los Estudios Churubusco; las embestidas de la censura abierta o enmascarada, la cancelación de sitios para la difusión artística y el achicamiento del presupuesto destinado a la cultura (como ocurrió recientemente en la Secretaría de Cultura del DF). Del mismo modo, cada vez son más frecuentes los intentos de poner en manos privadas el patrimonio cultural de todos los mexicanos, pasando monumentos públicos al control de grupos particulares, y es una práctica común permitir el uso de los sitios y monumentos para propósitos comerciales o de asociaciones afines al gobierno.

¿Se trata de hacer del país un inmenso páramo despojado de su follaje simbólico, intelectual y creativo?

Llega la hora de que la sociedad toda, y particularmente el sector de los creadores y los trabajadores de la cultura, enfrenten esta ofensiva contra la diversidad, el pensamiento y el quehacer cultural. Desde luego, ha habido resistencia frente a la política señalada. Grupos de intelectuales y creadores de diversos campos se han organizado para oponerse a diversas medidas. Pero hasta ahora ha sido una lucha restringida y gremial, reactiva y temporal, que si bien ha logrado detener varios propósitos contra el desarrollo cultural, no ha respondido colectivamente a los males sistémicos y estructurales que enmarcan cada una de las acciones del gobierno.

Esa resistencia debe convertirse en una acción concertada permanente para impedir la repetición de los atentados contra las instituciones del arte y la cultura, detener todo intento de aplicar impuestos al libro, conjurar la disminución de las aportaciones de los gobiernos a la promoción y difusión de las actividades y los productos artísticos y culturales y frenar todo tipo de actos, grandes y pequeños, destinados a empobrecer la calidad de vida de los mexicanos

Por ello, y con el objeto de estimular la más amplia reflexión, discusión y debate públicos sobre los retos y perspectivas de la creación, la cultura y los derechos democráticos en México, hemos decidido iniciar la formación de una Asamblea de la Comunidad Cultural que, permanentemente en guardia, examine y discuta las acciones, los propósitos y los despropósitos de los poderes públicos; que proponga medidas para enriquecer la vida cultural del país; que promueva iniciativas y reformas de ley ante los órganos legislativos y de ser necesario organice la protesta de la comunidad cultural; por último, que sea capaz de impulsar y emprender ?al margen del patrocinio oficial? actividades artísticas y culturales.

Todo esto, en el entendido de que la Asamblea no pretende erigirse en aparato autoritario y burocrático, saturado de cargos y formulismos, sino existir como un organismo vivo y vivaz, plenamente autónomo, independiente de partidos y organizaciones políticas, cuyas acciones y principios sean reflejo de las acciones y principios de quienes comparten una ingente preocupación por la cultura, cimiento sustancial de nuestra identidad mexicana.

Convocamos, pues, a todos los creadores y trabajadores del arte y la cultura, así como a la población interesada, a participar en esta iniciativa. El próximo viernes 28 de mayo, a las 19 horas, nos reuniremos en la Librería El Sótano de Coyoacán, calle Allende # 38, Col. Del Carmen, Coyoacán (junto al Foro Cultural Coyoacanense), para dar el banderazo fundacional y anunciar las primeras acciones de la Asamblea.

Armando Bartra, Flavio Barbosa, Elvira Concheiro, Raúl Díaz, Héctor Díaz Polanco, José Antonio Elo, Marcial Fernández, Rodrigo García Anaya, David Huerta, Dagoberto Márquez, Carlos Montemayor, Leo Eduardo Mendoza, Héctor Ortega, Carlos Payán Velver, Santiago Rojas Valdivia, Consuelo Sánchez, Paco Ignacio Taibo II, Gerardo de la Torre, Gerardo Unzueta, Carlos Vadillo, Aída Valdepeña.

México, D.F, a 19 de mayo de 2004.


Quienes quieran recibir información acerca de las actividades de la Asamblea y participar en este esfuerzo, pueden inscribirse en esta lista de correo: http://mx.groups.yahoo.com/group/AsCultura

Estas son algunas notas que aparecieron en la prensa sobre la Asamblea:


Reunión fundacional de la Asamblea de la Comunidad Cultural, en Coyoacán

Llaman a superar la lucha ''restringida y gremial'' en defensa de la cultura

''Las acciones, propósitos y despropósitos'' del poder público se someterán a discusión

Pugnarán por emprender actividades artísticas al margen del patrocinio oficial

Por YANIRETH ISRADE (La Jornada, 28.5.04)


Iniciativa que propone la cohesión del gremio cultural en un órgano capaz de perdurar y trascender acciones de carácter inmediatista, y entre cuyas principales tareas destaca la de ''impedir la repetición de los atentados contra las instituciones" del sector, la Asamblea de la Comunidad Cultural (Ascultura) celebrará su reunión fundacional este viernes en la librería El Sótano de Coyoacán (Allende 38), a las 19 horas.

En un documento, los convocantes señalan que aunque grupos de intelectuales y creadores de diversos campos se han organizado para oponerse a los embates del aparato gubernamental, ésa ha sido hasta ahora ''una lucha restringida y gremial, reactiva y temporal, que si bien ha logrado detener varios propósitos contra el desarrollo cultural, no ha respondido colectivamente a los males sistémicos y estructurales que enmarcan cada una de las acciones del gobierno".

Esa resistencia -añade- debe convertirse en una acción concertada permanente. Para tal fin, la Ascultura mantendrá una alerta constante y someterá a examen, para su discusión, ''las acciones, los propósitos y los despropósitos de los poderes públicos" en el ámbito referido.

Otros de sus objetivos son pugnar por ''medidas para enriquecer la vida cultural del país; que promueva iniciativas y reformas de ley ante los órganos legislativos y de ser necesario organice la protesta de la comunidad cultural; por último, que sea capaz de impulsar y emprender -al margen del patrocinio oficial- actividades artísticas y culturales."

Hasta ahora, según cálculos del escritor Leo Eduardo Mendoza, se ha adherido casi un centenar de creadores, académicos, actores, pintores y trabajadores de la cultura.

Más allá del simple diagnóstico

El académico e investigador Héctor Díaz Polanco, uno de los convocantes, explica la gestación de esta iniciativa: ''Se llegó a la conclusión de que no bastaba con hacer un diagnóstico de la situación de crisis general en que se encuentran las políticas públicas orientadas a la cultura, sino había que dar un paso adelante y construir un mínimo de organización para hacer frente a estos problemas, proponer soluciones y anticiparse a las dificultades''.

-¿Qué tan complicada resulta la cohesión entre un gremio interdisciplinario como el cultural, que acostumbra organizarse a partir de coyunturas?

-Nada fácil, pero para evitar caer en la inmovilización debido a esto, se propuso organizarnos en asamblea: horizontal, sin dirigentes ni criterios jerárquicos de mando-obediencia, sino de vocación colectiva, que además evite las decisiones por mayoría y por votación. El propósito, entonces, es construir consensos en cada uno de los temas.

-En lo que atañe a directrices del Estado en la cultura, ¿cómo procederán?

-Son tres los ejes generales de la asamblea. Uno, efectuar un registro de los problemas. Dos, construir propuestas de alternativas y presentarlas a las instancias que correspondan, como son congresos locales y, sobre todo, al Congreso de la Unión, para impulsar los cambios y adecuaciones legales pertinentes.

''En tercer lugar nos interesa abrir espacios de interlocución y reflexión, porque tenemos la impresión de que uno de los elementos más negativos de los tiempos recientes ha consistido en que el propio régimen ha ido no sólo cerrando foros de debate, sino desalentando la participación pública de los creadores de la cultura en el país."

Además, se conformarán comités estatales y regionales para combatir las decisiones centralizadas desde la ciudad de México.

Falta de atención de gobierno y partidos

Leo Eduardo Mendoza afirma que hay más elementos de coincidencia que diferencias entre los miembros del sector; el principal punto en común es la concepción de la cultura como componente vital de toda sociedad, y no como algo accesorio, ''que da prestigio, pero es secundario".

Advierte además que el tema de la cultura permanece sin la debida atención no sólo del gobierno, sino también de casi todos los partidos políticos. De ahí que el carácter de la asamblea sea autónomo de cualquier instituto político.

Lo fundamental, expone Mendoza, es ''movilizarse, hacer algo", pues muchos han sido los embates, entre los que se recuerdan la pretensión de gravar con el impuesto al valor agregado (IVA) a libros y revistas; el intento de liquidar al Instituto Mexicano de Cinematografía, el Centro de Capacitación Cinematográfica y los Estudios Churubusco, así como la reducción de presupuestos.

Entre los miembros de la Asamblea de la Comunidad Cultural figuran Armando Bartra, Flavio Barbosa, Elvira Concheiro, Raúl Díaz, Héctor Díaz Polanco, José Antonio Elo, Marcial Fernández, Rodrigo García Anaya, David Huerta, Dagoberto Márquez, Leo Eduardo Mendoza, Héctor Ortega, Carlos Payán Velver, Santiago Rojas Valdivia, Consuelo Sánchez, Paco Ignacio Taibo II, Gerardo de la Torre, Gerardo Unzueta, Carlos Vadillo y Aída Valdepeña.

Con nutrida asistencia se instala la Asamblea de la Comunidad Cultural
por Arturo Jiménez (La Jornada, 30.5.04)


De manera impensada por los organizadores, más de 150 artistas e intelectuales asistieron a la reunión fundacional, pública y abierta de la Asamblea de la Comunidad Cultural (Ascultura), convocada como un organismo "horizontal" y apartidista que enfrente sistemática y propositivamente los embates gubernamentales contra la cultura.

Pese a una evidente falta de experiencia en el manejo de reuniones colectivas y a un patio de la librería El Sótano de Coyoacán lleno de incomodidades y de gente, la nueva organización pudo llegar a su primer consenso: la lectura pública del Canto general, de Pablo Neruda, quizá en el Zócalo capitalino y quizá el domingo 13 de junio.

La mesa estuvo presidida por el poeta David Huerta, los escritores Gerardo de la Torre, José Antonio Elo y Gerardo Unzueta, y el especialista en artes escénicas Raúl Díaz. En primera fila, entre los que alcanzaron silla, estaba el actor Carlos Bracho.

Por ahí andaban también el poeta Ricardo Yáñez, el poeta y editor Eduardo Mosches, el narrador Alberto Chimal y el guionista de cine Javier Robles (Rojo amanecer, Los motivos de Luz), entre otros.

Brillaron por su ausencia muchas de las muy conocidas figuras del medio cultural caracterizadas por sus planteamientos críticos. Incluso varios de los convocantes no estuvieron en esa primera reunión, como los escritores Leo Eduardo Mendoza o Paco Ignacio Taibo II, de quien se supo estaba fuera del país.

En contraparte, brillaron por su presencia escritores, actores, cuentacuentos, bailarines, artistas plásticos, rescatadores de tradiciones indígenas, promotores culturales, editores independientes de libros y revistas, y trabajadores de la cultura y de los medios de comunicación. Incluso un pintor y promotor cultural se dejó venir desde Ciudad Juárez.

Al final, en las listas que circularon durante la reunión para sumarse e integrarse a Ascultura, se contaron más de cien nombres. Y si se considera que antes de la reunión los organizadores ya hablaban de otro centenar, puede hablarse entonces de un amplio poder de convocatoria.

Embates a la cultura

La reunión comenzó con la lectura del texto convocante, el cual circuló los días previos por Internet y de manera parcial en cartas y notas periodísticas (La Jornada, 28 mayo, 2004).

"Es evidente que en México, desde hace unos lustros, está en marcha un proyecto subordinado a los imperativos de la globalización y a los grandes intereses transnacionales, que busca socavar las bases culturales y la identidad del país", consigna el texto.

"Se han desalentado las iniciativas encaminadas a ensanchar el acceso de los mexicanos a los bienes culturales y, por el contrario, se han producido violentos embates contra los creadores y los recursos del arte y la cultura de la nación."

Y menciona como ejemplos la repetida pretensión de imponer el IVA a libros y revistas, el intento de liquidar instituciones como el Instituto Mexicano de Cinematografía, el Centro de Capacitación Cinematográfica y los Estudios Churubusco.

También enlista la censura "abierta o enmascarada", la cancelación de sitios para la difusión artística y la disminución del presupuesto destinado a la cultura, "como ocurrió recientemente en la Secretaría de Cultura del DF". Además, los intentos de privatizar el patrimonio cultural de México.

Participación plural

Luego comenzaron las intervenciones de los convocados. Una integrante de la Asociación de Creadores de Arte planteó el caso del intento de la delegación Benito Juárez de cerrar el Centro Cultural la Pirámide.

El director de la revista Crónicas y Leyendas de la Ciudad de México, Jermán Argueta, llamó a hacer de Ascultura una fiesta y recordó que este domingo se realizará una manifestación artística en la explanada del Palacio de Bellas Artes en apoyo a los trabajadores del programa Alas y Raíces a los Niños.

El artista plástico y promotor cultural Benjamín Romero habló del proyecto de impulsar la secretaría de cultura federal y criticó la labor de la del Distrito Federal por concebir a la cultura sólo como la organización de espectáculos.

Ricardo Bautista, promotor cultural y asesor del diputado federal perredista Inti Muñoz, leyó un texto a nombre de ambos y de otros promotores y propuso la realización de una jornada en protesta al "pensamiento vacuo" de los actuales gobernantes sobre la cultura. Y dijo:

"El presupuesto destinado a la cultura ha disminuido constantemente desde que el antiintelectualismo azul, de derechas, llegó al poder: hoy ese presupuesto representa sólo el .07 por ciento del producto interno bruto, cuando la UNESCO recomienda a países en desarrollo destinar 1 por ciento del PIB."

Javier Robles, guionista de cine, dijo que mejor se hiciera un análisis crítico del documento leído por los convocantes y se dejara para otro momento el listado de problemas concretos. Habló después otra decena de participantes.

La comisión organizadora planea una reunión interna para la próxima semana a fin de consolidar la relación con los nuevos miembros de Ascultura y precisar la fecha de la lectura de Neruda en el Zócalo, entre otros puntos.

Para mayores informes: jaelo@prodigy.net.mx y rauldiaz1941@yahoo.com

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Más de 200 creadores fundan la Ascultura

El objetivo de la asamblea: oponerse a medidas de gobierno contra el desarrollo cultural en el país

por Miguel Angel Ceballos
El Universal Domingo 30 de mayo de 2004


Entre propuestas entusiastas, manifestaciones de apoyo y poca organización, el pasado viernes quedó constituida la Asamblea de la Comunidad Cultural (Ascultura), un organismo que pretende examinar y discutir las acciones y propósitos de los poderes públicos en el ámbito cultural.

Los más de 200 creadores y trabajadores del arte y la cultura que asistieron a la librería El Sótano de Coyoacán, sobrepasaron la expectativa de los organizadores, quienes estaban preparados para recibir sólo a 60 personas. Esto ocasionó que algunos se retiraran molestos porque el sonido no era suficiente para que los que estaban atrás escucharán las propuestas.

Los encargados de dirigir la reunión, el periodista Gerardo Unzueta, el escritor David Huerta y el crítico Raúl Díaz, dieron lectura al documento que ofrece el porqué de la creación de la Ascultura.

"Llegó la hora de que la sociedad toda, y particularmente el sector de los creadores, enfrenten la ofensiva contra la diversidad, el pensamiento y el quehacer cultural. Grupos de intelectuales y creadores de diversos campos se han organizado para oponerse a diversas medidas, pero hasta ahora ha sido una lucha restringida y gremial, reactiva y temporal, que si bien ha logrado detener varios propósitos contra el desarrollo cultural, no ha respondido colectivamente a los males sistémicos y estructurales que enmarcan cada una de las acciones del gobierno".

A pesar de que la convocatoria a la reunión estaba firmada por creadores como Armando Bartra, Paco Ignacio Taibo II y Carlos Montemayor, éstos no asistieron. Fue gente como Ricardo Bautista, Germán Argueta, Francisco Hernández, Ricardo Fuentes y Froylán Rascón, entre otros, quienes tomaron el micrófono para celebrar la iniciativa de una asamblea de este tipo y ofrecer propuestas.

Benjamín, artista plástico y promotor cultural, señaló que como inicio está bien, pero que es necesario organizar una serie de tareas de manera coordinada para que la Ascultura prospere, pues de otro modo, advirtió, hasta los organizadores mismos terminarán decepcionados del proyecto. "No es una tarea fácil, ojalá no sea sólo coyuntural sino permanente, porque así vivimos los problemas".