jueves, diciembre 02, 2004

La reina Norah


Ayer, gracias a la generosa invitación de mi gran amiga Catalina, fuimos al concierto de Norah Jones en el Auditorio Nacional. La última vez que había ido al lugar fue cuando vino Garbage, con la perversa Shirley Manson. En esa ocasión fui solo y mi alma, y no me gustó para nada la experiencia de ir solo a un concierto, así que como no tenía a nadie a quien invitar (la mayoría de mis amigas son ejecutivas de éxito que nunca tienen tiempo para disfrutar de la vida), este año me perdí de muchos buenos conciertos (p. e. Pearl Jam, Kiss, El Cigala, etc.)

Pero esta vez fue diferente. Llegamos temprano, para evitar aglomeraciones y por primera vez escuché al organista del Auditorio. Se aventó una versión barroca de "Dust in the wind".

Puntualísima salió Norah Jones. Bellísima, espléndida, con una sencillez y una cierta timidez que la hacía aún más encantadora. Trató de comunicarse en español, pero prefirió hablar en inglés, presentando las canciones, a sus músicos (la soberbia Handsome Band) y hasta haciendo bromas.

Ataviada con una blusa negra de tirantes y una falda fucsia (rosa mexicano, dice la Cat), cantó y tocó alternativamente el piano eléctrico y el acústico, luego se plantó frente al micrófono y trató de bailar un zapateado, pero nada más movía los pies y se balanceaba, admirando el vuelo de su falda.

Lo sorprendente es que las que más gritaban y la piropeaban eran mujeres, aunque un cuate de gayola le gritó: "Marry me!". Yo le quería gritar que me hiciera un hijo, pero la Cat me echó unos ojotes cuando se lo plantée, así que mejor cerré el pico, chiflé y aplaudí a rabiar. Ella sonriente, se sonrojaba y se dejaba querer, y seguía cantando con esa voz privilegiada, como si fuera lo más fácil del mundo.

Me sorpendió lo joven que se ve (tiene 25 años). Y Cat me dijo: "Es una vieja en un cuerpo de joven", ya que no creía posible que una jovencita como ella cantara ese tipo de canciones con tanto sentimiento y como si toda su vida se la hubiera pasado en los bares de Chicago o Nueva Orléans. "She´s got the blues", le dije a Cat y ella asintió, mientras la reina Norah cantaba "Don´t know why".

Pero el concierto se fue en un suspiró y nos dejó con ganas de más.

Hoy en la mañana Víctor Trujillo pasó la entrevista que le hizo ayer y se veía igual de radiante y bella.

Hacía mucho que no me sentía tan bien y disfrutaba tanto un concierto.

Gracias Cat y gracias Norah, reinas de amor y sentimiento.