La escritura y otros extremos
"El mundo es un escenario,
pero la obra tiene un elenco lamentable". O. W.
Parece que la idea de que es una presunción pasarse escribiendo ocho o más horas al día causó cierto escozor. Paso a explicarme.
Sobre este asunto, tenemos dos extremos:
Por un lado, está Honoré de Balzac, quien se cubría con su blanca y larga camisa de lino, mezcla de saco de patatas y de hábito de monje, se metía hasta sesenta tazas de café negro entre pecho y espalda y trabajaba dieciocho horas sin interrupción. De esta manera creó más de veinte novelas sólo entre 1832 y 1835.
En esto coincide con lo que decía Jules Renard. Aquello de que "el talento es un asunto de cantidad", pues el que tiene talento no escribe una página, sino trescientas. "En literatura, sólo existen los bueyes. Los más grandes son los genios: aquellos que trabajan duro dieciocho horas al día sin descanso".
Pero, bueno, ya sabemos cómo son de exagerados los franceses.
Y por el otro se encuentra Oscar Wilde, quien solía decir que para él un día de arduo trabajo consistía en poner una coma por la mañana y quitarla por la tarde.
Pero ya sabemos cómo son de presuntuosos los irlandeses.
El acto mecánico de escribir (el sentarse ante el teclado o el cuaderno) es eso, un acto mecánico, precedido por horas y horas de reflexión, pensamiento, imaginación, observación, sueños, obsesión. Escribir es sólo el vaciado de lo que se ha estado cocinando durante minutos, horas, días, meses, años, en la cabeza del escritor (recuerdo una anécdota de un hombre, sentado en un sillón con la mirada perdida, al que uno de sus hijos le pregunta algo y la esposa lo reprende: "No interrumpas a tu papá, ¿no ves que está escribiendo?"). Por eso es indiferente a la calidad del texto si se escribe durante dos horas o durante ocho. Lo que importa es el proceso previo.
El escritor escribe todo el día. Es decir, todo el día se la pasa pensando en cosas relacionadas con la escritura, incluso en los momentos menos adecuados o impertinentes. No termina uno de vivir o experimentar algo, cuando ya está pensando cómo lo va a plasmar por escrito. Algo así sucede con el blog. Uno lee o vive algo y ya está pensando en ponerlo en la bitácora.
Desde luego, la práctica hace al maestro y conforme vas adquiriendo la maestría, es decir, aprendiendo a manejar adecuadamente tus recursos como escritor, te vas preocupando en cuestiones más complejas, más profundas, y pierdes menos tiempo al enfrentarte con los problemas literarios.
Por eso, más que en la cantidad, yo creo en la constancia y la disciplina. Esto me lo enseñó un maestro: si escribes por lo menos dos cuartillas diarias, todos los días, al final del año tendrás, por lo menos, 730 cuartillas. Es decir, el equivalente a dos novelas. Pero como no se escriben nada más dos cuartillas al día, sino a veces más, al final del año puedes tener tres o cuatro libros terminados. ¿Cómo se logra eso? Con constancia y disciplina, independientemente de cuántas horas te pases sentado ante el teclado. Por eso digo que escribir no es una cuestión de horas de escritura.
Pero ya sabemos cómo somos de huevones los mexicanos.
1 Comments:
Tocayo, estoy muy de acuerdo con tu comentario, constancia y disciplina, de otra forma solo se sueña con hacer las cosas. Felicidades por tu blog.
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