martes, mayo 03, 2005

Lo indecible en el suplemento Arena

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Lo indecible
Por Rafael G. Vargas Pasaye

(Publicado en el suplemento cultural Arena de Excélsior, núm. 323
Abril 30, 2005)

Pareciera que quiere decir algo y no puede. Todos conocemos a alguien con esa característica: en la cara trae las palabras pero no las puede pronunciar, quizá por el deseo reprimido de años con la cásica señal del dedo índice apuntando al cielo frente a los labios que significa ¡calla!

Antología de lo indecible por fortuna no guarda silencio de manera formal, sino que hospeda la voz de personajes tan variados como los que se pueden encontrar en la calle de cualquier ciudad. El libro está compuesto por relatos, catorce historias que junta Guillermo Vega Zaragoza (México, D. F., 1967) en donde todas las voces hallan asilo.

Palabras bien acomodadas forman narraciones con ritmo, algunas de las cuales el también periodista y profesor universitario presentó antes en suplementos y revistas culturales. Guillermo
Samperio dice que Vega Zaragoza "dilata sus historias y construye mundos precisos para sus personajes", protagonistas que llevan la primera o tercera voz del singular como una plática o confesión entre amigos.

En los cuentos se puede escuchar una voz propositiva, mas también llega el recuerdo, ejemplo es "Asunto de familia", donde se puede leer: "Desde entonces, todos los domingos fuimos al panteón. Mi madre compraba flores y le pagaba a un peón para que cuidara la lápida. La tumba de mi abuela se distinguía de las demás, abandonadas y descuidadas, por la pintura azul y lo limpia que estaba siempre".

Cuestiones biográficas, lugares secretos y conocidos, situaciones que le pueden suceder a cualquiera (como la muerte del marido de la vecina de abajo a los pocos años de matrimonio y que ingresó a las filas de las viudas codiciadas) o bien aquellas en las cuales sin el ímpetu por la reflexión a conciencia sí cuentan con algunos puntos que merecen atención especial: "¿Podría ser bello el incendio de una casa? ¿Se podría gozar con la desaparición de algo real y palpable? ¿La muerte es una obra de arte, la última, la única, la final obra de arte? Sólo se goza plenamente el arte si aquel que admira una obra se deslinda de cualquier interés preconcebido ajeno a la pura admiración de la belleza".

En una misma narración se pueden distinguir las opiniones diversas sobre un mismo tópico, para muestra el suicidio de un estudiante, compañero de lucha de algunos, alumnos de otros, personaje protagónico de una muerte para el que se dice testigo casi presencial. Riqueza de voces que forman el mosaico de la brevedad y la contundencia.

Los cuentos de Vega Zaragoza hacen ruido porque dicen lo que quieren decir, no se queda en lo indecible, hablan los personajes que no dilatan nada en la voz, señalan errores y aciertos, gritan los blancos y negros, o rezagan a un recinto oscuro las marchitas letras que no caben en los cuentos, porque esa es otra situación que agradecer: la economía de lenguaje, el ahorro del espacio que ahora dice más en esta antología.

Con los libros de poesía Preñar el silencio y Espejo infinito en su haber, Guillermo Vega Zaragoza presenta ahora este primer volumen de narrativa, mismo que ha tomado forma desde hace años y obtuvó Mención Honorífica en el Premio Nacional de Literatura Efraín Huerta en 2001. Pero no es del todo desconocido en la república de las letras, ya que también se pueden localizar sus narraciones en antologías e incluso en traducciones.

Razón por la cual esta Antología de lo indecible puede traducirse para el escritor como un encuentro feliz consigo mismo, como aquel de Dante en su verdadero infierno: "Luego de haber cruzado la mitad del camino de su vida, Dante abandona el cielo y emprende el regreso, profundamente desilusionado, durante el cual se reencuentra con Virgilio, su fiel maestro y guía". Tal vez estas páginas sean algo así para Vega Zaragoza, el reencuentro con sus viejos lectores, y el saludo de los nuevos.

Guillermo Vega Zaragoza, Antología de lo indecible, Plan C Editores-Conaculta, Fonca (Col. La Mosca Muerta), México, 2004, pp. 105.