"El Señor López"
Ha llamado la atención la forma en que el Voz-ero (lero lero) de Los Pinochos, don Rubencito Aguilar y Somellera, se refirió ayer al Peje AMLO, como "el señor López".
También los asambleístas samaritanos que pagaron la fianza del Peje se refirieron a él, durante sus 15 minutos de fama en todos los noticieros, únicamente con el primer apellido.
La estrategia "de chamacos de secundaria", como la ha calificado Tere en su blog no es nueva. La inició el diario La Crónica de Hoy, quien ha tomado como propia la cruzada contra AMLO y a tiro por nota se encarga de sacarle sus "trapitos al sol", algunos reales y otros manipulados o de plano inventados.
Luego, los asambleístas panistas del DF, sobre todo, se han encargado de referirse así a Andrés Manuel López Obrador, como una forma de denostación o "ninguneo", algo muy característico de la burguesía criolla, gente "bien" o "decente", que por darse ínfulas de nobleza, siguen pensando que el apellido define y hace a la persona y no sus actos o su integridad.
Además, referirse a AMLO como simplemente "el señor López" tiene también una intención ingenuamente invisibilizadora. Creen que si no lo nombran va a desaparecer.
La cosa es que la gente, el pueblo, la plebe, como quieran llamarle, es más sabia: en todos los mítines corean su apoyo como "Obrador, Obrador", para distinguirlo de los miles de López que deben ser también sus seguidores.
Nada más me gustaría saber si estos diputadetes y funcionarillos, hace 40 años, hubieran tenido los tamaños para referirse a alguno de los duros presidentes príistas simplemente como el "Señor Díaz", "el señor Ruiz" o "el señor López", por Díaz Ordaz, Ruiz Cortinez o López Portillo. A ver si hubieran sido tan valientes.
Claro, ahora ya se puede decir lo que se quiera y, en lugar de usar responsablemente su libertad, se comportan como niños pendejos, como avestruces, sin querer hacerse responsables de todo el desmadre que han armado y del ya no quieren el queso sino salir de la ratonera.
Yo, por lo pronto, les digo: cuando se refieran a mí, en caso de que llegue a un cargo público, háganlo con mi nombre completo, pues como diría mi progenitora, doña Consuelito, "díles a esos cabrones que tú sí tienes madre".
También los asambleístas samaritanos que pagaron la fianza del Peje se refirieron a él, durante sus 15 minutos de fama en todos los noticieros, únicamente con el primer apellido.
La estrategia "de chamacos de secundaria", como la ha calificado Tere en su blog no es nueva. La inició el diario La Crónica de Hoy, quien ha tomado como propia la cruzada contra AMLO y a tiro por nota se encarga de sacarle sus "trapitos al sol", algunos reales y otros manipulados o de plano inventados.
Luego, los asambleístas panistas del DF, sobre todo, se han encargado de referirse así a Andrés Manuel López Obrador, como una forma de denostación o "ninguneo", algo muy característico de la burguesía criolla, gente "bien" o "decente", que por darse ínfulas de nobleza, siguen pensando que el apellido define y hace a la persona y no sus actos o su integridad.
Además, referirse a AMLO como simplemente "el señor López" tiene también una intención ingenuamente invisibilizadora. Creen que si no lo nombran va a desaparecer.
La cosa es que la gente, el pueblo, la plebe, como quieran llamarle, es más sabia: en todos los mítines corean su apoyo como "Obrador, Obrador", para distinguirlo de los miles de López que deben ser también sus seguidores.
Nada más me gustaría saber si estos diputadetes y funcionarillos, hace 40 años, hubieran tenido los tamaños para referirse a alguno de los duros presidentes príistas simplemente como el "Señor Díaz", "el señor Ruiz" o "el señor López", por Díaz Ordaz, Ruiz Cortinez o López Portillo. A ver si hubieran sido tan valientes.
Claro, ahora ya se puede decir lo que se quiera y, en lugar de usar responsablemente su libertad, se comportan como niños pendejos, como avestruces, sin querer hacerse responsables de todo el desmadre que han armado y del ya no quieren el queso sino salir de la ratonera.
Yo, por lo pronto, les digo: cuando se refieran a mí, en caso de que llegue a un cargo público, háganlo con mi nombre completo, pues como diría mi progenitora, doña Consuelito, "díles a esos cabrones que tú sí tienes madre".
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