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Este correo me lo envió un amigo y me pareció muy interesante. ¿Y usted qué opina, hipócrita lector?
Slow Attitude: ¿Podemos vivir más despacio?
Ya voy para 18 años que estoy aquí en la Volvo, una empresa sueca. Trabajar con ellos, es una convivencia en lo mínimo, interesante.
Cualquier proyecto aquí demora dos años para concretarse, aunque la idea sea brillante y simple. Es regla. Nuestros procesos globales, causa en nosotros aflicciones por resultados inmediatos (brasileños, americanos, australianos, asiáticos) y una ansiedad generalizada, en tanto, nuestro sentido de urgencia no surte exitoso efecto en tan corto plazo.
Los suecos discuten, discuten, hacen numerosas reuniones ponderaciones... Y trabajan en un esquema mucho más "slow down."
Lo peor, es constatar que, al final, acaban siempre acertados en el tiempo de ellos, con la madurez de la tecnología y de la necesidad:
Veamos esto:
1. El país es del tamaño de São Paulo; menor que la provincia de Buenos Aires.
2. El país tiene 2 millones de habitantes, menos que la Capital Federal de Argentina.
3. Su mayor ciudad, Estocolmo, tiene 500.000 habitantes, como Paraná o Corrientes capital.
4. Empresas de capital sueco, son: Volvo, Scania, Ericsson, Electrolux, ABB, Nokia, Nobel Biocare...
Nada mal, ¿no? Para tener una idea, la Volvo fabrica los motores propulsores para los cohetes de la NASA.
Digo para los demás grupos globales: Los suecos pueden estar equivocados, mas son ellos lo que tienen buenísimos salarios. Entretanto, vale resaltar que no conozco un pueblo que tenga mas cultura colectiva, que ellos.
Voy a contar a ustedes una breve anécdota solo para dar una noción...
La primera vez que fui a Suecia, en por los años 90, uno de mis colegas suecos me buscaba en el hotel toda las mañanas. Era septiembre, había un frío leve y nevisca; llegábamos temprano a la sede de Volvo y el estacionaba el automóvil bien lejos de la puerta de entrada (son 2.000 empleados con coche).
El primer día no dije nada, ni en el segundo, ni el tercero...
Después, con un poco más de confianza, una mañana pregunté:
¿Tienes lugar demarcado para estacionar aquí? Noto que llegamos temprano, el estacionamiento está vacío y tú dejas el auto allá en el final..." Y el me respondió simplemente así: "Es que llegamos temprano, entonces tenemos tiempo de caminar. Quien llega más tarde, ya va a estar atrasado; mejor que se estacione más cerca de la puerta.
¿No estas de acuerdo?
¡Imaginen mi cara!
Esta fue la primera, pero... Sirvió para revisar a fondo mis conceptos. Hoy, hay un gran movimiento en Europa llamado Slow Food.
La Slow Food International Association - cuyo símbolo es un caracol - tiene su base en Italia (es un sitio muy interesante, vealo). Lo que el movimiento Slow Food pregona, es que las personas deben comer y beber lentamente, saboreando los alimentos, "compartiendo" su preparación, conviviendo con la familia, con amigos, sin prisa y con calidad.
La idea es la de contraponerse al espíritu del Fast Food y a lo que el representa como estilo de vida.
La sorpresa, entonces, es que ese movimiento de Slow Food está sirviendo de base para un movimiento mas amplio llamado Slow Europe, como publicó la revista Business Week en su última edición europea.
La base de todo está en el cuestionamiento de la "prisa" y de la "locura" generada por la globalización, por el anhelo de "la cantidad a tener" en contraposición a *calidad de vida* o la *calidad de ser*.
Según la Business Week, los trabajadores franceses, aunque trabajan menos horas, (35 horas/semana)son más productivos que sus colegas americanos o ingleses.
Y los alemanes, que en muchas empresas instituyeron una semana de 28,8 horas de trabajo, vieron su productividad crecer nada menos que un 20%. Esa llamada "slow attitude", está generando la atención hasta de los americanos, apologistas del Fast" (rápido) y del "Do it Now" (hágalo ya).
Por lo tanto, esa "actitud sin-prisa" no significa hacer menos, ni menor productividad. Significa, si, hacer las cosas y trabajar con mas "calidad" y "productividad" con mayor perfección, atención a los detalles y con menos estrés.
Significa retomar los valores de la familia, de los amigos, del tiempolibre, del placer y de las pequeñas comunidades. Del "local", presente y concreto, en contraposición al "global"-indefinido y anónimo. Significa retomar los valores esenciales del ser humano, de los pequeños placeres de lo cotidiano, de la simplicidad de vivir y convivir.
Significa un ambiente de trabajo menos coercitivo, más alegre, más "leve" y por lo tanto, más productivo, donde seres humanos felices hacen, con placer, lo que saben hacer mejor.
En esta semana, me gustaría que pienses un poco sobre eso. ¿Será que los viejos dictados "Despacio que llevo prisa" o si no "La prisa es enemiga de la perfección", merecen nuevamente nuestra atención en estos tiempos de desenfrenada locura?
¿Será que nuestras empresas deberían también pensar en programas serios de "calidad sin-prisa" hasta para aumentar la productividad y calidad de los productos y servicios sin la necesaria perdida de la "calidad de ser"?.
Nadie tiene mas o menos que 24 horas por día.
La diferencia es como y qué hace cada uno con su tiempo.
Precisamos saber aprovechar cada momento, porque, como dice John Lennon... "La vida es aquello que acontece en tanto hacemos planes para el futuro".
Felicitaciones por haber leído hasta el final...
Muchos no llegaran a leer hasta aquí, porque no pueden "perder" su tiempo en este mundo globalizado.
Piense y reflexione: ¿hasta que punto vale la pena dejar de compartir con su familia, de estar con la persona amada, de practicar su credo, o ir a pescar el fin de semana?Luego encontré esto en el periódico:
México se suma al culto por el slow
Cuatro de cada 10 personas padecen síndrome de la felicidad aplazada por no tener tiempo para lo esencial
El Universal
Domingo 12 de junio de 2005La cultura de ir más despacio surgió en Roma, Italia, en 1986, como manifestación contra la apertura de un "fast food" junto a la escalinata de la Plaza de España y como respuesta al frenesí por la "fast life", nos explica Giorgio D` Angeli.
Carlo Petrini es el fundador. Y a él se unieron filósofos, gastrónomos, cardiólogos, estudiantes, etcétera, quienes fueron conformando una organización a la que denominaron Slow Food. No tiene fines lucrativos, dice Silvia Bernardini, su representante en San Miguel de Allende.
En México, este movimiento comenzó a conocerse hace unos tres años y a la fecha se han sumado a él alrededor de 150 personas (en España ya suman mil 500). "La cifra de adeptos es insignificante, pero todo gran movimiento comenzó con unos cuantos seguidores".
La cultura "slow" también ha ido creciendo a través de espacios en donde se comercializan alimentos orgánicos y en hoteles boutique con capacidad para 12 personas como máximo, cuya finalidad es que los huéspedes disfruten de atención personalizada y de alimentos de calidad.
Y es que, de acuerdo con Silvia Bernardini "no sólo está en juego la calidad de la vida moderna, arruinada por el estrés, sino un mundo dominado por las multinacionales que obligan a países como México a comprar maíz transgénico destruyendo hectáreas de maíz autóctono.
En nuestro país La organización Slow Food México se extiende a través de los Convivia, líderes que periódicamente realizan cursos, pruebas, cenas y turismo del vino. Ellos promueven, a nivel local, las campañas lanzadas por la asociación internacional.
Para ingresar al grupo sólo hay dos requisitos: interesarse por una mejor calidad de vida y ponerse en contacto con alguno de los miembros de la organización, a través del correo electrónico.
La representante del Convivio Slow Food San Miguel de Allende añade que esa localidad se ha consolidado como una ciudad lenta porque "la gente que vive aquí o la visita es muy sensible. Se trata de escritores, músicos, artistas... que buscan un estilo de vida más tranquilo".
Para combatir la rapidez de la vida moderna, así como el estrés y las prisas en una ciudad tan caótica como la de México, el gastrónomo D` Angeli aconseja practicar tareas "slow" como la lectura y la caminata, y tener comidas tranquilas y con la familia.
"Algunas labores tan simples como el vestirse, charlar, comer bien y rico, sin prisas, para evitar estresarse, constituyen una gran ayuda", remarca.
La marea se extiendeSlow Life crece despacio, pero permanentemente. Hay cerca de 90 mil socios en 104 países como Alemania, Suiza, Estados Unidos, Francia, Japón, Gran Bretaña y México, quienes se han propuesto crear un estilo de vida urbano en el que haya, sobre todo, menos anuncios publicitarios.
También buscan la posibilidad de establecer Slow Schools (colegios lentos), en los que se abogue por una enseñanza sin competitividad, sin masificar y con tiempo de sobra para el aprendizaje.
Propugnan, además, por una nueva modalidad de relaciones íntimas, el Slow Sex (sexo lento) en el que se practique una mezcla de orientalismo e ideología new age , para que el encuentro con la pareja se desarrolle con calma y serenidad. ¿Una utopía más?
www.slowfoodmexico.com
Tras un estilo de vida relax
Por Nayeli Rueda
Slow Life es un movimiento que abarca 140 países, incluido México. Su reto es reducir el "vertiginoso ritmo" que hay actualmente Darse tiempo para todo, levantarse de la cama sin mirar el reloj y desayunar "sin carreras", son algunos de los fundamentos de un movimiento mundial que se basa en la cultura de ir despacio: se le denomina "Slow Life".
Esta forma de vida es ya una realidad en 32 villas de Italia como Bra, localidad de 28 mil habitantes, en donde el reloj va retrasado 30 minutos.
En ese lugar, las tiendas cierran jueves y domingos, los bancos operan con horarios flexibles y los automóviles tienen prohibido circular en la zona céntrica; en los alrededores pueden hacerlo a un máximo de 20 kilómetros por hora.
Aquí en México este "modus vivendi" comienza a ganar adeptos. Por el momento, sería difícil adoptarlo en las grandes urbes; en cambio, se le augura buen éxito en lugares como Valle de Bravo, Oaxaca, San Miguel de Allende y Puebla, de acuerdo con Giorgio D` Angeli, representante en nuestro país del Movimiento Internacional Slow Food.
Según explica el señor D`Angeli, esta organización tiene como finalidad la defensa de la biodiversidad y las tradiciones gastronómicas, así como el rescate de los valores básicos del ser humano: la familia, los amigos, el tiempo libre y algunas costumbres de antaño.
"Por sus características, las ciudades pequeñas y sin actividad industrial facilitan un ritmo de vida más tranquilo, que a la vez, podría inclinar a las personas a reflexionar sobre su propia existencia, a darle menos valor a lo material y, en consecuencia, a tener menos preocupaciones", explica el gastrónomo y escritor italiano, quien suele darse el tiempo, cuando visita Valle de Bravo, para tomarse un helado, visitar a los amigos y hasta comer en familia.
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