jueves, febrero 10, 2005

Chuck Palahniuk


por Tony Domenech

Coge una cosa importante.

Por ejemplo: Esa sensación de que todo está equivocado.

Bien. Ahora concreta un poco más: Todo está equivocado porque malgastas tu vida en un trabajo que no te gusta, con un jefe que no soportas, y todo para poder pagar un montón de cosas que no necesitas. No dices lo que quieres decir, no haces lo que quieres hacer y no puedes ser quién eres, porque no está bien visto.

Ahora viste esa idea con algo que suene estúpido. Un don nadie con insomnio que sólo encuentra paz en los grupos de ayuda te servirá. Haz que conozca a alguien que revolucione su mundo, que le haga hacer todo lo que nunca se atrevió a hacer, que le haga ser todo lo que nunca pudo ser, que le muestre la luz, la libertad y el perfecto orden de una tierra sin reglas donde el que lleva un ojo morado es el rey. Vuela su casa por los aires. Conviértele en el gurú de un nuevo mundo en ciernes. Luego haz que ese alguien sea él mismo.

Díselo al lector desde la primera página pero consigue que no lo note hasta casi el final del libro. Complica la trama y dale proporciones épicas. Extiende la revolución del personaje a todo el país; gente liberándose a través del Credo de alguien que no existe. Ríete de todo.

Después haz algo grande. Intenta volar los edificios dónde se guarda la información sobre las tarjetas de crédito, llévanos al Año Cero. Roza lo absurdo, haz que todo ocurra por una mujer. Haz que el personaje piense que es otro el que la tiene; hazle sentir celos de sí mismo. Haz que se vuele la cabeza para matar a otra persona. Da multitud de detalles químicos sobre la construcción de explosivos con jabón. No lo hagas explotar todo:
Guarda un poco para los ricos.

Jabón hecho con la grasa de su última liposucción. Véndeselo.

Sé irreverente, méate en las sopas de hoteles caros, ocupa una casa, burla la ley, amenaza a alguien con una pistola para que haga aquello que desea hacer. Pon un fotograma porno en una película de dibujos animados. Devuelve el poder y la dignidad a los camareros, a los mecánicos, a los fontaneros, a los electricistas, a los basureros, a la gente que hace que el mundo gire. Dales un héroe. Saca algún gordo bonachón, pero ponle tetas y atrófiale los testículos por abuso de esteroides. Utiliza frases que se repiten, como una pequeña broma privada con el lector. Da giros bruscos, salta en el tiempo, empieza por el final, ve hacia atrás y vuelve al sitio dónde empezaste. No olvides las Metáforas Biológicas: soy el apéndice orgulloso de Jack.

Emplea un lenguaje sencillo y dinámico, empuja al lector hacia delante, verbo tras verbo, página tras página. Dale lo que espera de vez en cuando y sorpréndelo cuando se esté poniendo cómodo. Cuando hagas todo eso, y hayas escrito el Club de la Lucha, coge otra idea cualquiera.

Cómo frivolizamos los objetos y rituales de poder de otras culturas y los reducimos a meros adornos, a palabras en un libro, por ejemplo. Mézclalo con todo lo que reprimimos, haz un par de lúcidas denuncias sobre la adicción al ruido: esa tele más grande, ese estéreo más potente. Esos silenciofóbicos. Esos ruidoadictos.

Escribe sobre una Nana asesina, capaz de quitar la vida con sólo pensarla. Busca todos los ejemplares, intercala el antes con el ahora, haz que todo encaje al final, aunque siempre esté a la vista. Escribe sobre la necesidad de ser el centro de atención, sobre cómo algunos caen y otros se tiran.

Una modelo sin cara viaja, acompañada por una drag queen y un ex novio imbécil, por todo el país en busca de barbitúricos y estrógenos. Quema alguna boda, da múltiples detalles sobre foniatría, sobre drogas, sobre hormonas, pega unos cuantos tiros. Vuélate la cara para dejar de ser tú. Vuélvete un poco loco.

Juega con el poder de los medios.

Convierte al único superviviente de una secta suicida en un Mesías popular. Enseña como se crean y como se destruyen los mitos que algunos adoran, muestra el vacío, el stress, la gran ilusión para el ciudadano medio, las mentiras. Hazle llevar una línea de ayuda dónde incita al suicidio, que conozca a alguien que pueda ver el futuro. Haz que se enamore, súbelo y hazlo caer desde un avión, cuenta atrás, dictando su vida a la caja negra del aparato. Presenta una visión lúcida, absurda, de la religión. Da muchos detalles sobre limpieza e higiene y no olvides numerar las páginas al revés.

Escribe sobre alguien que gana dinero fingiendo asfixia. Habla de la necesidad que todos tenemos de salvar, de ser importantes; de servir para algo. Haz que su madre esté loca de remate, traza su destino, juega con todo lo que tengas a mano.

Consigue que lo absurdo tenga sentido y que, además, haga pensar al lector sobre sí mismo y el mundo que le rodea. Míralo todo, sintetiza lo triste y ríete de ello. Un poco de nihilismo coherente para el día de hoy. Di la verdad con una carcajada surrealista que algunos creerán vacía. Sigue la tradición de los Vonnegut, los DeLillo y los Pynchon de este mundo, pero sin que se note; tienes que parecer un escritor poco literario, recuerda; escribes para gente que no suele leer.

Lo importante es que todo parezca un juego de estilo, algo muy sencillo.

Que no se vea el mensaje; así lo leerán.

Pero no sabrán que lo han leído.

(Tomado de Aledaños de la Literatura)