jueves, diciembre 16, 2004

Taxonomías, sistematización y mercadeo, o donde se cuenta ¿por qué se hace poesía?

por Rubén López

Para Bernardo Ruiz y Víctor Hugo Rascón a quienes conocí en la primavera de un otoño entre poetas y constructores del mundo. Mx 2004.

Las raíces de la nueva poesía

Con el esfuerzo de millones de seres humanos se inventaron los antibióticos, las vacunas, el agua potable y la producción de alimentos. Basta un instante para reconocer que en todo esto hay poesía. Y es así y nada más que así. Se inventó más población, se murieron menos seres amados, viven más, eso es un poema.

Gracias a esos hechos -y también al cambio de la ética sexual- creció la población en México y en el mundo. Indiscutiblemente que de 1960 a este día hay más población en el mundo, como en ninguna otra época. El mundo se ha transformado. A la par, y con el sacrificio de cientos de pueblos, se ha construido los medios para tener una intensa comunicación. Eso facilita la migración. Pero juntos como gemelos. Nacen los policías y funcionarios de migración, siempre obedientes a los imperios. Ambos rechazan a sus oprimidos que huyen de las zonas de guerra y miseria. Hoy -y en cada instante- hay más gente y hay más gente comunicada. ¿Qué produce todo esto? Más gente conocedora, más reflexión y mejor entendimiento de nuestro mundo.

Armónicamente hay otros hechos. Más desplazados da el hambre que la guerra. Y -lo esencial- hay mayor escisión del mundo. Hoy hay más ignorancia y miseria en el mundo.

La fórmula es simple. Hay más gente y también hay más escritores (poetas, novelistas, guionistas, excelentes escritores de literatura dramática, ensayistas, historia y otra larga lista). Hay más medios de comunicación, eso es innegable.

Y también existe otra verdad absoluta, hoy hay menos lectores en el mundo.

Tampoco esa contradicción es gratuita. También es deliberada y tiene sus razones.

La invención de las clasificaciones y sus funciones

Pero ¿qué hacer frente a esos fenómenos de la masividad y de grandes cantidades? Lo lógico, lo normal, es que si hay mucho -de todo- es correcto organizarlo en alguna forma. Cuando hay millones de teléfonos, millones de casas, millones de habitantes hay que hacer directorios. Cuando se ha dejado de ser la aldea, con un teléfono, 10 casas y 100 habitantes. Cuando hay miles y millones de todo, lo correcto es organizar la multiplicidad.

La única diferencia es que las clasificaciones jamás se hacen en el vacío. Las hacen grupos humanos y esos grupos existen -aún contra toda nuestra voluntad- divididos por precisos intereses. Son ellos quienes hacen sus clasificaciones y cumplen los objetivos del grupo (la pandilla, la mafia, la élite). Como no tenemos otro nombre decimos que es el que es -y está- y ejerce el poder. El grupo del -y en- el poder hace una clasificación a beneficio del grupo en el poder. Jamás lo harían en contra de sí mismos.

Esa forma de clasificar, eso que se llama taxonomía, tienen una relación con la función de quienes estructuran una lista. ¿Por qué? Porque la taxonomía cumple con los objetivos y las -generalmente secretas- perversas intenciones de todos los que se dedican a las clasificaciones -la taxonomía-.

Jamás existe un solo acto de los grupos humanos, que carezca de objetivos. Todas las acciones tienden a un objetivo. Los filósofos lo dicen bonito -por oculto y vergozante- el grupo humano es un ser teleológico. Siempre actúa movido por causas y siempre busca un objetivo que cumplir. La irracionalidad existe para quien no conoce la razón de la conducta.

Un mexicano en el siglo XVIII analiza las clasificaciones

Alzate y las nuevas ciencias ese podría ser el título de un libro. Aquí sólo ocupa un párrafo. En los fines del siglo XVIII, en un lugar del mundo llamado Nueva España, indiscutiblemente cambia nombre, ahora es México. A ese lugar, algún rey de España, de esos que los historiadores serviles, llaman reformador. Yo aquí deliberadamente olvido el nombre. Tampoco lo hago gratuitamente. Lo omito por haber sido perseguidor de los poetas. Ese hombre, que era rey, envió su emisario a la Universidad de México, para que impusiera las nuevas taxonomías, llamadas las ciencias nuevas.

Ese poeta, escritor y genio mexicano se opuso. Su apellido era Alzate. Dio sus razones. La esencia es que todas las clasificaciones se hacen a beneficio del grupo que las promueven e impone. ¿Por qué? Porque Alzate lo dice, le sirven al grupo, la claque, la rosca, el anillo y el segmento de la población que las hace. Jamás será un individuo ni siquiera un circulillo. La historia humana, para dicha de todos, es de grupos inseparables de las luchas, conflictos y objetivos humanos. Y el rey -que era la cabeza visible de los traficantes de todo, oro, plata, drogas, esclavos (ahora se dice indocumentados)- manda a enseñar e imponer las nuevas clasificaciones a beneficio de los grandes, de los muy grandes, de esa época.

En las clasificar se dice ¿Qué hay que escribir?

Hay una brillante realidad de la vida ella hace que los escritores y poetas miren a su alrededor. Antes eso fue como un acto -increíble- insólito y espectacular. Inevitablemente aparecen los poetas que sienten los aromas, los olores fétidos -del río Lerma en la autopista México-Toluca-. Son los poetas que descubren que no había mitología al hacer dinero de todo. Es la fastuosa ambición de las instituciones que peso a peso, despojan a los pueblos. Digámoslo fácil ¿Cómo se inventó ese poema de arrancar gotitas de vida en cada peso? Porque ganar cada peso nos cuesta un trozo de vida.

Dejó de ser una excepción que don Alfonso Reyes se diera cuenta que otra vez, es el crudo invierno, y los tarahumaras se morirán de frío. Dejó de ser espectacular que don Pablo Neruda, pensara que era necesario, que despierte el Labrador -Abraham- con su hacha de madera. Y que un asesinado poeta en Centroamérica dijera Vamos Patria a Caminar yo te acompaño bajaré a las profundidades y me quedaré ciego para que tu mires.

Los poetas dejaron de lloriquear amores patológicos frustrados. Dejaron de hacerlo porque sabían hacer lo único posible e inevitable que se debe hacer que es vivir. Y luchar para vivir haciendo poesías porque es un eficaz medio de vivir.

Con esa lucha ?inconcebible- porque más que mitológica es cierta, porque increíblemente se hace esa poesía. Y porque además es la lucha de millones y millones. Y porque es lo único existente, es el más bello y hermoso poema, es la lucha y ascenso de la humanidad.

Esa nueva realidad ha escrito y escribe poemas como el que principia con dos oraciones: Ínclitas razas humanas, sangre de hispania fecunda. Son los Cantos de Vida y Esperanza, es Rubén Dario. . Es -y será siempre- esa nueva realidad de escribir en español -mexicano, centroamericano, latinoamericano- esos que entonan el Contra-Canto a Walt Withman de Pedro Mir. Saben que son y siempre serán un grupo, un segmento de hispano parlantes. Ellos son quienes entonan el canto a nosotros mismo y a nuestra sobrevivencia.

Las consecuencias de la poesía

Esa poesía existe porque a diario se escribe. ¿Qué efecto tiene? ¿Para qué se escribe? ¿Acaso los poetas están ajenos a la teleología human? Repitiendo las mismas razones que escribe Charles Darwin en su primera hoja del libro del Origen del Hombre. ¿Los poetas están sujetos a los cambios o ellos no cambian? ¿Siguen el mismo curso de toda la historia de la humanidad o están afuera? ¿Habrá alguien que esté fuera del tiempo y el espacio?

Ante la espectacularidad de que algún poeta viera su entorno, sintiera lo que sucedía. Ante ese hecho asombroso que tuviera ojos para ver que cae fuego del cielo en Hiroshima. Un pueblo de campesinos llamado Vietnam es calcinado por cientos de bombas, más poderosas que las atómicas. 4 millones de niños y jóvenes muertos. Ante la realidad viva de la electrónica. Es el realismo real, de la realidad verdadera. Podernos comunicar y oírnos estando tan lejos. Poseer la misma fe y las mismas esperanzas sin saber tu rostro. Pero sé que eres de mi mismo grupo, de mi misma familia y haces cada instante creadoramente.

¿Cómo que realismo mágico? Porque ?trágicamente- no existe la magia. Pero sí existen los espectaculares bombardeos sobre la ciudad donde Jonás iba con su ballena por la calle buscando su destino. Ante una generación de jóvenes mexicanos y del mundo desapareció Nínive. Y también desapareció Ur de los Caldeos, donde se inventó el calendario nuestro. Y en este instante en que termino este párrafo muere otro niño de hambre y un adolescente mexicano es víctima de la violencia (se le prostituirá física y moralmente, se le inducirá a la fantasía de las drogas y se le engañará con una acción suicida). Esta noche habrá otra muerta más de ciudad Juárez, en cualquier lugar de Latinoamérica.

Geniales creadores sensitivos.

Ante esos hechos aparecen seres humanos que se duelen de la realidad. Que saben que existe otra realidad. Ante esos hechos el surgimiento de la nueva estirpe que nace para contradecían el antiguo postulado que la poseía es sólo llanto desesperando y sin sentido.

Veamos ¿Para qué sirve la poesía? La poesía ?se ha dicho- es para inducir a la patología, a amores enfermos, castrantes y mutilantes. Canta ?a lo único que existe- que es el dolor. Esa misma corriente de pensamiento afirma que la experiencia humana?toda- es sufrimiento, amargura, torturante, dolorosa y la vida es un asco: la náusea, la mugre.

Los autores de ese pensamiento han ido más profundo. Porque deja de ser un concepto. Han impuesto que se haga esa poesía y se buscan que se siga haciendo esa poesía. Buscan cultivar pacientemente la tanatofilia, la necrofilia y las tendencias suicidas. Morir por morir. Y cuando alguien niega esa actitud, inmediatamente se hace la taxonomía de los seleccionados, de los que siguen el canon morbido. E indirectamente -pero también en forma firme- la taxonomía de los excluidos. Por verdadera -tu y yo- somos incapaces de discutir que existen esas taxonomía y sus razones.

La función de clasificar

Y se hizo mejor. Se hizo la taxonomía de los autores de esa -otra- poesía. Se les puso en el índice como antes había hecho el Consejo de la General y Santa Inquisición. Aparecen otra vez los lectores de la inquisición. Ahora es más elegante. Se les llama críticos. Son a sueldo. Igual que los otros. Allí está los archivos de la Inquisición, allí están en la antigua Cárcel de Lecumberri en México. ¿Quién quiere leerlos? Allí están en el bellísimo edificio con pisos de mármol y paredes a prueba de fuego. Están para que no se olvide que la inquisición existe y se ejerce. Lleno de tantos temas de nuestra época.

Entonces es sabio concluir. Las taxonomías son la consecuencia de hechos muy precisos. Es el resultado de causas que impulsan a hacer clasificaciones y registros. Es más que poner a los más vendidos, a los mejor elogiados. Es poner a los que se les está permitido -aprobado- lo que escriben. Se les promueve. Y se induce -se forza- a que se les lea.

No es un tema de estética, ni siquiera de gramática ni de reglas -siempre impuestas, siempre obsoletas, siempre funcionales- de cómo se debe escribir. Es una función inteligente. Tiene un hermoso agregado, es lo que tolerado y elogiado. Para engañar la esencia se le envuelve en el papel de regalo. Es lo más vendido. Es the best seller.

Las causas humanas y las causas de la poesía

Es un hecho profundo y esencial. Comprende la esencia humana y su naturaleza. Trágicamente el mundo está dividido en segmentos, en secciones. Lo ideal era que hubiera sido por el color de la piel (que hermoso era el racismo por simple e imbécil) ahora es más profundo.

Pese a eso ahora en poesía está claro y preciso. Se clasifica a quienes -con su omisión, con su silencio, con castrar la realidad- lloran y lloran el beso que no dieron, la pasión que reprimieron, la fecundidad que no tiene.

¿Entonces?

Hay que condenar a los que cruzan las tormentosas calles del tráfico -intencionalmente- enloquecido. A los que creen en el amor fecundo, de mujeres y muchachos, adultos y ancianos sanos, apasionados. Hay que condenar a esos que escriben que hay presente y hay futuro para la humanidad. Que por difícil -imposible- que sea este momento amanecerá para todos.

Hay que excluir de las taxonomías -casi prohibirlos, no publicarlos e impedir su circulación- a los que afirmen que la vida, siempre, pero siempre, será más grande que la muerte.

Hay que no-clasificar a quienes saben -y lo dicen- que hay hambre, hay violencia -descarnada, grotesca, obvia, de bolsas de plástico que asfixian- Y hay otra violencia la sutil, la refinada y delicada -la legalizada- que en nombre de la santidad impúdica de la libre rapacidad -free patriotic act- se despoja del petróleo, de la tierra fértil, de sus razones ?de pueblo, de nación- a los seres humanos. Ya no hay México, ya no hay nación ni solar p atrio, ahora somos globalizados y globalizantes. Se les vende un libre mercado inexistente. Que arte poética hace que se venda -no el cielo- sino un mercado libre que no existe. ¿Habrá mayor fantasía, realidad virtual y brutal enriquecimiento, de venderle a millones de seres humano un objeto inexistente y que además lo compren?

En la alborada del nuevo mundo

Ha nacido -escribe, lucha y vive- la generación que descubrió los grandes mitos contemporáneos. ¿Acaso -tu hombre, mujer- que vas en el camino -Song on the road- no ves el mito de la democracia? ¿Acaso no ves que hay uso y abuso de la estadística? ¿Acaso no has oído que hay fraudes electorales en la Florida? Magia de magia, alquimia electoral de la antigua alquimia tricolor mexica. No. No te equivoques. Esa victoria no celebra con pulque su victoria. Esos victoriosos celebran su triunfo con bombas inteligentes que arrasan museos el botín es el petróleo no el congreso de la unión y las diputaciones.

Los clasificadores gritan. Que nadie vea que la biblioteca más antigua del mundo y cientos de miles de niños bellos, ardientes muchachos y muchachas, venerables ancianos, están siendo destruidos en este instante. Y los clasificadores vuelven a gritar: serán clasificados quienes ignoren el dolor humano. Y como el gran presidente -es poético en inglés- sólo existen los que están con nosotros. No existen quienes prediquen la fe y el amor entre los humanos.

Oscurecer la poesía es oscurecer el mundo

Genial. Absolutamente genial. Es la tecnología del poder. Inventar cómo oscurecer la luz del día. Es sacrificar cada fotón en el esfuerzo porque reine las tinieblas. Clasificar como los mejores ?the best of the best- a quienes en santa peregrinación al reino -de este mundo obvio- induzcan a que se borre, se ponga -delete- y sólo haya poesía que persista en repetir que -todo- absolutamente todo es una muerte sin fin.

La realidad, cada beso, cada abrazo, cada amanecer y su sinfonía de genomas, cada gesto lleno de gigas de gigas de energía, dice que la vida es la más grande hazaña que han inventado los seres humanos. Y que eso merece un poema, aunque no se esté clasificado.

La poesía -como las piedras, como las flechas, como las alas y las turbinas- son para luchar, para vivir y para vivir en México y el mundo. Vivir en un mundo nuevo que hay que construir. Nadie lo ha inventado ni existe. Hay que hacerlo. Y quienes estén en el otro lado, en la otra trinchera, afirma que sólo existe la muerte. Los clasificados ?como buenos poetas- observan la regla. Hay que escribir cosas que no se entienda, que produzcan rechazo por la poesía, por la literatura y la lectura, por la pintura y a todo lo que signifique vida.. Estos son los que pueden estar clasificados.

Sólo hay un pequeño hecho. Quienes están con la destructividad no están por la vida.

Una conquista irrenunciable

Gloriosamente se escribe para luchar, para vivir. No es derecho. No es para ser clasificado. Se hace en el coro glorioso de acciones armónicas que van delineando protón, por protón, un nuevo electrón tras otro; y si hay objetos más pequeños, pues esos, se ponen con cada letra, con cada oración, en cada trazo, en cada acorde. Con cada poema que invita a vivir y a luchar. Aunque no se esté clasificado. ¿Qué se logra? Vivir y vivir dignamente. Saber, conocer por qué, para qué y cómo se escribe. La causa es infinita se escribe porque es la vida y se escribe para la vida. Causa y consecuencia. Manantial, fuente y destino. Es la sed insaciable de vivir.

13nv04.