domingo, diciembre 26, 2004

Adiós a la Puga



A la méndiga Parca le gusta diciembre para hacer sus chingaderas en el gremio de los escritores. El año pasado por estas mismas fechas se llevó a Hugo Argüelles y a Juan García Ponce. Ahora le tocó a Maria Luisa Puga, intensa narradora y ensayista y entusiasta tallerista.

Yo no la conocí en persona, pero la conocí mejor: a través de sus libros. A muchos les parecía mejor su novela Las posibilidades del odio, pero a mí me gustó más Pánico o peligro, una novela urbana, intimista, con una voz femenina distintiva, mucho antes de que se dieran los debates mamones de hoy sobre la "literatura femenina" o "con perspectiva de género" (whatever that fuckin' means).

De la lectura de esa novela, hace ya unos 18 años, saco este apunte de uno de mis cuadernos:

"Somos como todo el mundo. A veces estamos bien, a veces mal. Yo no sé por qué esa necesidad de pareja, de convivencia. A lo mejor sólo se debe a un miedo ancestral que no hemos sabido superar. O bien sí es una necesidad vital, animal, natural, de estar con un compañero, vivirlo todo en dos; existir en diálogo; unir los opuestos, porque el otro va a ser siempre lo opuesto a ti, sólo porque es otro. El amor tal como lo conocemos, es precisamente el deseo de que el otro se parezca a ti, que suene, se mueva y actúe como tú. Una especie de colonización. El amor que hace acercarnos unos a otros; escogernos. Luego viene ese otro sentimiento que se produce cuando conoces, convives, compartes. Cuando te tropiezas con el otro y lo odias como una parte de ti mismo, sabiendo que estás condenado a ella. Por eso las separaciones son siempre mutilaciones... pero al mismo tiempo liberaciones..."


Para los que no saben quién fue La Puga, esto lo publicó hoy La Jornada:

Dejó dos novelas inéditas, afirma Poniatowska; "tenía una profundidad enorme"

Murió María Luisa Puga a los 60 años; escribir, su máxima pasión

Sobre un posible homenaje, el INBA anuncia que consultará con el compañero de la autora

POR ERICKA MONTAÑO, FABIOLA PALAPA Y ARTURO JIMENEZ


La escritora mexicana María Luisa Puga falleció ayer a las 3 de la tarde en la ciudad de México a los 60 años a consecuencia de un linfoma. Sus restos fueron velados en la agencia funeraria J García López de Coyoacán, donde permanecerán hasta las 9 horas de hoy y después serán cremados en la sucursal de la misma firma en General Primm, colonia Juárez.

Anoche asistieron a las honras fúnebres, entre otros, la escritora Elena Poniatowska y el titular del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Saúl Juárez.

La quise mucho, dijo Poniatowska. "Fue probablemente la escritora mexicana con quien mejor me llevaba. Hace muchos años nos reuníamos a leernos lo que escribíamos. Lo leíamos en un taller con Silvia Molina. Siempre admiré muchísimo Las posibilidades del odio, una de las novelas más espléndidas que ha escrito una mujer en México.

"Ella se fue a vivir a Zirahuén hace 20 años, en agosto de 1984, cuando decidió hacer su vida con Isaac Levine, que resultó un compañero fabuloso que la cuidó hasta el último momento, con una entrega absoluta. El inventó toda clase de aparatos a la manera de Leonardo Da Vinci para facilitarle la vida, como una especie de columpio para sus terapias en una alberca de agua caliente. Ella nunca dejó de escribir, tiene cantidad de cuadernos que creo los tiene su hermana Paty. Dejó dos novelas inéditas que desconozco sus títulos y otra a la mitad.

"María Luisa se levantaba todos los días a las 4 de la mañana a escribir porque decía que esa era una hora muy tranquila. Ella nunca fue lambiscona del poder. Nunca buscó colocarse. También promovía talleres literarios con niños y adultos. Era una persona con un enorme carisma que atraía mucho, y también una enorme profundidad. Creo que eso se va a observar ahora en sus libros, que ojalá y reciban una mayor difusión, como Las posibilidades del odio, que por cierto acabo de presentar al consejo editorial del Fondo de Cultura Económica".

A su vez, Saúl Juárez destacó: "Las posibilidades del odio es un libro fundamental en los cambios experimentados por la narrativa mexicana en los últimos 30 o 40 años. Con ese libro María Luisa, que fue mi amiga, da pauta a un camino muy novedoso para esa literatura, la cual surgió muy poco después de la literatura de la onda y dio nacimiento a gran cantidad de voces y posturas literarias".

Después de eso, recordó, Puga realizó otras búsquedas en su residencia en Zirahuén con logros importantes.

Sobre la posibilidad de un homenaje, Juárez anunció que el INBA consultará al compañero de Puga, Isaac Levine, para acordar qué es lo que se hará.

Por lo pronto quedaron pendientes presentaciones en febrero de su libro más reciente Diario del dolor, y quedaron interrumpidas una serie de actividades con la Secretaría de Salud en torno a los temas del dolor y la enfermedad.

Puga padecía desde hace varios años de artritis reumatoide crónica y apenas el pasado 9 de diciembre presentó en la ciudad de México su nuevo libro, Diario del dolor. Unos días antes, en Morelia, se le rindió homenaje por su trayectoria de ensayista y narradora, así como por su labor de tallerista.

En lo que llamaban el campamento de Erongarícuaro participó en un taller al lado de Peter Smith y Berta Hiriart, entre otros.

La autora nació en 1944 en el Distrito Federal, sus estudios universitarios los realizó en Mazatlán y a los 24 años viajó a Londres, donde trabajó para el diario The Economist. De ahí se dirigió a Africa y regresó a México en 1978 para dedicarse de lleno a escribir novelas, cuentos y ensayos.

Ese mismo año se publicó su primera novela, Las posibilidades del odio, a la cual siguieron Cuando el aire es azul, Pánico o peligro, La forma del silencio, Antonia, Las razones del lago, La ceremonia de iniciación, La viuda y La reina. Con Pánico o peligro obtuvo el premio Xavier Villaurrutia en 1983.

Entre sus libros de cuentos están Inmóvil sol secreto eIntentos, mientras que para los niños escribió, entre otros, El tornado y Los tenis acatarrados.

Su obra se complementó con otros textos, como Cuando rinde el horno, La cerámica de Hugo X, Velázquez, Lo que le pasa al lector e Itinerario de palabras. Su obra ha sido traducida a francés, inglés y otros idiomas.

En 1996 recibió el Premio Nacional Juan Ruiz de Alarcón y desde 1985 radicaba en la localidad michoacana de Zirahuén, desde donde coordinaba talleres literarios para todas las edades.

En una conversación con La Jornada (28 de febrero de 2003) con motivo de la redición de Pánico o peligro, la escritora resaltó: "para entender la vida hay que ponerla en palabras; la escritura se integra de manera natural a la vida. Esta, al ir siendo entendida, se desarrolla también de manera natural. Por eso cualquier movimiento, en cualquier dirección, de México a Europa y viceversa, del Distrito Federal a Michoacán, entra en esa naturalidad. Todo es escribible porque es vivible".

Hace 31 años, al publicar Las posibilidades del odio, "no contaba con la más peregrina visión de lo que significaba dedicar la vida a la escritura. Sólo tenía pasión. Y es de eso de lo que me he nutrido en estas tres décadas. Soy la misma y diferente, como lo somos todos con el transcurrir del tiempo. Y todavía sigo sintiendo que lo más importante para mí es escribir mientras viva".

Su libro más reciente es Diario del dolor, coeditado por Alfaguara, la Universidad del Claustro de Sor Juana y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en el que habla de su relación con el dolor, cómo lo vivía a consecuencia de su enfermedad, diagnosticada de manera tardía.

Durante la presentación Puga subrayó que "para un escritor uno de los motores para escribir es algo que de alguna manera está invadiendo su existencia; ese algo puede ser una curiosidad, un sentimiento de frustración, lo que sea. En mi caso fue el dolor". (La Jornada, 10 de diciembre de 2004)

Comenzó a escribirlo, recuerda, como una forma de entender lo que estaba sintiendo. El libro, dijo, no pretendía ser un analgésico para quienes padecen dolores crónicos, es más una ventana para entenderlos.

"En la medida que aumentó mi conocimiento, disminuyó mi repulsa. Sé que habrá momentos inaguantables, pero cuando se conoce el dolor crónico, se sabe que tiene un comienzo y un fin."