martes, enero 04, 2005

Cascante en Nexos sobre Kertész


Imre Kertész


Mi cuate del alma Alberto Cascante acaba de publicar una reseña en el número más reciente de la revista Nexos.

Escribir para soportar la catástrofe
por Alberto Cascante

Imre Kertész: Liquidación,
Alfaguara, México, 2004, 149 pp.

 
La editorial Alfaguara publicó recientemente en nuestro país la última de cuatro novelas que el Nobel húngaro, Imre Kertész (Budapest, 1929), concibió como una tetralogía que da inició con Sin destino y que termina con Liquidación, narración -esta última- en la que el autor expía los demonios de quienes sobrevivieron al Holocausto, vivieron bajo el dominio del comunismo soviético y alcanzaron a ver caer el Muro en Berlín y a los caducos regímenes totalitarios en el este de Europa.

El texto dibuja las endebles trayectorias de distintos personajes nacidos en la generación anterior a la Segunda Guerra Mundial que se vieron obligados a adaptar sus vidas según las secuelas de los violentos cambios que moldearon al continente europeo a lo largo del siglo XX, y que insisten -quizás de manera inútil- en ajustar cuentas con el pasado. Keserú, protagonista y alter ego de Kertész, encarna el papel de un editor que entra en desuso con el advenimiento del nuevo orden mundial y que se obsesiona, tras el suicidio de B, su amigo escritor, con encontrar el manuscrito póstumo de su compañero, al tiempo en que se embarca, sin darse cuenta, en la revisión de su propia existencia.

Situada en el Budapest de los años noventa, Liquidación está concebida como una novela catártica que permita superar el trauma que supone tal concatenación de transformaciones; reflexiona, también, sobre el verdadero valor y la utilidad de la creación literaria, elevando el oficio del escritor a un extremo casi mítico en la acalorada perorata de Keserú: "Yo, sin embargo, creo en la escritura. No creo en nada más, sólo en la escritura. El hombre vive como un gusano pero escribe como los dioses. En algún momento se conocía este secreto, que ahora, sin embargo, se ha olvidado..."; más adelante implica de igual forma a la sustancia que mantiene ensamblado nuestro universo: "...el mundo está compuesto por fragmentos que se desintegran, es un caos oscuro e inconexo, sólo sostenido por la escritura. El hecho de poseer una idea del mundo, de no haber olvidado todo cuanto ha ocurrido, de no haber olvidado que, en general se tiene un mundo, se debe a la escritura. Esta, el invisible hilo de la araña, el logos que sujeta nuestras vidas lo ha creado y no cesa de crearlo..."; finalmente, proyecta en su cumbre al artesano: "Existe una antigua palabra bíblica, ya en desuso, que designa al doctor de la ley: el escriba. El escriba es más que un talento, el escriba es más que un buen escritor. No es un filósofo, ni un lingüista, ni un estilista. Por mucho que tartamudee, por mucho que no lo entiendas de inmediato, siempre reconocerás al escriba". He aquí la tesis fundamental en Liquidación: la escritura como única opción, como única actividad emancipadora para aquellos a quienes ya no les estaría dado permanecer con vida. Escribir es el rasgo más contundente y definitivo del optimismo kertesziano.

Liquidación trata del rescate, de la memoria de un hombre nacido en Auschwitz: B. Su nombre es la letra -la única- que antecede a un número de cuatro cifras tatuado en uno de sus muslos como identidad inapelable de los presos en los campos de exterminio. Es el relato seco y amargo y, extrañamente, al mismo tiempo, vital y esperanzado de una historia incontable, kitsch en palabras del propio autor que nos trae a la memoria la tradición narrativa de otros tantos escribas centroeuropeos.

Por otro lado, la estructura de la novela está planteada -con fortuna- como un juego de espejos. Kertész intercala a lo largo del texto fragmentos de una pieza de teatro escrita por B cuyos protagonistas son los mismos personajes de la novela: Kürti, Sara, Oblath y Keserú, y cuyo argumento es muy similar a lo que vivieron, todos ellos, nueve años atrás. De tal forma la historia avanza, a veces, de la mano del narrador y, en otras ocasiones, mientras conocemos la obra de B. Al final, el suicidio de B se esboza como una forma de seguir vivo, una excepcional manera de renacer, entendida en esta misma lógica que acaba convirtiendo a los hombres en una multitud de irredentos cínicos para enfrentar la catástrofe, la de los individuos, la de los pueblos, la de las naciones: "El hombre de la catástrofe carece de destino, carece de cualidades, carece de carácter. Su horrendo entorno social -el Estado, la dictadura, o llámalo como quieras- lo atrae con la fuerza de un remolino vertiginoso, hasta que renuncia a oponer resistencia y el caos brota en él como un géiser hirviente...'.

Imre Kertész fue galardonado en 2002 con el Premio Nobel de Literatura y es el primer escritor húngaro en recibirlo. A los 15 años fue deportado a Auschwitz y luego trasladado a Buchenwald. Entre sus novelas más conocidas están: Fiasco (1988) y Kaddish por el hijo no nacido (1990). Otras de sus obras son: La bandera inglesa (1991), Yo, otro (1997) y Paso a paso (2001). Sus traducciones al húngaro de la obra de Freud, Nietzsche, Canetti, Joseph Roth y Wittgenstein se cuentan entre las más importantes en esa lengua. Liquidación es el primer texto que publica tras el Nobel.

(http://www.nexos.com.mx/librosArtic.php?id_article=146&id_rubrique=58)