viernes, abril 08, 2005

La herencia

Por Jesús Gómez Morán

Dicho esto grosso modo, la tendencia ideológica de nuestro país siempre ha sido predominantemente mocha, conservadora, centralista y caudillista. El periodo de vigencia del PRI (obra principalmente de Elías Calles y compañía) fue una contención de todo esto. Por eso, al terminar el priato, esta tendencia ?natural? ha vuelto a aflorar. Pero por otro lado sí hay una huella indeleble que podríamos denominar como una herencia benéfica (quizá porque se remonta hasta el siglo XIX): que a pesar de dicha tendencia, en el ánimo de la ciudadanía se ha acendrado una clara distinción entre los asuntos de la Iglesia y los del Estado (elemento que perdió de vista nuestro flamante presidente, como buen mocho, al encomendarse a las potencias divinas para que le revelaran cómo gobernar y así todo lo que hiciera fuera obra de Dios). Esto será un poco influencia de Juárez, pero en estricto sentido es también un seguimiento, al pie de la letra, de lo que los mismos evangelios sostienen: ?dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios?. Jesucristo es entonces el primer liberal que existió. Y la mención evangélica no es gratuita: ?todo está consumado?, pudo haber dicho ayer López Obrador al concluir su discurso delante de romanos y fariseos y quedar a la espera de que se le conduzca al Gólgota. Y tras las vallas, un pueblo arremolinado gritando ?crucificadle?, unos, y respondiendo otros (para hacerlo un poco más folclórico) ?el Torito es inocente?.

Sin embargo dentro de la actual coyuntura la participación del PRI no fue pasiva: simplemente se hizo a un lado y, a manera de Poncio Pilatos, ejecutó el mandato de la ley para que esa radicalización de opiniones (que la gente no quería, sino a la cual nos han conducido los actores políticos, tirios y troyanos por igual) brotara a la luz del día y determinara ?nada más me salgo de casa y mira qué reguero hacen: ahora voy a tener que arreglarlo todo?. Y ciertamente la razón le asistirá a los priistas que así piensen (¿a quién se le habrá ocurrido que este país está preparado para regirse bajo los principios de la democracia?). Por eso el paladín de Macuspana se enfrentó un paso adelante, en lo que más bien parecía su toma de protesta como titular del poder ejecutivo (minimalista, porque el distintivo que lleva en la solapa es, como la banda presidencial, también tricolor), al pleno de la Cámara de Diputados: él ya había dictaminado antes que ellos su desafuero y, en consecuencia, les podía espetar en su misma cara hasta de lo que se iban a morir. Y no se equivocó (que ya sabemos que nuestros representantes, como buenos histriones, están siguiendo celosamente el guión escrito): no sólo se cumplió la profecía del desafuero, legal pero ilegítimo, que debe llevarlo ahora sí inexorablemente a la inhabilitación de sus derechos políticos, sino que también asienta un precedente para la cacería de brujas que deberá desatar el actual gobierno (hasta que acabe el sexenio de lo cual, bendito sea Dios, ya no falta mucho). No hay de otra: y será irónico que el próximo desaforado sea uno de los diputados que ayer votó a favor del dictamen, porque si algún panista o priista es cachado en las andadas (en cierto modo los perredistas estarían un tanto exentos porque pueden abogar a su favor que hay una consigna contra los militantes de su partido), se le va a tener que aplicar, jacobinamente, todo el peso de la ley, inclusive si a la postre resulta ser un ?presunto inocente? porque las pruebas no son concluyentes. Las pruebas quizá no, pero la imagen sí.

Total, que hoy más que nunca (aunque en realidad siempre lo ha estado) el ejercicio político está supeditado a la retórica y a la hermenéutica: todo depende de cómo se argumenten las posturas y de cómo se interpreten los hechos. Es en función de tales preceptos que arribamos a la más brillante conclusión. El peje tenía razón (claro está, gracias a su decidida y entusiasta participación también): detrás de esto hubo un ?compló? del cual no tengo modo de asegurar que haya sido tramado por Salinas y Fernández de Cevallos (como en varias ocasiones este bonito dúo dio muestras de ello desde hace más de diez años), pero que sí resulta altamente probable, dado que entre panistas y priistas no abundan las mentes ingeniosas. La repercusión más importante de estos acontecimientos es bloquear a un factible candidato presidencial que, de pura coincidencia, es el más popular. Despejado el camino, Bobby Madrazo será el próximo presidente de la República. Por lógica, algo oscuro debe de haber cuando un partido, el PAN, desplaza sus propios objetivos (como los de cualquier otro partido: la búsqueda del poder) para originar una pugna en la que el principal beneficiario será el militante de otro partido (espero que nadie quiera ofender la inteligencia de la gente sosteniendo la consigna de que todo fue para ?aplicar la ley sin mirar a quién favorece?). La única ganancia del PAN será eliminar a López Obrador de la contienda electoral del 2006 para que Santiago Creel quede en un ?honrísimo? segundo lugar dentro de la carrera presidencial, lo cual (es obvio), equivale a nada.

(El próximo lunes: ?El flautista de Hamelín?)