lunes, abril 26, 2004

Prometeo

Prometeo
Por Franz Kafka

De Prometeo nos hablan cuatro leyendas.

Según la primera, lo amarraron al Cáucaso por haber dado a conocer a los hombres los secretos divinos, y los dioses enviaron numerosas águilas a devorar su hígado, en continua renovación.

De acuerdo con la segunda, Prometeo, deshecho por el dolor que le producían los picos desgarradores, se fue empotrando en la roca hasta llegar a fundirse con ella.

Conforme a la tercera, su traición paso al olvido con el correr de los siglos. Los dioses lo olvidaron, las águilas, lo olvidaron, el mismo se olvidó.

Con arreglo a la cuarta, todos se aburrieron de esa historia absurda. Se aburrieron los dioses, se aburrieron las águilas y la herida se cerró de tedio.

Solo permaneció el inexplicable peñasco.

La leyenda pretende descifrar lo indescifrable.

Como surgida de una verdad, tiene que remontarse a lo indescifrable.

(Tomado del libro La Metamorfosis, ©1980 Editores Mexicanos)

viernes, abril 23, 2004

Eso es todo

Ella tiene razón: tengo que leer más. Voy a dejar de pensar en ella.

miércoles, abril 21, 2004

"Macho, macho man, I wanna be a macho man!"


Nótese la panza chelera del apache

Ayer en la noche andaba zappeando en la tele, cuando de pasada escuché al insoportable Adal Ramones presentando a Village People. Me estacioné en el 5 y me dio lo que se llama "pena ajena", al constatar los estragos que hace el tiempo, pero sobre todo la falta total de dignidad a la que puede llegar alguien cuando necesita dinero y la aceptación bovina que ejerce un público atado a la nostalgia.

¿Quiénes son los que pagan por ver a esos pellejos y retazos con hueso contonearse al ritmo de "YMCA"? De seguro alguien que no ha superado adecuadamente la adolescencia y se regodea en los recuerdos de una época que, si bien no fue mejor, por lo menos era menos ojeta que la actual.

Nótese en la foto la panzota de Felipe Rose, el puertoriqueño que la hace de apache. Carajo, pudo haberse puesto a dieta para enfrentar la gira. En tanto, el que la hace de militar ni siquiera puede moverse ya a la hora de bailar.

Cuando estaba en sexto de primaria estalló la ola disco. Todos queríamos ser John Travolta y todas querían ser Olivia Newton John. Como era malo para la bailada, decidí hacerme el indispensable en las fiestas del salón y yo llevaba el estéreo y ponía los discos.

Así empecé mi incipiente colección de 45's, con puros éxitos de la época disco: Gonzalez (No he dejado de bailar), Claudja Barry (Zapatos de Boogie Oogie), Freddie James (Levántate y baila), Gloria Gaynor (Sobreviviré), Patrick Hernández (Nacido para estar vivo), Donna Summer (Last dance), Rick Dees y su banda de tontos (¡La canción del pato!), Lipps Inc. (Diseñador de música), Lime (Tu amor), Anita Ward (Toca mi campana) y tantas y tantas rolas con las que los alumnos del tercero D regamos la polilla por cuanta sala o patio se dejara.

En un festival escolar bailamos "Macho man", y entonces no sabíamos inglés, por lo que en realidad nos tenía sin cuidados que esos tipos tan machotes fueran gayos de pelea. Incluso ahora mismo me vale saberlo, pero...

¿Quién diablos se creen estos bultos decadentes para venir a echarme a perder los recuerdos dorados de mi adolescencia? Carajo, que alguien les haga entender que la explotación mercenaria de la nostalgia tiene sus límites.

sábado, abril 17, 2004

Las ilusiones y el cáliz

"Nuestras ilusiones no tienen límites; probamos mil veces la amargura del cáliz y, sin embargo, volvemos a arrimar nuestros labios a su borde", dijo René de Chateaubriand

Ni modo, ¿qué le vamos a hacer?

Tú vas a seguir ilusionada en que él no te volverá a engañar, y yo seguiré ilusionado en que algún día te darás cuenta de que tu lugar es aquí, junto a mí.

Hasta que ya no podemos beber más ilusiones o se rompa el cáliz, lo que suceda primero.

El espectáculo de la realidad

Esto se me ocurrió ayer, mientras la tele de la cantina estaba sintonizada en MTV y pasaban los Osbournes y The Newlyweds:

Las televisoras nos venden los reality shows con la promesa de que todo lo que se ve en la pantalla es "la vida real"; es decir, que las cosas que pasan ahí no son actuadas ni inventadas sino "la pura realidad". En los reality shows siempre se afirma que lo mostrado es lo verdadero, lo transparente, lo sincero. Lo cierto es que no hay nada más falso que ese tipo de programas. La forma más falsa de falsedad es pretender ser "real", espontáneo y natural.

En los noticieros sucede lo mismo: nunca nos muestran lo real ni la verdad acerca de la realidad sino que la esconden y la acomodan a su conveniencia. Eso ya se sabía desde hace mucho.

Sin embargo, lo más preocupante es que los políticos, como Andrés Manuel López Obrador, hablan cada vez más de "complots', de conjuras, de intereses ocultos que buscan atacarlo, pero nunca aclaran realmente en qué consiste el complot o cuáles son los mecanismos que lo conforman.

El Peje sólo muestra parte de documentos, de supuestas evidencias, pero nunca habla claraamente del problema fundamental: los actos de corrupción cometidos por su equipo de colaboradores y si tenía o no conocimiento de ellos.

Es decir, mientras lo falso (los reality) se nos vende bajo el ropaje de la verdad, se busca esconder a la realidad bajo el disfraz del complot, de la conjura orquestada por personajes oscuros que nunca dan la cara.

Se está llegando a tal grado que René Bejarano trata de ocultar lo único real que existe en todo esto de los videoescándalos: que se estaba embolsando dinero. Ahora resulta que lo que se metió en los bolsillo del saco no eran fajos de billetes sino su agenda electrónica, que el dinero no era un soborno o pago de favores sino "un préstamo" personal, que no cometió un delito sino "un error".

Es decir, se busca ocultar la verdad bajo la máscara de "lo real" y "lo real" es lo que aparece registrado en video, en imagen. Se busca convertir la imagen en el único argumento para confirmar la verdad o falsedad de la realidad. Si no hay video de por medio, simple y sencillamente no existe o es mentira. (por eso, como forma de protesta a esta "dictadura de la imagen", la edición de abril de la revista etcétera no incluye ni una sola fotografía, puro texto, para trara de devolverle su lugar a las ideas y a las palabras sensatas en este orgía de imágenes en que el sistema quiere convertir la realidad para manipularla a su antojo).

Por eso no es de extrañar que Brozo, un personaje, se esté convirtiendo en el periodista estrella de Televisa. Su disfraz le permite jugar como se le antoje, echar desmadre y hasta insultar cuando quiere, sin que se le pueda reclamar nada porque"al fin y al cabo es sólo un personaje, no es real", pero también puede decir cosas, verdades o mentiras (eso es lo de menos), que de otra forma, sin el disfraz, sin "la máscara" del payaso, nadie más podría decir en la televisión.

Es exactamente el mismo mecanismo utilizado por el Subcomandante Marcos: sólo ocultando el rostro les hicieron caso los medios a los indígenas y sólo así Marcos puede decir lo que le dé la gana, a nombre de él o a nombre de sus supuestos representados.

Empezar de cero

Ando medio agüitado porque el jueves, por una estupidez de mi parte, se echó a perder el archivo donde se guarda la base de datos de mensajes de mi computadora y, aunque traté de recuperarlos, se perdieron irremisiblemente. Tenía allí casi cuatro años de mensajes. No todos me duelen lo mismo, dede luego, pero sí había algunos que quería conservar.

De cualquier forma, creo que tiene razón el Oso: de alguna forma, esa pérdida significa que debo empezar de cero, y así lo estoy haciendo, deshaciéndome de los lastres del pasado y mirando hacia adelante, en todos los aspectos. Pues ya qué.

jueves, abril 15, 2004

El Borges del fútbol

En la edición de este mes de la revista oficial del mejor equipo de futbol del mundo, es decir, de las Chivas Rayadas del Guadalajara (la cual es editada ahora, por cierto, por Héctor Avélica, Totó para los cuates), aparece una entrevista con “El Flaco” César Luis Menotti, quien bien podría ser catalogado como “el Borges del fútbol” (¿o Borges era el “Menotti de la literatura?). Como sea, Menotti es una de las tres o cuatro personas pensantes que existen en todo el ambiente futbolístico a nivel mundial (otro es Jorge Valdano).

Cito los fragmentos de la entrevista que, aunque aplicados al futbol, podrían extenderse muy bien al campo de la literatura:

“Para mí, el futbol es una obra de teatro. Lo que hace una gran obra de teatro es un gran libro, lo que podríamos comparar con un club. También se necesita un buen productor, que sería el que contrata a un buen entrenador y a los jugadores. Sin embargo, no alcanza con eso. Lo que fortifica a una obra de teatro son los ensayos, porque si escribo una obra el martes y presento el guión el miércoles y el jueves contrato a los actores, ensayo el viernes para ponerla en escena el sábado. Así seguramente no saldrá bien. Sólo se podrá salvar la obra por la gran interpretación de los actores, quienes, al ser artistas, corrigen la falta de tiempo. Y eso sucede con el futbol. Este deporte, como las grandes obras, tiene su tiempo. Pero en este mundo moderno, el tiempo se devora el juego. Se busca el éxito rápido, es decir, el deterioro cultural que hemos sufrido (intencionalmente o por ignorancia), nos ha arrebatado el tiempo: hoy en día todo es para mañana. El futbol no está exento de eso”.

“Hoy no hay un análisis serio de lo que es un equipo de futbol. Para justificar todo lo que carece de contenido se utiliza la palabra ‘modernismo’. Hoy, un tipo que canta terrible pero que tiene éxito puede justificarse bajo la idea de que es un ‘cantante moderno’. Un futbolista que juega mal, pero que corre y lucha y va para allá y par acá, es un futbolista moderno; un equipo que juega mal y gana es un equipo moderno. Como no hay un contenido profundo, se califica de moderno. Y es algo que realmente me preocupa. Ahora resulta que es palabra, que en verdad fue revolucionaria, se ha convertido en la solución a todo lo que carece de contenido”.

“El futbol se debe de basar en el engaño. Hay tres valores fundamentales que son engaño, tiempo y espacio., igual que en la guerra, con la diferencia que esto es un juego. El engaño es hacerle creer al adversario una cosa; por eso cuando un periodista dice que un jugador estaba distraído, está diciendo una tontería. Otro ejemplo es cuando se dice: hoy vamos a jugar concentrados. Otra mentira, pues no existen jugadores desconcentrados. Nadie que haya jugado al futbol sale al partido pensando en que al término de éste se comerá una pizza. Lo que sucede es que te engañaron, te hicieron hacer un papelón porque creíste una cosa y te hicieron otra. Como en todo juego, los buenos jugadores son los que engañan más y se dejan engañar menos”.

“Antes que nada, un entrenador es un maestro. Ahora, un buen entrenador es el que agarra a un jugador que tiene 10 virtudes y 100 defectos, y lo transforma para que tenga 10 defectos y 90 virtudes; ése es un entrenador de futbol. No es el que gana un partido el domingo. Es como decir que Julio Iglesias canta bien porque vende dos millones de discos”.

“A mis jugadores les pregunto cómo quieren ser. ¿Como Maradona o como otro tonto más que juega al futbol? Es decir, apuntemos hasta arriba para ver en donde aterrizamos. Si eres un buen conductor de Cadillac, no te pondré a conducir un Fórmula Uno: sería una irresponsabilidad de mi parte. Vamos a volar, y cuando vea que un jugador ya no puede más, se lo diré. No tengo derecho de cortarle las alas a un futbolista. Sería una infamia”.

“La única manera de que un ser humano crezca y se fortifique en su personalidad es a través del conocimiento. Por lo tanto, un jugador es cabeza, corazón y agallas. Si es sólo agallas, es un loco que muere en el primer intento; si es puro corazón, no le alcanza porque llora cuando pierde y se ríe mucho cuando gana. Si es pura cabeza, es frío y no siente nada”.

“Cuando un entrenador conoce a su equipo, tiene que buscar eficacia, no belleza; porque la belleza aparece en pinceladas en las cosas que se hacen bien. Es decir, nadie escribe para escribir bello; esa característica sería una consecuencia de escribir bien —porque no todas las obras son Cien años de soledad— sale algo bello. Hay cosas buenas y malas del mismo autor, porque si alguien está preparado para hacerlo bien, las pinceladas de belleza aparecen solas”.

“Todo es una lucha permanente por el crecimiento. No sé si es trabajo. Cuando voy al campo de juego, no es sólo un campo: es un taller literario donde artesanos y artistas están buscando cosas. Eso, para mi, es un entrenamieno de futbol. Después… viene el trabajo. Para lograr eso hay que estar preparado y no hay que renunciar a los tiempos de trabajo. Mientras más tiempo mejor”.

“¿Qué es el futbol? Lo que dijo Borges de la literatura: orden y aventura”.

martes, abril 13, 2004

En verdad existe...

A ver, díganme ustedes, ¿cómo es posible no quedar prendado de algo así?:

lunes, abril 12, 2004

Cine Permanencia Voluntaria

Como era sábado y además de Gloria (Gaynor), mi batimente dedujo que la ciudad estaría vacía y decidí encaminarme al cine. En efecto, llegué en 20 minutos y los cines todavía ni abrían.

Comento las películas en estricto orden de aparición ante mis ojos:

Elephant



Muy libremente basada en la masacre de Columbine, esta cinta de Gus Van Sant es una obra de arte incómoda, cuestionante, que te deja perplejo en el momento, sin saber qué pensar, pero conforme vas pensando más y mas en ella te van cayendo los veintes. No es un alegato de denuncia como el documental (soberbio) de Michael Moore, pero muestra las posibilidades (gracias a Dios) que artísticamente le quedan al cine.

Vale la pena reseñarla con amplitud.

La película empieza con unas tomas del cielo y los árboles, para luego caer en un automóvil a la deriva, en un típico suburbio gringo. Sin rumbo, el carro le da en la madre a otros autos estacionados. Se sube a la banqueta y se detiene. Del auto se baja un rubicundo y carilindo adolescente y le da un vistazo a los rayones del carro. Comenta que su mamá se va a encabronar. Se dirige al lado del conductor y le dice a… ¡su papá que ahora él maneja! El papá está evidentemente borracho perdido. Llegan a la escuela y el chavo le habla a su hermano para que pase a recoger a su papá, que no puede manejar en ese estado. En eso llega el director de la escuela y le dice al chavo que pase a su oficina porque está castigado por llegar tarde. Resignado, el chavo camina por los pasillos de la escuela, vacía a esas horas aún.

Desde aquí nos damos cuenta de que las cosas no funcionan ni bien ni de la manera en que deberían, aunque parezca un día de lo más normal.

Otro chavo, anda tomado fotografías y les pide a unos punks que posen para él en el pasto. Los punks le dicen que si no prefiere que se desnuden y el chavo contesta que no, que mejor nomás así. Les toma las fotos y se alejan. El chavo se va al laboratorio de foto de la escuela y se pone a revelar las fotos. En el camino se cruza con el rubilindo y le toma una foto.

También aparece un guapito, atleta, que todas las chavas se quieren tirar y que anda en busca de su noviecita, la niña linda de la clase, que además es celosísima y ya hasta se cacheteó a una tipa que se le quedó viendo a su galán. Todo esto lo sabemos por el chisme que se traen tres niñas pendejas y buenísimas que más se tardan en almorzar que irse al baño a vomitar.

A estas alturas la película nos empieza a inquietar debido a que la cámara parece andar a la deriva, sin destino fijo, como si no supiera quién es el personaje principal de la historia, los sigue como si en ese momento decidiera “ahora vamos detrás de éste, a ver qué hace”. Lo único que nos indica algo de la intención del director es que cada vez que sigue a un personaje por unos momentos aparece su nombre en un fondo negro.

La cámara sigue a los personajes tratando de emular la perspectiva de los juegos de video, de ésos donde andas por las largos pasillos buscando monstruos a los cuales acribillar. Los personajes se cruzan e intercambian palabras, pero en realidad todo mundo parece andar ensimismado en sus propios problemas. No se siente una verdadera comunicación de nadie con nadie. Hasta la cámara se siente así. Por ejemplo, cuando las niñas lindas y estúpidas están platicando durante el almuerzo, la cámara no enfoca a la que habla sino a las que escuchan o se distrae tomando a los demás chavos en el comedor escolar.

También aparece la típica ratona de biblioteca con lentes y toda la cosa, que no se pone shorts para salir a la clase de gimnasia y por lo cual se burlan de ella en el vestidor las buenísimas e imbéciles. Aparece también otro chavito, insignificante, a quienes los tipicos gandallas le avientan porquería en la cara durante la clase sin que el maestro diga nada. El chavo se va a limpiar al baño y luego se va al comedor, pero no a alamorzar sino a tomar notas en una libretita. Alguien le pregunta qué hace y dice que es para “su plan”. Entonces lo vemos en su casa ejecutando virtuosamente a Beethoven en el piano, hasta que llega otro cuate y practica un videojuego violento en la computadora mientras el otro toca “Para Elisa”. Ven documentales sobre Hitler en la tele, compran un rifle por Internet y se quedan dormidos leyendo manuales sobre explosivos.

Una escena clave para entender la película es una discusión en un salón (la única donde se ve a los alumnos en clase y con un maestro, porque los adultos, o están borrachos o dándose un toque, como los cocineros del comedor, o reprendiendo a los alumnos) donde el maestro pregunta: ¿Se puede saber que alguien es homosexual nada más por verlo caminar en la calle? Los alumnos argumentan a favor o en contra, pero la verdadera pregunta, para los fines de la película, es: ¿Se puede saber que un alumno de secundaria va a masacrar a toda la escuela nada más porque le gustan los videojuegos violentos o porque toca celestialmente a Beethoven?

Los chavos insignificantes se meten a bañar juntos y se besan, quizá no sólo por homosexuales sino porque quieren sentir algún tipo de contacto humano antes de morir. Se acicalan como Rambo, cargan sus mochilas con armas y llegan a la escuela. En la entrada se encuentran al rubicundo y le dicen que mejor se vaya porque la cosa se va a poner fea.

Y como van: entran a la biblioteca y acaban con todos; al comedor y lo mismo. Matan al director no sin antes echarle un sermón sobre hacerle caso a los alumnos cuando vayan a decirle que otros chicos los están molestando. Entonces aparece un chavo negro (el único, por cierto, de la película) que nadie había visto antes. Camina por los pasillos, siguiendo el sonido de los disparos, se para enfrente de los chavos armados y se lo echan, sin más. La película termina con el chavo insignificante encontrando a la parejita de novios guapitos en el congelador de la cocina y jugando al “de tin marín” para decidir a quién mata primero.

Se supone que el título de la película tiene que ver con un cuento budista. Lo transcribo a continuación para luego continuar con la reseña:

Érase una vez seis hombres sabios que vivían en una pequeña aldea. Los seis sabios eran ciegos. Un día alguien llevó un elefante a la aldea. Los seis sabios buscaban la manera de saber cómo era un elefante, ya que no lo podían ver.
—Ya lo sé —dijo uno de ellos—. ¡Palpémoslo!.
—Buena idea —dijeron los demás.
—Ahora sabremos como es un elefante.
Así, los seis sabios fueron a "ver" al elefante. El primero palpó una de las grandes orejas del elefante. La tocaba lentamente hacia adelante y hacia atrás.
—El elefante es como un gran abanico —gritó el primer hombre. El segundo tanteó las patas del elefante:
—Es como un árbol— exclamó.
—Ambos estáis equivocados —dijo el tercer hombre—. El elefante es como una soga. Éste le había examinado la cola.
Justamente entonces el cuarto hombre que examinaba los finos colmillos, habló:
—El elefante es como una lanza.
—No, no —gritó el quinto hombre—. Él es como un alto muro. Había estado palpando el costado del elefante. El sexto hombre tenía cogida la trompa del elefante.
—Estáis todos equivocados —dijo—. El elefante es como una serpiente.
—No, no, como una soga.
—Serpiente.
—Un muro.
—Estáis equivocados.
—Estoy en lo cierto.
Los seis hombres se ensalzaron en una interminable discusión durante horas sin ponerse de acuerdo sobre cómo era el elefante.


Para empezar: ¿cómo es posible que seis hombres tan sabios no supieran cómo era un elefante, aunque no lo pudieran ver? Entonces no eran tan sabios. Luego, aunque no lo pudieran ver ni ponerse de acuerdo sobre cómo era verdaderamente el elefante, lo importante es que el elefante estaba ahí, en medio del cuarto, ocupando el espacio, causando problemas, pero los “sabios” estaban más preocupados en imponer su punto de vista (o de no-vista, en este caso) sobre cómo es un elefante, que en tratar de sacarlo del cuarto.

Pues es lo mismo con la violencia en las escuelas o (para el caso da lo mismo) con cualquier problema que existe en la sociedad norteamericana, llámese terrorismo, migrantes, drogadicción o corrupción. Todos saben que está ahí, que es gigante, pero nadie lo ve de tan grande que es, o lo ve parcialmente, desde su perspectiva particular y trata de imponerla a los demás, en lugar de reconocer el problema y hacer algo para resolverlo.

La película ganó muy merecidamente la Palma de Oro del Festival de Cannes del año pasado. Los mamones críticos cinematográficos consideraron la película “aburrida”. En un despacho de la agencia EFE en ese entonces, se puede leer:

“El más criticado por los profesionales fue el estadounidense "Elephant", de Gus Van Sant, que propone un incoherente drama sobre la violencia que de tiempo en tiempo ensangrenta los institutos educativos de su país.

“De "Elephant", lo único interesante que se puede decir es el origen del título. Se basa en una antigua parábola budista del siglo II antes de Cristo. Un grupo de ciegos examina a un elefante. Cada uno de ellos investiga una parte y, sólo una, la que tiene más cerca. Para los que estudian las patas, por ejemplo, el elefante es un árbol, para los que tuvieron en sus manos la cola, es una cuerda, y así sucesivamente.

“El realizador estadounidense eligió este título para mostrar que el problema del origen de la violencia en los institutos es algo difícil de identificar y que depende del punto de vista que se utilice.

“Sin embargo, la película no ofrece ninguna clave para desentrañar la causa de los asesinatos que de tiempo en tiempo tienen lugar en los centros educativos de EEUU.

“La cámara sigue a varios estudiantes que ingresan en el edificio, documenta sus movimientos, sus conversaciones intrascendentes, sus actividades escolares. Todas estas acciones son excesivamente largas y confusas, ya que los puntos de vista y los tiempos en los que ocurren, cambian a menudo.

“El resultado en un filme aburrido y previsible que ignora la sutileza y que muestra, en última instancia, que el terrorismo que Estados Unidos busca fuera de sus fronteras está dentro de ellas. Los actores, no profesionales, cumplen su trabajo sin excesivo entusiasmo.


Quiero poner énfasis en dos puntos de estas idioteces perpetradas por los “críticos”:

1) ¿Quién dice que el arte (pensando en el cine, o en específico en esta película, como una forma de arte) debe “ofrecer claves para desentrañar las causas” de lo que sea? El artista ofrece, nada más y nada menos, su visión artística sobre una realidad o una circunstancia que toma como punto de partida. Esta visión artística se concreta cuando en la obra el artista logra integrar armónicamente la forma con el fondo o contenido de lo que quiere expresar. Y esta película por eso es una obra de arte. Logra integrar artísticamente la forma y el fondo. Un ejemplo: cuando sigue a los personajes por los pasillos de la escuela desde una perspectiva parecida a los juegos de video, como diciendo: “Vamos a ver el mundo de la misma manera en que la ven ellos”. La forma (el encuadre, la toma) se integra al fondo (la visión tipo videojuego) y ahí está la visión artística. Es un ejemplo burdo pero creo que funciona para ilustrar el punto. Al espectador le corresponde sacar sus propias conclusiones a partir de lo que le muestra el artista.

2) La otra estupidez tiene que ver con que las acciones de la película son “excesivamente largas y confusas, ya que los puntos de vista y los tiempos en los que ocurren, cambian a menudo”, y con que es un filme “previsible que ignora la sutileza”. ¿Pues no resulta que la gran mayoría de los críticos cinematográficos se pasan la vida renegando de las “fórmulas” probadas de los estudios gringos, de las películas donde todo se le da al espectador procesado y masticado, para que simplemente lo acepte sin ningún cuestionamiento? Uno de los aciertos de la película es precisamente ése: que no asume un punto de vista único, autoritario, como sucede con casi todas las películas (ya lo dijo Jim Morrison: el cine es el arte más totalitario), que deja abierta la interpretación y que corresponde al espectador desentrañarla.

Por otra parte, hacía mucho tiempo que no admiraba una película tan sutil como ésta, después de la obscenidad de Irresistible y La Pasión de Gibson. Van Sant no se regodea en la violencia ni en la sangre, todo sucede con un distanciamiento pasmoso, la masacre tiene el mismo tono cotidiano que la plática en el almuerzo y por eso resulta doblemente escalofriante, no hay gritos ni actitudes heróicas. Los que se salvaron, pues ya se salvaron, y los que no, pues, lástima, ya les tocaba. Si eso no es sutileza, entonces ya no sé entonces de qué chingados hablan esos “críticos’.

En un día cualquiera en cualquier secundaria gringa, ¿quién podría haber predicho la masacre de Columbine? Nadie, porque todos estaban ciegos, a pesar de que tenían el elefante ante sus narices y lo habían palpado, pero nadie hizo nada por detenerlo.

Les Invasions Barbares




No sabía que esta película ganó el premio de la crítica del mismo festival de Cannes y el Oscar a la mejor película extranjera. No me extraña. Es el tipo de película que les gusta a las europeos, debido a su ácida crítica al american way of life. También es el tipo de películas que a mí me gustan, pero por otras razones. Me gustan las películas que ponen énfasis en las relaciones humanas, en la forma en que las personas se relacionan, en las redes que forman los sentimientos entre las personas. Y de eso trata esta película, auqnue también se da tiempo, como en toda gran obra de arte, para reflexionar de otras cosas, como de la política actual y la situación económica de Canadá, por ejemplo.

La historia es sencilla: Remy, un viejo maestro de historia, cae enfermo, al parecer de cáncer terminal, en un hospital público (que por cierto se parece mucho a los del Seguro Social de México), dado que no tiene dinero. Su ex esposa se comunica con el hijo de ambos, un exitoso broker que vive en Londres para que venga a Canadá. El hijo se traslada y lo quiere llevar a Estados Unidos a que lo traten, pero Remy se niega. Entonces, el hijo decide sobornar a los directivos del hospital y a los del sindicato para que acondicionen un piso abandonado del hospital para que Remy esté más a gusto. Las escenas resultan hilarantes de tan conocidas para nosotros. Uno que piensa que tenemos el monopolio de la corrupción. La emperifollada directora del hospital dice, al abrir el folder atiborrado de billetes: “¿Qué se cree? Esto no es el tercer mundo”. Finalmente, termina aceptando el soborno.

El siguiente paso es que el hijo reúne a los amigos y amantes de Remy para que lo vean por última vez. Se la pasan bomba recordando sus vidas y pasando revista a sus errores de juventud. Sin embargo, los dolores son intensos y el doctor le recomienda que le inyecten heroína. El hijo se pone en contacto con la hija de una amante de Remy que es yonqui (y está bellísima, por cierto) y así consigue la droga.

Finalmente, Remy decide dar fin a su agonía con una sobredosis de heroína rodeado de sus amigos y frente al lago que tanto amó.

La crítica a la situación actual del mundo es abierta y contundente. Pero lo más interesante es su apología al dinero. En efecto, el dinero se ha convertido en lo más importante, pero entonces hay que utilizarlo en cosas importantes, como por ejemplo darle un poco de alegría a un moribundo, que tuvo errores y fallas, pero que también fue querido y apreciado.

Una escena desgarradora es cuando tres de sus alumnos lo van a ver al hospital. Salen y afuera el hijo de Remy les entrega el dinero pactado para que lo fueran a ver. Uno de los alumnos, una chica, decide no aceptar el dinero. Y el hijo, sin el menor dejo de vergüenza, les dice a los otros dos si ellos se van a repartir lo de su compañera. La chica se aleja pensativa y silenciosa.

Esa chica representa la esperanza de que no siempre el dinero terminará comprando la integridad de las personas. Y por eso vale la pena intentar seguir luchando por ser íntegro, aunque a veces no se pueda o la presión sea tanta que no se tenga el valor y el coraje para resistir.

First 50 dates

Una comedia con Adam Sandler, que no es muy santo de mi devoción, pero había que hacer tiempo para ver la siguiente. No resultó tan mala, sobre todo por el tema: una chica (Drew Barrymore, que parece que sí puede actuar), debido a un accidente, pierde la memoria de corto plazo y está condenada a creer que siempre es el mismo día domingo en que sucede el percance. Se trata de una mezcla de El día de la marmota y Memento, pero en todo de comedia romántica. Como siempre, lo que más llama la atención es el planteamiento de qué sucedería si no pudiéramos recordar lo que acabamos de vivir. Estaríamos condenados a repetir lo mismo. O a lo mejor no: todos nuestros días serían diferentes, o creeríamos que son diferentes, porque no tenemos recuerdo de que ya lo vivimos.

Underworld




Me llamó la atención desde que vi los cortos. Y sí, los efectos son impresionantes, pero es una mezcla entre Matrix, El Cuervo, X-Men y Blade. Leo que los creadores de Masquerade demandaron al estudio porque se fusilaron la trama del famoso juego de rol y, en efecto: si uno no es fan de ese tipo de imaginería, la película se alarga mucho y le quedan a uno muchos cabos sueltos. Kate Beckinsale es mucho más guapa que Trinity, aunque a veces se sobreactúa. Leí también que luego de ver el éxito de la función de estreno, los productores autorizaron una secuela y hasta una precuela. O sea, tendremos franquicia inframundesca para rato.

Ya escucho relamerse los colmillos a todos los darketos de la comarca.

Función especial

El viernes anterior fui a ver Dawn of the dead. Me gustó el planteamiento (sin que yo recordara haber visto la original de George A. Romero), pero siento que el guionista y el director se quedó corto. En lugar de soltarse el chongo y empezar a delirar, con cosas tipo El despertar del diablo, se puso en plan serio y desperdició la oportunidad de hacer una verdadera sátira social aderezada de salpicadero sangriento sin fin y cerebros muertos estallando a balazos. Con decirles que hubo momentos en que me eché mis cabeceadas, de tan aburrida. En fin…

domingo, abril 11, 2004

"Luke, I'm your father"

Which Fantasy/SciFi Character Are You?


En espera de que el Oso escarmiente y aprenda a ejercer el sexo seguro cibernético, me apliqué este cuestionario, para saber con cuál personaje de ciencia ficción coincide mi personalidad.

Y, pues, salió que soy como Anakin Skywalker, o sea, el más cabrón de los cabrones de todas las galaxias, el mismísimo Darth Vader. Qué escondidito me lo tenía.

Si quieren aplicárselo (el cuestionario), esta es la dirección.

viernes, abril 09, 2004

¿Y qué tienen que ver los Bicles?

Por si a alguien le importa, ahí les va el por qué del cambio de nombre del blog.

En principio, porque me dio la gana. Pero la verdad es que un día estaba cotorreando con el Oso en la cantina y pusimos en la rocola esa canción de los Beatles. Le dije al Oso que en esa rola tocaba el sax Brian Jones y le empecé contar historias sobre los Fab Four. El Oso dijo: “Luego voy a poner eso en mi blog”. Nunca lo puso (tan ocupado que anda ligándose ninfetas desde su tagboard a las 5 de la mañana), pero yo me quedé pensando que podría ser un buen nombre para un blog y… pues lo cambié.

Luego hice varios experimentos con fotos hasta que encontré la infame placa de dulces y decentes Beatles con pedazos de carne cruda y muñecas descabezadas. Y todo empezó a encajar.

La foto fue portada de un disco de los Beatles en Estados Unidos, pero la Capitol lo retiró de inmediato de las tiendas porque se les hizo “muy gruesa” y la cambiaron por una más “decente”. La idea de la foto fue de John (¿de quién más?), una especie de protesta algo surrealista contra “el destazamiento” que la Capitol hacía de sus discos en Estados Unidos, donde cambiaba, quitaba y añadía canciones a los discos como originalmente habían salido en Inglaterra para aprovechar la locura que se conoció como “Beatlemanía”. Como siempre, los imbéciles de la disquera se dieron cuenta de la travesura hasta que los discos ya estaban en las tiendas. Las pocas copias que lograron sobrevivir son de los ítems más caros y raros de toda la memorabilia beatlesca.

La rola de los Beatles, por cierto, es poco conocida, ya que se trata de un lado B, el del sencillo “Let it be”, de 1970, pero en realidad se grabó en 1967 (año en que nací), con Brian Jones en el sax, John en las maracas y George en el xilófono. La rola es un cotorreo delirante de John y Paul, como si fueran cantantitas de cabaret loqueando, y vocalizando luego como crooners. Lo incluyeron como una especie de homenaje a Brian, que en 1969 se ahogó en una alberca, luego de que Keith Richards le había bajado su novia y Mick Jagger le había bajado su banda. Y eso que eran cuates, que si no...


Así quedó Brian Jones luego de que se enteró de que sus cuates del alma lo habían dejado sin vieja y sin grupo...

Ya pensándolo bien, encuentro que todo en mi vida tiene que ver con los Beatles, con las letras y con la carne, así que el subtítulo salió solito.

De nada.

Cada quien su blog…

(La verdad es que ya ni sé qué onda, dónde poner esto, sí aquí o allá. Creo que allá no se para nadie, así que lo voy a poner aquí, para que por lo menos lo lean mis cuates y alguno que otro despistado.)

Ya van varias notas que aparecen en la prensa “tradicional” sobre el fenómeno del blog. (Las pueden leer allá si les da flojera buscarlas). Una, escrita por el poeta José Homero, joven promesa de la literatura mexicana (tiene como 25 años siendo joven promesa, creo). Vive o vivía en Jalapa y hace tiempo hacía una revistita cultural (de cuyo nombre no me acuerdo ahorita) que no era tan mala. También escribió un ensayo interesante sobre Efraín Huerta que le publicó hace años Tierra Adentro. Y como necesitaba el dinero, aceptó el encargo de El Ángel de escribir sobre los blogs (él mismo lo confiesa en el suyo), el cual parece que, por cierto, abrió con el objetivo de justificar su artículo (¿cómo iba a escribir de algo que no conocía y que no había experimentado en carne propia?).

Bueno, Homero nos descubrió el Mediterráneo. Y, como sucede casi siempre en estos casos, nada más cita los blogs de sus cuates, lo cual no tendría nada de malo, si no fuera porque sus cuates (casi todos ellos escritores “consagrados”, whatever that means) no son así que digamos muy asiduos, ni siquiera representativos, del fenómeno blog. Casi todos los “escritores” citados por él (la honrosa excepción es Cristina Rivera-Garza) son recién llegados a esta ola y sus blogs son poco imaginativos, reiterativos y aportan muy poco. La mayoría nomás se dedican a postear sus colaboraciones de otros lados y ya.

Incluso me ha llegado la onda de que el blog del Willy Fadanelli (tan ocupado que ha de andar promoviendo sus libros en España, atascándose en el lodo de todo aquello que abominaba apenas hace unos años, hasta que se le quitó lo pendejo y se dio cuenta que no podía eternizarse como “el Chabelo del underground”) se lo hace un fan y que él no tiene la más peregrina idea de cómo funciona esto.

El Homero casi Simpson comete la descortesía de no mencionar a Alberto Chimal, que es uno de los pocos escritores respetables que han sabido aprovechar las bondades del blog, y de la Internet en general, como una herramienta de promoción de su obra y de su trabajo como maestro y animador de múltiples iniciativas culturales.

Como al parecer los cuates del Reforma se quedaron con las ganas de saber más sobre el blog, le encargaron a una reportera que entrevistara a esos escritores “consagrados” que estuvieran en esta onda mafufa del “bloc”. ¿Y quién en la actualidad está más consagrado que Pedro Ángel Palou? Claro, él tiene también su blog, aunque hace como mil años que no lo actualiza, tan ocupado como debe estar moviéndose ahora que se le va a acabar la chamba en Puebla.

La reportera cumple mejor su trabajo, pues ya entrevista a Chimal, a Rivera-Garza, a Rafa Saavedra y hasta al inefable Yepez, pero, oh sorpresa, también recoge la opinión de ese destacado crítico literario que responde al nombre de David Miklos (nótese que no lleva acento, no me vayan a reclamar luego). Miklos (tan guapo él, tan inteligente él, tan mamón él) pontifica desde su ignorancia: "Algunos usuarios los sobrevaloran, como si un blog convirtiera a cualquiera en un escritor y no en un simple diarista expuesto, luego con la peor de las redacciones” (la verdad no sé a quién atribuirle la intrincada construcción sintáctica, pero mejor nos vale no investigar).

Varios bloguistas han hecho comentarios al respecto, como el mesurado y siempre lúcido Humphrey Bloggart, pero otros aprovecharon la ocasión para propinarnos sus “argumentadas” opiniones.

Por ejemplo, hay algunos que, al referirse al blog, confunden la mecanografía con la literatura (Truman Capote hacía la misma distinción al referirse a la forma de escribir de Jack Kerouac). Creen que porque escriben y escriben largas parrafadas diarias sobre cualquier asunto (desde los discos que compran, las opiniones sobre los libros que leen o la marca de vino que compran en el súper) y pueden ponerlos a disposición de todo el mundo gracias a la tecnología de Internet, ya están ejerciendo algo parecido a la literatura. Otros, porque son periodistas y “se han curtido en la redacción”, incluso tienen la desfachatez de reconocer que ni releen lo que escriben. En efecto, yo he leído algunas notas publicadas por esos “periodistas” y no ha sido una experiencia muy agradable que digamos.

La verdad no sé si el blog sea un nuevo género o si está cambiando el futuro de la literatura. Como todo en la vida, tiene cosas positivas y cosas negativas. Sólo puedo hablar por lo que a mí me consta, sin afán de pontificar ni tirar netas. Creo que, para las personas comunes y corrientes, es decir, aquellas que de entrada no tienen “aspiraciones literarias”, les ofrece un medio de comunicación muy accesible y entretenido, que les permite expresar cosas que antes no podían: desde inventarse una personalidad alternativa, exponer sus traumas y rencores, hasta (oh, qué novedad) ser ellos mismos, de la misma manera que se escribe un diario con genuina sinceridad, pero con la salvedad de que no tendrá que esperar años para ser leído, sino que de inmediato se puede poner a disposición del mundo entero.

Para los escritores (consagrados o en ciernes, da lo mismo), el blog es al mismo tiempo una herramienta de promoción muy potente y un instrumento de trabajo sumamente provechosa. En cuanto a la promoción no hay mucho que decir, pero sí en cuanto al trabajo literario. Con el blog se están aboliendo los tiempos tradicionales que hasta hace unos años dominaban en el medio literario para hacer llegar una obra a un público masivo. Sin embargo, muchos creen que al abolir los tiempos también se han abolido las formas tradicionales de reconocimiento literario. En efecto, ahora es muchísimo más fácil publicar, pero al mismo tiempo se ha vuelto muchísimo más difícil ser reconocido como un escritor con valor.

Y lamentablemente, preveo que todavía falta mucho como para que las cosas valiosas que están surgiendo en el blog sean reconocidas por los medios tradicionales de “allá afuera”. La realidad “real” se sigue moviendo con mucha mayor lentitud que la realidad del ciberespacio, o de este suburbio conocido como “blogósfera”.

Finalmente, quiero decir que tener un blog no lo hace a uno escritor, de la misma manera que tener un piano no lo hace a uno pianista. El que es escritor lo es con blog o sin blog. Si bien en principio el escritor es aquel que escribe, no todo el que escribe puede ser considerado un escritor valioso. Cuesta mucho trabajo crear una obra (una sola, no pido más) de verdadero valor literario, incluso puede llevarnos toda la vida o podemos morirnos sin conseguirlo (si no, que le pregunten a Robert Musil o a Macedonio Fernández).

Así que, señores bloguistas, está bien que expresen lo que quieran, que se mareen con el tufo literario de sus textos, pero, por favor, sean un poquito más serios cuando se refieran a la literatura. El blog es el blog y no hay que hacerse pajuelas mentales.

El que es perico donde quiera es verde, con beca o sin beca, con blog o sin blog.

Las obscenidades de Mel Gibson


"¿Y todavía tengo que subirme hasta allá?"

No tuve escapatoria. En cada comida o reunión, invariablemente, alguien preguntaba: “¿Ya la vieron?” Y ahí estaba yo, negando con la cabeza. Así que me armé de valor y fui el sábado. Hasta eso, no había mucha gente.

Y sí, la producción es impactante. Jim Caviezel es un impresionante Jesús. Pero…

¿Cuál es la diferencia entre ver los 11 minutos de una violación a Mónica Belluci (que, por cierto, acá la hace de María Magdalena, ¿qué curioso, no?) en Irreversible y los casi 90 minutos de la flagelación, tortura y crucifixión que nos endilga el devoto señor Gibson?

Ninguna. Ambas son obscenidades. Quizá la de Gibson es mayor.

Pero no se me malinterprete. Lo obsceno no tiene que ver necesariamente con lo sexual, como casi todo mundo cree. Lo obsceno es aquello que “sale a escena” y que no debería salir, que no debería mostrarse en público.

Es decir, son tan obscenos los videos de Bejarano, Imaz y el Niño Verde como el Big Brother VIP.

¿Cuál es el objetivo de mostrar en una película el sádico sacrificio de un hombre que, para acabarla de amolar, decía que era Hijo de Dios?

Dice el devoto señor Gibson que es para demostrar y recordar que toda la humanidad es culpable de la muerte de Cristo y que “él es el primero de la fila”?

Para empezar, aquella persona que no sepa que los seres humanos somos las bestias más detestables que hemos pisado la faz de este planeta, simple y sencillamente no sabe ni siquiera dónde tiene el trasero o es extraterrestre.

Si fuimos capaces de hacer eso (y asumo el plural porque los judíos son humanos, aunque ellos se sientan todavía hechos a mano por su Dios) con el mismísimo Mesías, el que nos venía a redimir ante Dios, su padre, para hacer una nueva alianza con él, a predicar una doctrina de amor y justicia, ¿qué podemos esperar ya de nosotros como especie?

Y para terminar: opino lo mismo que Patti Smith en "Gloria": “Jesus died for somebody's sins but not mine”.

PD: Recomiendo echar un vistazo a los interesantes artículos que aparecen en la revista Letras Libres de este mes. (Pondría el enlace, pero el mercenario "empresario cultural" Enrique Krauze cobra por la consulta, así que si se la pueden robar o leer en el Sanborns, mejor)