lunes, julio 04, 2005

La buena, el bonito y el feo

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Desde luego, esta es la buena a la que me refiero


Confieso que ayer no voté, pudiendo haberlo hecho...

Pero ahora que me doy cuenta el título de este post puede llamar a equivocación. No se refiere nada más a las elecciones de gobernador sino a las tres elecciones, incluyendo ésta, que se realizaron ayer. Me refiero desde luego a la del Big Brother VIP y a La Academia, las cuales guardan interesantes semejanzas, no sólo por el hecho de que se hayan realizado el mismo día.

Vayamos en orden, pues.

En octubre del año pasado me mudé al DF, luego de 30 años de vivir (es un decir, pues en realidad nomás llegaba a dormir) en el municipio de Nezahualcóyotl en el Estado de México. No he actualizado mi credencial para votar, razón por la cual pude haber votado en la elección para gobernador de ayer, pero no lo hice.

Pasadas las seis de la tarde, tanto en tele como en radio e Internet, se dieron a conocer los resultados de las encuestas de salida, donde se presentaba lo que todos preveían: el abultado triunfo de Jimmy Neutrón, alias el "Me Duele la Cara de Ser tan Guapo", alias el "Te lo Firmo y te lo Cumplo", alias "El Sobrino del Gober que Quiere Ser Presidente", alias Enrique Peña Nieto, quien ganó no por haber presentado el mejor programa de gobierno ni las mejores propuestas de solución a los miles de problemas que aquejan a los mexiquenses.

Ganó porque tuvo el aplastante apoyo económico del gobernador Arturo Montiel y de quién sabe cuántas personas más, pues no se ha transparentado (ni se transparentará, como dijo Don Teofilito) el origen de los recursos de su arrolladora campaña publicitaria, que le valió ser el candidato más conocido, el más simpático y el más guapo. Él mismo se encargó de enfrentar las acusaciones, con envidiable modestia: "No soy sólo una cara bonita", dijo como en comercial de crema humectante. Y sus huestes, señoras jóvenes de Satélite, acuñaron nuevas consignas, plenas de compromiso político e ideológico con su candidato, que deberían registrar en derechos de autor antes de que se las birlen: "¡Enrique, bombón: contigo hasta el colchón!"

Es decir, en una elección política, ganó el más simpático y también el que había sido más anunciado como el triunfador desde hacía mucho. En tanto, el candidato panista, Burrén Mendoza, alias "Soy feo, pero seré buen gobernador", alias el "Me Robo las Pelotas porque Tengo Muchas Ídem", desapareció del mapa, a pesar de la desairada y desangelada "celebración" a la que dice que no convocó el enfermo mental que vive en Los Pinos, mientras que Yeidckol Polvensky, alias "La Innombrable", alias "La Fuerza Estará Conmigo", no debería hacerla de tos, porque con esa deplorable imagen de "Betty La Fea" y su horrible propaganda colgada del Peje, debería darse de santos que anda disputando el segundo lugar.

Si el Edomex es verdaderamente "el laboratorio del 2006", el Peje ya puede ir poniendo sus barbas (y su gallito) a remojar, porque todo parece que el PRI viene con todo por todas las canicas que le arrebataron en el 2000. (Por cierto, también hubo elecciones en Nayarit y allí la cosa no está tan clara. Se prevé que la querella poselectoral va para largo).

Luego vino la final de Big Brother VIP, que gracias a Dios, será el último durante mucho tiempo. Ganó quien estaba anunciada como principal favorita desde las semanas iniciales: Sasha Sokol. Y lo era porque una chava como ella no se iba a meter a algo así si no iba a ganar (ser hijastra de uno de los picudos de Televisa tiene sus privilegios). Por eso fue la que menos nominaciones tuvo, mientras que los otros freaks que llegaron a la final (Sabrina, René Franco y "El Matador" Hernández) tuvieron como 15, sobre todo Sabrina, la teibolera extraterrestre, que siempre cumplió lo que ofreció y había prometido desfilar en pelotas (¡pelotototas!) por Paseo de la Reforma si ganaba. Aquí fue como en los viejos tiempos: ganó la que tenía que ganar, la más nice, la menos problemática, la más politically correct, aunque los ilusos guardábamos la esperanza de que ganara la más neta, pues se supone que es un concurso donde debería ganar el más sincero, el más abierto.

Pocos minutos después se anunció al ganador de La Academia, quien también ya estaba cantado desde semanasa atrás: Erasmo Catarino, el Conde (¡óooooooorale!) de Xalpatláhuac, Guerrero, (creo que así se escribe), un maestro de escuela rural indígena, chaparrito, morenazo, que habla náhuatl, simpático, entonadito, pero que no canta mejor que la chava que quedó en segundo lugar, Yuridia.

El asunto es que aquí pasó igualito que en la elección del Edomex: ganó el más simpático, pero no la mejor. Y dado que el concurso es de canto y no de simpatía, pues eso no está bien. TV Azteca no quiso errarle como en otros años, y de paso aprovechó para lavarse la cara y darse un baño de pueblo haciendo ganador a un joven con tez morena, como son las dos terceras partes de los habitantes de este país, cuando en sus producciones los prietitos sólo aparecen cuando la hacen de criados o de delincuentes, pues todos los protagónicos los ocupan las güeritas y los güeritos.

Sorprendentemente, a diferencia de otros años, nadie gritó fraude ni se inconformó, además de que hasta los mismos alumnos no tenían duda de quién sería el primer lugar luego de que a Yuridia le dieron el segundo. El error de esta niña fue que, a pesar de que canta bien y tiene una presencia agradable, no es simpática, no le da por hacerse la chistosa, es sumamente sarcástica y se ve que tiene un carácter del carajo. Y eso no es bueno en un concurso donde todo parece indicar que gana el más simpático, aunque no cante tan bien.

Por ejemplo, en la primera Academia, ganó Miriam, pero entre la gente tuvieron más éxito Víctor y Yahir. En la segunda ganó Erika, una gordita que cantaba muy bien, pero no era tan simpática, y en la tercera ganó un tal Carlos que ni cantaba ni era simpático. Así que en esta ocasión los productores se pusieron abusados y no quisieron ir en contra de los designios de la vox populi. Negocio redondo, pues. Además, hasta les salió un pilón: la villanaza Jolette, quien no se presentó en la final como había amenazado, quizá para no opacar el triunfo de Erasmo Catarino (carajo, qué nombre; muy original, eso que ni qué).