Cómo hacerse escritor en 9 pasos
Por Anton Chejov
A todo niño recién nacido se le debe lavar con cuidado y, tras
dejarle descansar de las primeras impresiones, azotarlo
fuertemente con las palabras:
"¡No escribas! ¡No escribas! ¡No seas escritor!".
Si, a pesar de esa ejecución, el niño empieza a revelar
inclinaciones de escritor, se debe probar la caricia. Si la
caricia tampoco ayuda, pues deje de la mano al niño y escriba
"perdido". La comezón de escritor es incurable. El camino del
escritor, de principio a fin, está lleno de espinas, clavos y
ortigas, y por eso una persona de sano juicio debe apartarse por
todos los medios de la escritura. Si el destino implacable, a
pesar de todas las advertencias, empuja a alguien al camino de la
autoría, el desdichado, para disminuir su interés, debe remitirse
a las siguientes reglas:
1. Se debe recordar que la autoría casual y la autoría "à propos"
es mejor que la escritura constante. El conductor que escribe
versos vive mejor que el versificador, que no trabaja de
conductor.
2. La escritura en pos de "el arte por el arte" es más ventajosa
que la creación en pos del vil metal. Los escritores no compran
casas, no van en cupé de primera clase, no juegan a la ruleta y no
toman sopa de acipenser. Su alimento es la miel y los acrídidos
preparados por Savrasienkov (1); su habitación, los cuartos
amueblados; su medio de transporte, andar a pie.
3. Intentar escribir pueden todos sin distinción de títulos,
cultos, edades, sexos, grados de instrucción y situaciones
familiares. No se prohíbe escribir incluso a los locos, los
amantes de las artes escénicas y los privados de todo derecho. Es
deseable, por lo demás, que los escaladores del Parnaso sean, en
lo posible, personas maduras, que sepan que las palabras "zapato"
y "zafiro" se escriben con "zeta".
4. Se supone que el escritor, además de las comunes facultades
mentales, debe tener experiencia. El honorario más alto lo reciben
las personas que han pasado por el fuego, el agua y los tubos de
cobre; el más bajo, las naturas intactas y cándidas. Entre los
primeros están: los casados por tercera vez, los suicidas
fallidos, los arruinados de pluma y de polvo, los batidos en
duelo, los escapados de las deudas y demás. Entre los segundos:
los que no tienen deudas, los novios, los no bebedores, las
estudiantes de instituto y demás.
5. Hacerse escritor no es nada difícil. No hay idiota que no
encuentre su par, y no hay tontería que no encuentre su lector
apropiado. Y por eso no te apoques... Pon el papel ante ti, toma
la pluma en la mano y, tras excitar al pensamiento cautivo (2),
escribe. Escribe de lo que quieras: de la ciruela pasa, el tiempo,
el kvas de Govorovskii (3), el Océano Pacífico, las agujas del
reloj, la nieve del año pasado... Tras escribir, toma en tus manos
el manuscrito y, sintiendo en las venas un temblor sagrado, ve a
la redacción.
Tras quitarte los chanclos en el recibidor e informarte: "¿Está
acaso el señor redactor?", entra al santuario y, lleno de
esperanza, entrega tu creación... Después de eso, acuéstate una
semana en el diván de casa, escupe al techo y confórtate con los
sueños; a la semana, ve a la redacción y recibe tu manuscrito de
vuelta. Tras esto sigue llamar a las puertas de las otras
redacciones... Cuando ya hayas recorrido todas las redacciones, y
el manuscrito no haya sido aceptado en ningún lugar, publica tu
obra en una edición aparte. Se hallarán lectores.
6. Hacerse un escritor que publican y leen es muy difícil. Para
eso: sé incondicionalmente instruido y ten un talento del tamaño,
por lo menos, de un grano de lenteja. Por la ausencia de grandes
talentos, los caminos son cortos. Sé honrado. No hagas pasar lo
robado como tuyo, no publiques lo uno y lo mismo en dos ediciones
a la vez, no te hagas pasar por Kurochkin, y a Kurochkin por ti,
no llames original lo extranjero y demás. En general, recuerda los
diez mandamientos.
7. Si quieres escribir, pues procede así. Escoge primero un tema.
Ahí se te da libertad absoluta. Puedes utilizar el abuso y hasta
la arbitrariedad. Pero, para no descubrir América por segunda vez
y no inventar la pólvora de nuevo, evita los temas que ya se han
recorrido desde hace tiempo.
8. Tras escribir, firma. Si no persigues la celebridad y temes que
te peguen un poco, utiliza un pseudónimo. Pero recuerda que
cualquiera que sea la visera que te oculte del público, tu
apellido y tu dirección deben ser conocidos por la redacción. Esto
es necesario en caso de que el redactor quiera felicitarte por el
año nuevo.
9. El honorario cóbralo al instante de la publicación. Evita los
adelantos. El adelanto es el consumo del futuro.
Notas del traductor
1. K.E. Savrasienkov, dueño de un hotel y un restaurante de Moscú.
2. Paráfrasis de la cuarta línea ("La excitación del pensamiento
cautivo")
3. Kvas de trigo (especie de refresco) hecho en la fábrica de
Govorovskii.
A todo niño recién nacido se le debe lavar con cuidado y, tras
dejarle descansar de las primeras impresiones, azotarlo
fuertemente con las palabras:
"¡No escribas! ¡No escribas! ¡No seas escritor!".
Si, a pesar de esa ejecución, el niño empieza a revelar
inclinaciones de escritor, se debe probar la caricia. Si la
caricia tampoco ayuda, pues deje de la mano al niño y escriba
"perdido". La comezón de escritor es incurable. El camino del
escritor, de principio a fin, está lleno de espinas, clavos y
ortigas, y por eso una persona de sano juicio debe apartarse por
todos los medios de la escritura. Si el destino implacable, a
pesar de todas las advertencias, empuja a alguien al camino de la
autoría, el desdichado, para disminuir su interés, debe remitirse
a las siguientes reglas:
1. Se debe recordar que la autoría casual y la autoría "à propos"
es mejor que la escritura constante. El conductor que escribe
versos vive mejor que el versificador, que no trabaja de
conductor.
2. La escritura en pos de "el arte por el arte" es más ventajosa
que la creación en pos del vil metal. Los escritores no compran
casas, no van en cupé de primera clase, no juegan a la ruleta y no
toman sopa de acipenser. Su alimento es la miel y los acrídidos
preparados por Savrasienkov (1); su habitación, los cuartos
amueblados; su medio de transporte, andar a pie.
3. Intentar escribir pueden todos sin distinción de títulos,
cultos, edades, sexos, grados de instrucción y situaciones
familiares. No se prohíbe escribir incluso a los locos, los
amantes de las artes escénicas y los privados de todo derecho. Es
deseable, por lo demás, que los escaladores del Parnaso sean, en
lo posible, personas maduras, que sepan que las palabras "zapato"
y "zafiro" se escriben con "zeta".
4. Se supone que el escritor, además de las comunes facultades
mentales, debe tener experiencia. El honorario más alto lo reciben
las personas que han pasado por el fuego, el agua y los tubos de
cobre; el más bajo, las naturas intactas y cándidas. Entre los
primeros están: los casados por tercera vez, los suicidas
fallidos, los arruinados de pluma y de polvo, los batidos en
duelo, los escapados de las deudas y demás. Entre los segundos:
los que no tienen deudas, los novios, los no bebedores, las
estudiantes de instituto y demás.
5. Hacerse escritor no es nada difícil. No hay idiota que no
encuentre su par, y no hay tontería que no encuentre su lector
apropiado. Y por eso no te apoques... Pon el papel ante ti, toma
la pluma en la mano y, tras excitar al pensamiento cautivo (2),
escribe. Escribe de lo que quieras: de la ciruela pasa, el tiempo,
el kvas de Govorovskii (3), el Océano Pacífico, las agujas del
reloj, la nieve del año pasado... Tras escribir, toma en tus manos
el manuscrito y, sintiendo en las venas un temblor sagrado, ve a
la redacción.
Tras quitarte los chanclos en el recibidor e informarte: "¿Está
acaso el señor redactor?", entra al santuario y, lleno de
esperanza, entrega tu creación... Después de eso, acuéstate una
semana en el diván de casa, escupe al techo y confórtate con los
sueños; a la semana, ve a la redacción y recibe tu manuscrito de
vuelta. Tras esto sigue llamar a las puertas de las otras
redacciones... Cuando ya hayas recorrido todas las redacciones, y
el manuscrito no haya sido aceptado en ningún lugar, publica tu
obra en una edición aparte. Se hallarán lectores.
6. Hacerse un escritor que publican y leen es muy difícil. Para
eso: sé incondicionalmente instruido y ten un talento del tamaño,
por lo menos, de un grano de lenteja. Por la ausencia de grandes
talentos, los caminos son cortos. Sé honrado. No hagas pasar lo
robado como tuyo, no publiques lo uno y lo mismo en dos ediciones
a la vez, no te hagas pasar por Kurochkin, y a Kurochkin por ti,
no llames original lo extranjero y demás. En general, recuerda los
diez mandamientos.
7. Si quieres escribir, pues procede así. Escoge primero un tema.
Ahí se te da libertad absoluta. Puedes utilizar el abuso y hasta
la arbitrariedad. Pero, para no descubrir América por segunda vez
y no inventar la pólvora de nuevo, evita los temas que ya se han
recorrido desde hace tiempo.
8. Tras escribir, firma. Si no persigues la celebridad y temes que
te peguen un poco, utiliza un pseudónimo. Pero recuerda que
cualquiera que sea la visera que te oculte del público, tu
apellido y tu dirección deben ser conocidos por la redacción. Esto
es necesario en caso de que el redactor quiera felicitarte por el
año nuevo.
9. El honorario cóbralo al instante de la publicación. Evita los
adelantos. El adelanto es el consumo del futuro.
Notas del traductor
1. K.E. Savrasienkov, dueño de un hotel y un restaurante de Moscú.
2. Paráfrasis de la cuarta línea ("La excitación del pensamiento
cautivo")
3. Kvas de trigo (especie de refresco) hecho en la fábrica de
Govorovskii.
2 Comments:
¿podrìas decirme la fuente de tu escrito? Esta muy bueno. Felicidades Oscar
Pues la verdad es que no me acuerdo. Seguramente me lo envió alguien por correo electrónico, pero no pude encontrar la referencia. Sorry...
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