Todos son culpables...
Esto lo envió hoy mi amigo el poeta Jesús Gómez Morán:
La democracia partidista de nuestro país se divide en tres grupos, que clasificaré a continuación a partir de sus defectos más característicos: el de los ineptos (PAN), el de los corruptos (PRD) y el de los asesinos (PRI). De los dos primeros encontramos flamantes muestras en el actual sexenio. Del último podemos dar constancia desde masacres y desapariciones en las que utilizaron al ejército y a la policía como instrumentos de represión, hasta los atentados contra rivales en sendos "accidentes" automovilísticos que cobraron la vida de Manuel J. Clouthier, ex candidato a la presidencia por el PAN e intentaron amedrentar a Amado Avendaño, a la sazón candidato del PRD a la gubernatura de Chiapas, y los crímenes palaciegos entre sus propios militantes (que tendrían en la decadencia imperial romana un ilustre parangón) de la década pasada. Este ejercicio de la violencia en el cual se halle envuelto un priista sólo podría remitirnos en la actualidad al sainete montado por el ex gobernador de Oaxaca, José Murat (todo esto, dentro de la supra estructura política nacional, claro está). En esto reside la primera estrategia del PRI que, como el Papa en su último viaje a México, se despidió en el 2000 diciendo: "me voy, pero me quedo". La principal apuesta del PRI se sustenta en el olvido de la gente y, ante la inmediatez de los hechos presentes, "se nos olviden" las atrocidades (por no hablar de la miseria de la clase baja y la estrangulación de la clase media verificadas en los últimos sexenios del priato) que cometieron cuando estaba uno de sus integrantes sentado en la silla del águila, para así allanarles así el camino de regreso.
De cumplirse este presagio, podría asegurar que los tres principales partidos serán culpables igualmente de ello. Es más: si el PRI regresa a los Pinos, AN y perredistas habrán contribuido al como operadores políticos de la causa priista, ante la radicalización de su posición en la actual coyuntura. Este escenario se vislumbra en razón del proceso de desafuero que el día de hoy está por consumarse: el PAN, vuelto "gobierno" federal, armando toda la causa incriminatoria, y el Peje, colaborando con un descuido administrativo equiparable al que tuvo con su secretario de finanzas, Gustavo Ponce. En medio de dos facciones políticas enfrentadas, el criterio del electorado se habrá de inclinar en favor de quienes, en el pasado, "sí sabían gobernar".
Pero en medio hay una observación de radical importancia: esta farsa tragicómica (lo repito, armada por el gobierno federal y aprovechada por López Obrador para inmolarse a guisa de un santo laico) se tuvo que montar como último recurso para impedir que un militante de izquierda llegue a la "grande". Aquí nadie es inocente (en política, según mi criterio, nadie lo puede ser), pero en el caso del PRI y de AN, tenemos a quienes acusar de doblemente culpables: culpables, como dije, por seguir del mismo modo que lo ha hecho López Obrador el guión de todo este tinglado que mantiene a medio país al borde de la silla, pero además priistas y panistas son doblemente responsables, por todo lo que dejaron de hacer, de la inmensa popularidad alcanzada por el Peje a través de una estrategia de gobierno muy sencilla: atender algunas de las demandas populares y cumplir las promesas de campañas, elementos estos dos que descuidaron el PRI a partir de que se plegó al modelo neoliberal y el PAN en el presente sexenio, en el que tuvimos un mandatario hecho a imagen y semejanza del Papa, es decir un presidente "viajero" que contempló el paso de los años sin hacer nada. Por eso Vicente Fox cree que él no es culpable: porque, en efecto, él como gobernante en este sexenio no hizo nada... (Mañana: "La herencia")
La democracia partidista de nuestro país se divide en tres grupos, que clasificaré a continuación a partir de sus defectos más característicos: el de los ineptos (PAN), el de los corruptos (PRD) y el de los asesinos (PRI). De los dos primeros encontramos flamantes muestras en el actual sexenio. Del último podemos dar constancia desde masacres y desapariciones en las que utilizaron al ejército y a la policía como instrumentos de represión, hasta los atentados contra rivales en sendos "accidentes" automovilísticos que cobraron la vida de Manuel J. Clouthier, ex candidato a la presidencia por el PAN e intentaron amedrentar a Amado Avendaño, a la sazón candidato del PRD a la gubernatura de Chiapas, y los crímenes palaciegos entre sus propios militantes (que tendrían en la decadencia imperial romana un ilustre parangón) de la década pasada. Este ejercicio de la violencia en el cual se halle envuelto un priista sólo podría remitirnos en la actualidad al sainete montado por el ex gobernador de Oaxaca, José Murat (todo esto, dentro de la supra estructura política nacional, claro está). En esto reside la primera estrategia del PRI que, como el Papa en su último viaje a México, se despidió en el 2000 diciendo: "me voy, pero me quedo". La principal apuesta del PRI se sustenta en el olvido de la gente y, ante la inmediatez de los hechos presentes, "se nos olviden" las atrocidades (por no hablar de la miseria de la clase baja y la estrangulación de la clase media verificadas en los últimos sexenios del priato) que cometieron cuando estaba uno de sus integrantes sentado en la silla del águila, para así allanarles así el camino de regreso.
De cumplirse este presagio, podría asegurar que los tres principales partidos serán culpables igualmente de ello. Es más: si el PRI regresa a los Pinos, AN y perredistas habrán contribuido al como operadores políticos de la causa priista, ante la radicalización de su posición en la actual coyuntura. Este escenario se vislumbra en razón del proceso de desafuero que el día de hoy está por consumarse: el PAN, vuelto "gobierno" federal, armando toda la causa incriminatoria, y el Peje, colaborando con un descuido administrativo equiparable al que tuvo con su secretario de finanzas, Gustavo Ponce. En medio de dos facciones políticas enfrentadas, el criterio del electorado se habrá de inclinar en favor de quienes, en el pasado, "sí sabían gobernar".
Pero en medio hay una observación de radical importancia: esta farsa tragicómica (lo repito, armada por el gobierno federal y aprovechada por López Obrador para inmolarse a guisa de un santo laico) se tuvo que montar como último recurso para impedir que un militante de izquierda llegue a la "grande". Aquí nadie es inocente (en política, según mi criterio, nadie lo puede ser), pero en el caso del PRI y de AN, tenemos a quienes acusar de doblemente culpables: culpables, como dije, por seguir del mismo modo que lo ha hecho López Obrador el guión de todo este tinglado que mantiene a medio país al borde de la silla, pero además priistas y panistas son doblemente responsables, por todo lo que dejaron de hacer, de la inmensa popularidad alcanzada por el Peje a través de una estrategia de gobierno muy sencilla: atender algunas de las demandas populares y cumplir las promesas de campañas, elementos estos dos que descuidaron el PRI a partir de que se plegó al modelo neoliberal y el PAN en el presente sexenio, en el que tuvimos un mandatario hecho a imagen y semejanza del Papa, es decir un presidente "viajero" que contempló el paso de los años sin hacer nada. Por eso Vicente Fox cree que él no es culpable: porque, en efecto, él como gobernante en este sexenio no hizo nada... (Mañana: "La herencia")
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