martes, noviembre 23, 2004

Poemas de Lucila Villa

Tristeza

No estoy a tu altura tristeza
Aunque estire el cuello y me pare de puntillas
Mido menos del 1.60
Tus nubes son muy altas tristeza excesiva su grisura

No entiendo la lasitud con la que agazapas un cuerpo
Resides en las alas de una ave en extinción
Me miras con desdén
Porque sabes que ambas somos
Como una cuenta regresiva
Que va hacia ninguna parte

Ni siquiera entiendo
El agrio improptu que te compuso Chopin
Menos la distancia que linda entre tus gotas de lluvia

Tu altura tristeza
Es ese saco imposible de medir, de contabilizar
Ese vacío de las bancas
Esa incertidumbre mordiéndonos a tarascadas
Que nos hace voltear
Para preguntarnos si hemos dejado
Suficientes holocaustos para ti.

No quiero vulgarizarte
Contemplando cuadros de los impresionistas
Entornando los ojos acodada en una ventana

Ni duda cabe
No estoy capacitada
Para hacerte una epopeya
Ni una égloga (a la gracilazo)
O elegía que oscureciendo dé luz

Tan sólo, tan sólo
quería dejarlo en claro.

Poeta

Esos tres no lograran tapar por mucho tu frente
si acaso disimular el largo trecho abovedado
de tenues insignias
de nubarrones cafés que tatuó tu historia

Con esos tres no llegarás muy lejos
Atril de tu memoria
Tripié de tu sonrisa
Bisoñé momentáneo de patas de gallo
Manco compás obligado a sostener tu vanidad
Obligado a apaciguar tu pensamiento
Tal vez a modelar un poco tu postura
Tu mejor ángulo

El azar y la domesticidad
Te han dispuesto para mí como vigía atrapa sueños
Luces bien ahí para tus 40 años

De cerca parece perturbada tu razón
¿es un surco, una autopista, una trinchera?
¿Qué te pasa poeta, acaso te importuna la comodidad,
la cercanía de una revista y una crema que vende utopías a la imperfección?
El ciclo era inminente como por enero-abril
fraguaba un itinerario
de escalas-digresiones-horarios
incluidos accesos de tos e ira

Yo solía contar las aristas
de aquel erizo de mar que se asoma por la vitrina
del 15 al 30 premeditaba el traspié y reanudaba el conteo
Probé tus huellas desperdigadas
en vasos, volante o pasamanos
de tanto en tanto
silbaba una tonadilla conocida
agitando a un llavero

Yo solía cuidar un recuerdo
como quien cuida a un enfermo
un par de pies como rompeolas
jugando al frío de no sentir
y embestir el mar

Yo solía recordar consultando un diccionario
Tocando un llavero, mordiendo por la esquina una postal
Acudiendo a la recurrencia del sueño
Para reinventar eso pues... en lo que todos pensamos
como parte de nuestro archivo personal

Para poderte responsabilizar de mí
Para que el tedio no me empañara entre enero-abril

Empellón

Nos deshicimos pronto de los poemas
los consabidos poemas que tantas tardes
memorizaste frente a la pila de trastes
ensayaste en el espejo
como un tímido ruego
como un deseo zigzagueante entre los labios
un lápiz malabarista entre los dedos

Se despeñaron por una de las pocas orillas
por las que no late la cama
Adaptados a la memoria del día
encabalgados a la montura de la garganta
desmontarlos
asfixiarlos había que

De poco te sirvió haber amanecido entre ellos
de poco le sirvieron al cuerpo
cuando sobrevino el ataque
de poco, cuando supuró la herida.

19 abril 04

Itinerario del sueño
I
Espíritus susurran ostensibles a la luz de la lámpara
a deshoras un hombre cuadra balances y estados de cuenta
cansado toma un lápiz
de sus manos brota un rostro un nombre una idea
Sus párpados se cierran
de otra parte del cuerpo emana una voz
que osa desentrañar la madeja de su alma

Una lectura interior va dictando las disonancias
los requiebros la abstinencia necesaria
entre lápiz y pensamiento

El hombre aguarda desconfía
teme a la ubicuidad
lugar extraño sensación inédita
a donde el poema lo lleve
Respira
Transpira hasta la ignominia
Hasta percibir los excesos
En que sus palabras solas han ido trocando
Un drama que le resulta inusual, desconocido.

II

Extraviado entre las nebulosas del sueño
Rendido a la seducción del juego
El poema subvierte el ejercicio en perversión
Es otro el verdugo
Son otras las víctimas ahora

El hombre se sujeta confiado
A las intenciones del poema
Se deja conducir
Traspasar el umbral
Le disuade un temor momentáneo
(Un borde saliente del quicio de la puerta)
Y lo que verá
No serán los objetos que abandonó la memoria en el traspatio
El hecho de saber que nada sobrevive ahí
Solo la infinita producción de palabras le aterra
Retrocede
Pero su piel ya empantanada
Le abisma
Y sus manoteos son una obcecada
Repulsión
Ante lo nunca visto
Lo antes nunca pronunciado

III

A la deriva del sueño
a la voz y la revelación que lo condenan
perdido en el éxtasis
y las infinitas variantes que las palabras ofrecen
su agonía transcurre
mientras transcurre el sueño
sueño maldito condenándole
a descifrar lo indescifrable
sueño que le hará maldecir su camino
proferir tal cantidad de anatemas
insultos que avergonzarían a las piedras

Quizá regresa
Porque un charco de baba
Es la prueba irrefutable de los mares que ha remontado
Una sensación mojada en el brazo
Le despierta

"Necesito un gesto, una mirada de asentamiento
una muestra de aprobación
quien hijo de puta me diga
a dónde se fue el poema".


Cama

Nuestra cama naufraga
vira nerviosa de derecha a izquierda
entre silencios pródigos
silencios austeros la balancean

Se hayunta al mar
para no perderse
para que quede registro de su existencia
Pero el mar
se burla de su causa inútil
de su esperanza hueca
de las efímeras cicatrices que sus pasos dejan
de la necedad nuestra por permanecer
como la fecha cautiva, rehén entre paréntesis
que alguien leerá
que moverá de página por la mañana
para encontrarnos extenuados
como jirones de camisas olvidadas en la playa
y el mar oxigena en su vaivén
en su perpetuo afán.

para decirnos entre murmullos
que es posible aun tener la vida
porque antes
antes que el día recupere su rostro
el estrépito sus calles
un resuello nos delata:
seguimos a ambos lados
como a esta cama su inmovilidad
esa vocación que le hemos endilgado
la de sostenernos después del naufragio

Historia oculta

Quisiera fueras
esa historia oculta
la callada
de un hombre que está lejos
de mi puerta y ventana
más lejos de aquella casa con guirnaldas
más lejos aún
del centro de este cuerpo
que acarician por costumbre los dedos

O detrás de aquella cerca
que proteja con su voz mi voz
como salvaguarda
sus secretos escondido en una caseta de teléfono
Anónimo
inunda la casa con nuevas resonancias
cuando no estoy
un Pérez un García
un quien seas

Quisiera
esos cortos hombros
esas uñas negras
construyeron
esas frases muchas
que demoré en elegir.

Poeta y escritora radicada en Tijuana, BC.
Leídos en el II Festival de la Literatura del Noroeste el 11 de noviembre de 2004.