viernes, diciembre 17, 2004

Fat is beautiful

.
"La gordura es hermosa": Porky dixit
Por Efrén Minero
(Tomado de la revista Cardomomo)

Uno de mis gordos favoritos: Capulina

Además del cerdito tartamudo de Looney Tunes, los propietarios de una carnicería en Apizaco, ubicada en la calle Francisco I. Madero, también cree que la gordura es hermosa y lo demuestran con poner un letrero sobre el toldo que protege su cazo de chicharrones. El gordo es uno de los apodos infaltables en la escuela; aunque tiene sus variantes, por ejemplo, hace varios lustros al gordo del salón se le decía La Tonina por aquel luchador de la época de Santo El Enmascarado de Plata, La Tonina Jackson. Los apodos como todo, sufren un proceso de aggiornamento, es decir, de actualización (usamos "aggiornamento" porque es una palabra más gorda). Una variante peyorativa que se usaba es IBM, la Inmensa Bola de Manteca; La Tonina es un mote amistoso y lo de IBM (que también funcionaba para decribir al vil gato o mandadero: el yveme a traer eso eso, yveme a traer lo otro) es agresivo. En mis días de secundaria a un compañero le asestaron el apodo de IBM, era gordo, después tomó clases de artes marciales y adelgazó, con el tiempo recuperó, ya treintañero, mucho de su gordura, la suficiente para merecer otra vez aquel apodo, pero nunca más lo recibió, ni ese ni otro, sospecho que su cinta negra y su tercer dan quizá tuvieron algo que ver en la ausencia de akas (ya know, also know as). Otra variante de "gordo" se le aplicaba a un compañero de mi hermano, "pasado de peso": La mayoría.

¿Dónde está el límite para ser considerado o autoproclamarse gordo? Los nutriólogos, tan serios y científicos, tan asépticos y solemnes, hablarán de calorías, tablas de estaturas y pesos, dietas, etc. Para los nutriólogos hay dos clases de gordos y bla bla bla; sin embargo, uno posee un extraño sentido que sin dificultad nos permite decir "ese guey está gordo" o para considerarse a sí mismo gordo. Insisto, lo de las mujeres es otra cosa, ellas son al respecto más meticulosas.
Debemos establecer una clara separación entre los gordos y los que sólo somos panzones. Los gordos deben ser rubicundos, como manzanas, como cerditos de Walt Disney, en cambio, los panzones, los que lucimos una panza cervecera, somos ninguneados porque no alcanzamos la categoría para ser considerados gordos. Un gordo no es un solamente un panzón, el gordo debe extender sus redondeles por brazos, manos, dedos, rostro, trasero, etc. Hay nalgones que responden a la ley del tordo: las patas flacas y el culo gordo, esos tampoco merecen la etiqueta de gordos.

Puede haber gordos por problemas de metabolismo o gordos tragones, o una combinación de los dos. Hay oficios en que la gordura parece ser parte de los requisitos para ejercerlos. Los carniceros suelen ser gordos, los tenores (como los "tres horrores", amos del kitsch, Luciano Pavaroso, Complacido Sábado y José Carrereado) pero más las sopranos.

Ser gordo tiene sus ventajas, si uno piensa dedicarse a guarura o a guardia nariz del emparrillado, pero también tiene sus inconvenientes, sobretodo si el gordo es cinéfilo, porque el ancho de sus nalgas encuentra problemas para acomodarse al de las butacas, es como lo zurdos que no hallan muebles o herramientas adaptados para ellos. Hay tipos que se deleitan llamando a sus novias o esposas "gorda" o "gordita"; funciona del lado femenino, "gordo" y "gordito". No entraré en detalles, porque los desconozco (aunque muchos se pueden leer con prolijidad en Sodoma y Gomorra, el volumen cuarto de En busca del tiempo perdido de Proust), pero supongo que los gays y las livais deben usar ese tipo de molesto sobrenombre cariñoso. Las señoras acostumbran nombrar a sus latosos chamacos "mi gordo", "mi gordito". Desde otro punto de vista, existe "ya me caíste gordo", es decir, pesado, sangrón, antipático. Ser gordo o ser llamado cariñosamente Gordo está en relación al lugar desde donde se nombra. En México, tierra de gordos y panzones (aparte, por supuesto, de corruptos y malhechos) tiene cierta connotación amistosa por lo general; no es difícil comprender que a un servio o a un alemán no le causaría mucha alegría que le asestáramos un "mi gordito" o "mi gordo". Existen los extremos, donde están, en uno los luchadores de sumo, en otro los practicantes de yoga, vegetarianismo y caminatas matinales. En el futbol tenemos varios casos destacados. Un masajista se hizo famoso por su excesiva dotación de kilos, La Pera, que lo fue principalmente de los Tigres de la UANL; el jefe de la porra más arcaica (porque no se llama a sí misma barra ni hinchada ni cantan "cómo no te voy a quereeer cómo no te voy a quereeer..." sino el anticuado "siquitibum a la bim bom ba...) del Chuzma Azul, El Gordo Ordóñez. Los futbolistas no quedan fuera del renglón de la obesidad. Recuerdo a un medio campista de los Lobos de Tlaxcala y del Morelia, Horacio Rocha, que se distinguía por sus kilos de más, sino que hay otros casos más dramáticos, El Pastor Javier Lozano, de los Tigres y del Morelia, entre otros equipos, que siempre estaba gordo o Antonio El Turco Mohamed o el de un colombiano que jugó en el Morelia o el inolvidable Superman, El Gato Marín, famoso portero que sólito se metía goles y por dejar en la banca al Ojitos Meza. En cuanto a los entrenadores, ahí está El Tanque Miloc. Y en el béisbol nunca falta Babe Ruth.En el rock el gran tonelaje está representado por Meat Loaf, Fats Domino, Buddy Miles, David Crosby, entre los famosos; en México podemos citar, nomás de muestra, a Paco Gruexxo (que en los setenta lidereó la Tlatelolco Rock Symphony) y al periodista Víctor Roura (mencionados juntos nos recuerdan el affaire que protagonizaron en aquella época, pero que no entra en esta nota detallar); en el jazz son indispensables el inolvidable Charles Mingus y Satchmo, Louis Armstrong; en el blues no faltan, pongamos a B.B. King; en el pop cursi a Barry White. En el cine tenemos a Guillermo del Toro y a Peter Jackson.Los gordos deben tener cierto sex appeal, me acuerdo del gordo, el roomie dark de Evan Treborn, que aparece en El efecto mariposa (The Butterfly Effect, Eric Bress y J. Mackye Guber, 2004). En realidad para todo hay gustos, tengo una amiga muy querida a la que sólo atraen los panzones, viejos y, si es posible, pelones.... sí sí, ya sé que habemos muchos centenares con esas características, sólo que ella añade a esos requisitos que sean poetas; otra amiga, no menos querida, se vuelve loca por los adultos en plenitud, senectos o, cómo ya no suele decirse, los viejos, de manera que Fidel Velásquez era su sex symbol favorito. Marlon Brando es un asunto aparte, pasó de ser un verdadero símbolo sexual a una versión de Java The Hutt, sin que su calidad actoral y su carisma se viera afectada, recordamos sus actuaciones, ya botijón, en, por citar sólo dos películas, El sacrificio (The Brave, Johnny Deep, 1998) y Cuenta Final (The Score, Frank Oz, 2001). Semejante problema sufrió otro sex symbol, el Rey del Rock, Elvis, pero a Elvis su gordura acabó hundiéndolo en la ignominia causándole la muerte. Y ¿qué tal John Travolta (Vincent Vega) bailando con Uma Thurman (Mia) en Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994)?Tenemos casos de gordos antipáticos, como aquel nerd yuppie, Dennis Nedry (Wayne Night, que en 3rd Rock From The Sun se covierte en el chistoso oficial Donald "Don" Leslie Orville) de Jurassic Park (Steven Spielberg, 1993); Barney, el dinosaurio morado (el hijo gay de Godzilla) o los antipáticos Winnie Pooh y Emilio Chuayfett Chemor, el l{ider de los diputados priistas. Cuando el maestro Junípero McClure se enteró de que yo redactaba estas líneas, me pidió que viera en la pantalla de televisa a un gordo llamado "rafita", pero rehusé hacerlo, porque el tema se limita a la gordura, con que la escatología (no la que proviene de eskatos, porque hay dos, sino aquella que surge de skor, skatos: excremento) queda fuera. Algunos obispos que juegan golf y disfrutan, precisamente, de "pecados de obispo" y "bocados de cardenal", son ofensivamente gordos y latosos, como don Onésimo Zepeda. En general hay más gordos simpáticos que molestos

Hay gordos simplemente grises, como Pedro Vargas que tenía la "chispa" de Miguel de la Madrid o de una tabla. Algunos políticos, diputados principalmente, y líderes charros ostentan groseramente su gordura, alimentada con base en los autobonos (semestrales, anuales, navideños, etc.). Yo me atrevería a colocar, en el renglón de los gordos sangrones, a Gaspar Henaine Capulina y a Vitorino (un gordo seudo rocanrolero ya fallecido). Hay gordos aburridos como Winston Chrurchill y gordos ciclónicos como Diego Rivera; y gordos extremadamente simpáticos, como Floro Tinoco y Garfield, el de las tiras cómicas, no el antipático de la película.
En USA, además de un número sorprendente de imbéciles, de que su presidente Bush es la máxima expresión, existe otro, medible en millones, de gordos; pero un gringo gordo, salvo que sea de origen latinoamericano, es un gordo soso, que carece de simpatía; en ese caso estamos halando simplemente de un consumidor de hamburguesas, hot dogs, cocacolas y pizzas que tiene un serio problema de salud y que a veces vemos con bermudas, camisas floreadas y cámaras fotográficas. Springfield, la ciudad donde Mat Groening decidió que vivieran Los Simpson, es la ciudad más gorda de los Estados Unidos, según se puede leer en el Libro Guiness que auspicia la cerveza Duff, la favorita de Homero.

Los gordos simpáticos, los gorditos, entran en conflicto con los ególatras cultivadores del físicoculturismo, y en general con todos los vanidosos que cuidan el número de calorías que ingieren por día y las comparan con las que queman en el mismo lapso. No estoy defendiendo a los gordos, sé que la obesidad ocasiona graves daños a la salud, pero también el tequila y las desveladas, y los decibeles a que debe escucharse un disco de Rammstein pueden perjudicar el oído, sólo que opino como Joaquin Sabina: "si quieres vivir cien años, no vivas como vivo yo". Y sin embargo, como el propio Sabina, a veces uno se ve obligado a reducir sus revoluciones por minuto y a aceptar los achaques de la edad, a no ser que se trate de un suicida potencial.

El arquitecto Ignacio Ibarra, mi jefe eventual en el departamento de Edificios y Monumentos del ITC (donde trabajé de milusos) en el período de Tulio Hernández, poseía un gran tonelaje. Solíamos ir a comer todos lo que en ese departamento laborábamos a un restaurante en el portal chico, cuando alguno de los comensales pretendía rechazar el arroz, los frijoles o el postre, el arqui, con su voz de trueno decía "tú pídelo cabrón, yo me lo como".

Cuando el gordísimo Juan Saldaña dirigió la CORACYT en el sexenio de Álvarez Lima, las instalaciones de esa coordinación estaban en San Pablo Apetatitlán, tenían que abrir las hojas que formaban la puerta de su oficina para que Saldaña pudiera introducir su carrocería.

En la secundaria tuvimos otro maestro gordo, el profesor Harám García, que se encargaba del inglés. Actualmente es famoso el padre Zamorita, que desplaza sus buenas decenas de kilos, teniendo como base la iglesia de San Nicolás de Tolentino.Un tío mío, trailero de oficio, hermano de mi padre, cuando nos era presentado a alguno de sus muchos sobrinos decía "soy el tío Luis, pero díme tío gordo". El mismo Miguel N. Lira acumuló, al final de su vida, muchos kilogramos, y uno de mis mejores amigos, el Bull Pen no es precisamente flaco.Hay gordos místicos de que el mismo Sidartha Gautama, el Buda, es gran ejemplo; lo que nos llevaría a explorar las raíces de esa fea costumbre de sobarle la panza a los gordos para conseguir un poco de buena suerte.Los escritores generalmente no son muy atléticos aunque sí muy vanidosos, a pesar de todo recuerdo a uno muy famoso, que más bien era compositor y escribía crítica musical para Proceso y a quien llamaban, sus amigos de la SOGEM, la gorda. Pablo Neruda era gordo, Fernando del Paso lo es y Alfonso Reyes formó con su grande amigo el flaco Julio Torri un símil literario de El Gordo y El Flaco, Silvestre Revueltas hizo lo mismo con Carlos Chávez, salvo porque los dos músicos no eran amigos.

No hay héroes ni villanos extremadamente gordos, Java The Hut y El Pingüino se encuentran entre las excepciones. Junto a aquel gordo villano emplumado hallamos al panzoncito Batman, Adam West. Los héroes históricos que corresponden a la etapa anterior al invento de la cámara fotográfica o a la época en que las fotografías eran muy escasas, como los de la Independencia y La Reforma, no son pintados gordos, porque existe esa tendencia (aún presente en las fotografías actuales de los candidatos a puestos políticos) no a la manita de gato sino al zarpazo de tigre. El de Benito Juárez es un caso paradigmático, ha sido tan retocado y estlizado que poco queda de su imagen real, en un descuido se le confundirá con Erick Estrada o Starsky; y lo mismo sucedió con el gordo Mao Tse Tung, que acabó convertido, en los carteles propagandísticos, en un adonis de rasgos orientales con cuerpo de gimnasta olímpico. Hay casos en que la gordura del político, por muy importante que sea, no puede ocultarse, como pasó con Manuel Ávila Camacho. Cerremos este escriño con el cacique gordo que recibió a Hernán Cortés, y que describe Bernal Díaz del Castillo.

En cuanto a las gordas, la cosa es más complicada, aparte el cariñoso y cursi "gordita", si uno se atreve a llamar "gorda" a una mujer se corre el peligro de sufrir una feroz golpiza. La gordura para las mujeres es un asunto de vida o muerte.

Entre las gordas clásicas está La Gorda de los libros de Carlos Castaneda y Cristeta Tacuche, la tía sexy de Borola Tacuche de Burrón, en el rock está Mama Cass Elliot, en el blues Etta James y en el jazz la divina Ella Fitzgerald.

¿Puede haber gordas sexys? Of course, Mónica Lewinsky, que tan mala reputación goza entre el sexo femenino, siempre guardará un misterioso carisma y atractivo; cuando la Lewinsky se somete a sus acostumbradas dietas reductoras, sus bonos bajan, en cambio, cuando la gula le devuelve los kilogramos perdidos, su carisma regresa; es cierto que no es sólo su gordura lo que la hace atractiva, mas sin duda, enriquece sus otras características, su inmortal trangresión de las normas más estrictas y solemnes, aquellas que desbarató en el escritorio del salón oval de la Casa Blanca. Anita Ekberg, que con Marcelo Mastroianni protagonizó La dolce vita (Federico Fellini, 1959), en años recientes lucía verdaderamente gorda y conservaba su sensualidad, lo que no consiguió otra gorda célebre, Liz Taylor. En el rock mexicano están Nina Galindo y la Baby Bátiz, gorditas sexys, que aun permiten ver su atractivo, claro que la voz que poseen contribuye a ese propósito, como Rita Guerrero, la de Santa Sabina; unas y otra podrían ser consideradas los símbolos sexuales de nuestro rock, la Baby y Nina en el departamento de las gorditas y la muy atractiva Rita, con Magos Herrera, en el de las flacas, dejando sorprendentemente atrás, y hablo de mi gusto personal, a Cecilia Toussaint, Julieta Pepsi Venegas y muchas más.En Tlaxcala había una gorda que vendía exquisito chileatole allá por los setentas en la esquina de la Juárez y Lardizábal, junto a las nunca igualadas chalupas de doña Ramoncita. La del chileatole era una gorda jacarandosa, rotunda, que me hacía pensar en la Obrigadinha del cuento epónimo de Alfonso Reyes que, por cierto, era gordo, o mejor dicho, gordito, porque cuando un gordo tiene buen carácter deja de ser gordo y accede al grado de gordito. Para no abandonar nuestro Estado mencionemos a la mujer que nos gobernó casi un sexenio, doña Betty Walls, Beatriz Paredes, que entonces no era tan gorda como hoy lo es. Uno percibe que doña Bety no es muy simpática. Dejemos la grilla y cerremos con dos gordas de voz privilegiada, Cesarea Evora y Toña La Negra.Teniendo como argumento el aserto que reza "los caballeros las prefieren rubias", proveniente del mito de Marilyn Monroe, que por cierto no era rubia natural, ¿podríamos aventurar que los mexicanos las preferimos gordas? Es falso. Seguramente nuestro modelo no corresponde a la esbeltez espiripitifláutica de Naomi Campbell o de Claudia Schiffer, flacas como tripas, sino más bien se acerca al de las Majas de Francisco José de Goya y Lucientes. En las películas de ficheras eran clásicos los semi desnudos de señoras con celulitis y que lucían discreta panzita, pero ahí tienen ustedes a Rosa Gloria Chagoyán que quizá encarne mejor el modelo mexica, siempre tan controversial, como el hecho de que los máximos iconos del mexicano macho sean un pedote, el maese José José; un gay, Juanga; y un futbolista que no se distingue precisamente por su cultura sino por su cuatemiña y su novia. La caricaturización de las gorditas del cine mexicano es Lyn May.

Algunos cuarentones no olvidamos como nos quitaba el sueño en la adolescencia, por su exhuberancia que se diluía, sin posibilidad de separar una de otra, con la gordura que ostentaba en los setenta la vedette argentina Thelma Tixou.Es lugar común citar al colombiano Botero, cuando de gordos se trata, pero también se sabe que en ciertas épocas los pintores reflejaban el gusto de la sociedad por las "llenitas", que es el eufemismo para decir las gordas, tan estúpidamente como llamar "morenos" a los negros o "pompas" y "glúteos" a las nalgas o "ignorante" al pendejo de Fox.

No nos confundamos, cierto que Lola la Trailera estaba tan buenota como la Tixou y sus curvas se fundían con la gordura, no sólo conservando sus redondeces sino acrecentándolas, mas nosotros hablamos de las gordas que sólo conocen una línea curva, como las figuras de Botero.Hay gordas feas y antipáticas como la Ofelia de Mortadelo y Filemón , la suegra de Al Bundy (de la serie gringa Married With Children) o gordas sexis como las ya mencionadas Tixou y Chagoyán. Para los gustos actuales la Brigitte Bardot sería gordita. Yo tengo dos buenas amigas gordas (una se parece a la Lewinsky y eso debería enorgullecerla), y conozco otra gorda que detesto encontrar, me cae gorda.La profesora Rebeca Torres de Lira, esposa del escritor, cargaba más de cien kilos, recuerdo que nos impartía, en primer grado de secundaria, Español. Llegaba, después de asistir a misa, para su clase de las siete, a esa hora yo llegaba a la escuela acompañado de mi abuelo Pedro, y él se encargaba de asistirla para subir la extensa escalera, hasta nuestra aula, lo que hoy día es el auditorio del ITC.

Las mejores gordas son las gorditas con salsa roja o verde, y los gorditos más destacados son los del chicharrón si los zambutimos en una buena quesadilla con epazote y flor de calabaza.

¿Por qué abundan los fraudulentos productos para adelgazar? Porque, como señala López Obrador, hay un complot contra los gordos, urdido siniestramente por una sociedad secreta de flacos sobrios y vegetarianos. Como yo entro en el área de los panzones (a pesar de lo cinco o seis kilos que perdí últimamente, en detrimento de mi panza) me siento solidario con los gordos, pero preferiría hablar, con mayor conocimiento de causa y a pesar de que son muy metiches, de los pelones... But...

1 Comments:

Blogger Alejandro said...

saludos Guillermo, un saludo y felicitación por replicar a un paisano (tlaxcalteca), uno de los mejores en las lides literarias de por acá.
Todavía tengo tu libro, aunque ya muchos me lo han querido catafixiar, jejeje.
sale.

12:46 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home