sábado, abril 17, 2004

El espectáculo de la realidad

Esto se me ocurrió ayer, mientras la tele de la cantina estaba sintonizada en MTV y pasaban los Osbournes y The Newlyweds:

Las televisoras nos venden los reality shows con la promesa de que todo lo que se ve en la pantalla es "la vida real"; es decir, que las cosas que pasan ahí no son actuadas ni inventadas sino "la pura realidad". En los reality shows siempre se afirma que lo mostrado es lo verdadero, lo transparente, lo sincero. Lo cierto es que no hay nada más falso que ese tipo de programas. La forma más falsa de falsedad es pretender ser "real", espontáneo y natural.

En los noticieros sucede lo mismo: nunca nos muestran lo real ni la verdad acerca de la realidad sino que la esconden y la acomodan a su conveniencia. Eso ya se sabía desde hace mucho.

Sin embargo, lo más preocupante es que los políticos, como Andrés Manuel López Obrador, hablan cada vez más de "complots', de conjuras, de intereses ocultos que buscan atacarlo, pero nunca aclaran realmente en qué consiste el complot o cuáles son los mecanismos que lo conforman.

El Peje sólo muestra parte de documentos, de supuestas evidencias, pero nunca habla claraamente del problema fundamental: los actos de corrupción cometidos por su equipo de colaboradores y si tenía o no conocimiento de ellos.

Es decir, mientras lo falso (los reality) se nos vende bajo el ropaje de la verdad, se busca esconder a la realidad bajo el disfraz del complot, de la conjura orquestada por personajes oscuros que nunca dan la cara.

Se está llegando a tal grado que René Bejarano trata de ocultar lo único real que existe en todo esto de los videoescándalos: que se estaba embolsando dinero. Ahora resulta que lo que se metió en los bolsillo del saco no eran fajos de billetes sino su agenda electrónica, que el dinero no era un soborno o pago de favores sino "un préstamo" personal, que no cometió un delito sino "un error".

Es decir, se busca ocultar la verdad bajo la máscara de "lo real" y "lo real" es lo que aparece registrado en video, en imagen. Se busca convertir la imagen en el único argumento para confirmar la verdad o falsedad de la realidad. Si no hay video de por medio, simple y sencillamente no existe o es mentira. (por eso, como forma de protesta a esta "dictadura de la imagen", la edición de abril de la revista etcétera no incluye ni una sola fotografía, puro texto, para trara de devolverle su lugar a las ideas y a las palabras sensatas en este orgía de imágenes en que el sistema quiere convertir la realidad para manipularla a su antojo).

Por eso no es de extrañar que Brozo, un personaje, se esté convirtiendo en el periodista estrella de Televisa. Su disfraz le permite jugar como se le antoje, echar desmadre y hasta insultar cuando quiere, sin que se le pueda reclamar nada porque"al fin y al cabo es sólo un personaje, no es real", pero también puede decir cosas, verdades o mentiras (eso es lo de menos), que de otra forma, sin el disfraz, sin "la máscara" del payaso, nadie más podría decir en la televisión.

Es exactamente el mismo mecanismo utilizado por el Subcomandante Marcos: sólo ocultando el rostro les hicieron caso los medios a los indígenas y sólo así Marcos puede decir lo que le dé la gana, a nombre de él o a nombre de sus supuestos representados.