Vuelven los días de cine
La causa de los desvelos de Harry Potter
Pues sí, resulta que el domingo en lugar de ver el futbol, como el 80 por ciento de los chilangos, me fui al cine.
La sala estaba casi sola, éramos como 10 personas, y vi la nueva de Harry Potter. ¿Quieren que les diga la verdad? No me gustó tanto como las anteriores. Sí, los efectos son espectaculares y qué padre que la dirige el Cuarón, pero... como que le falta algo, será desarrollo de los personajes, más agilidad, no sé. Los personajes se la pasan caminando y corriendo por los jardines y los pasillos de Hogwarts como el 40 por ciento del tiempo.
Lo único que la salva del desastre total: Emma Watson. Esa niña despierta mis más bajos instintos nabokovianos.
Salí de la sala y estaban los penales. Ví como el pendejo de Rafa Medina la volaba y la explosión de júbilo contenido por tanto puma en ayunas de triunfo. Bueno, ya tuvieron su campeonato. Ya nos veremos en el próximo torneo.
Luego me metí a ver La ventana secreta, basada en un cuento de Stephen King, con Johnny Deep volviendo a sus épocas del joven manos de tijera.
Llena de clichés (el escritor fodongo y huevón, con la misma bata de baño raída y chamagosa, encerrado en su cabaña junto al lago... ¡por favor!), funciona como thriller hasta que nos sale con una mamucada. Esa es la nueva moda de las películas gringas: antes era el villano que no terminaba de morirse, como en Atracción fatal; ahora es el asesino que es mismo protagonista, pero como es esquizofrénico no sabe lo que hace su otra personalidad malévola. Hagan de cuenta una mezcla de Fight Club con La mitad siniestra.
Se salva la actuación de John Torturro.
Pero desde ahorita les advierto: me niego a ver Troya. La veré hasta que la pasen en Cine Permanencia Voluntaria de Canal Cinco dentro de tres o cuatro años.
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