jueves, marzo 11, 2004

Terror en Madrid

Fecha: Thu, 11 Mar 2004 18:33:53 +0100
De: "Óscar_Maif"
Asunto: [LITER] Terror en Madrid
A: LITERATO@LISTSERV.REDIRIS.ES

Me gustaría que esto fuese ficción, pero... no lo es.

Desde hace más de dos años tengo la misma rutina cada día.

Mi mujer me telefonea diciéndome que ha cogido el tren de cercanías en Atocha a su hora sin novedad. Yo, que me acabo de despertar con su llamada, medio frito, me levanto, me tomo un café deprisa y voy a recogerla a la estación.

Esta mañana ha sido distinto. Toda la rutina ha cambiado.

El teléfono no sonó a su hora.

Anoche me acosté tarde.

Suena esta mañana el teléfono, a deshoras.

Oigo el ruido de Atocha de fondo, se oye mal. Medio adormilado consigo entender a mi mujer decirme que hoy llegará más temprano por no sé qué historia de un cambio de planes y que extraordinariamente una compañera la ha acercado hasta Atocha en su coche. En fin, no entiendo muy bien lo que me cuenta. De hecho mientras me tomo el café pienso que no me he enterado de a qué hora exacta tengo que ir a Renfe a recogerla, así que me vengo al PC y entre trago y trago y husmeo en la web de Renfe en busca de los horarios de hoy. Pienso que debe venir en un cercanías que llega exactamente 13 minutos antes del que coge habitualmente.

Al subir al coche pongo la radio, Kiss FM, hace tiempo que busqué este refugio contra las asquerosas noticias, para cómodamente parapetarme tras los acordes de aquellas viejas canciones.

Pero hoy la monstruosidad, la vileza y la repugnancia han alcanzado sus más altas cumbres en la *Historia de la (in)Humanidad* y han tenido que interrumpir la música para contarlo.

He sintonizado inmediatamente una emisora de noticias.

Escucho aterrorizado...

Si la información que acabo de oír es correcta, que la explosión en Atocha fue hace "una media hora", del tren de Guadalajara que para en el andén junto al de Aranjuez... soy un hombre viudo y mis hijos son medio huérfanos.

No sé cómo explicar que de repente notes que te falta el aire para respirar, que te sientas sacudido por un calambrazo de impotencia, que la desolación se apodere de ti, que el terror te invada, que tus manos tiemblen sobre el volante, que tus ojos empiecen a derramarse mejillas abajo inconteniblemente, que el color
abandone tu rostro...

Y, como humanos que somos, nos agarramos a la esperanza... espera, espera, hoy viene antes, ha cogido el tren de antes... a lo mejor no ha sido hace media hora (ya se sabe la confusión de noticias en estos casos)... cuando me llamó estaba en Atocha a punto de subirse al tren... calma... calma... te quedan dos minutos para llegar a la estación de Renfe y ella estará allí, como cada mañana.

¡Dos minutos!

¡Dos minutos!

¡Parece TAN POCO tiempo!

Dos minutos... ciento veinte segundos... de terror... de pánico absoluto... de impotencia total.

Tic, tac, tic, tac...

Acelero, acelero, tercera a tope, no lo aguanto, corro hacia la Renfe en los dos minutos más largos, terribles e interminables jamás soñados, algo que no le deseo ni a mi peor enemigo.

Si todo ha ido bien el tren debería haber llegado a la estación hace tres o cuatro minutos. Para mí, en ese instante, el peor escenario posible en el mundo es embocar la entrada de la estación y no ver la silueta de mi mujer apostada sobre al árbol que hay junto a la puerta de entrada.

Una curva me falta para comprobarlo, si es que consigo que el oxígeno me llegue al cerebro hasta entonces.

Tomo la curva, derrapando y...
UFFFFFFFFFFFFFFFFF
allí está... dios mío, ¡tan hermosa! tan tranquila no tiene ni puta idea de lo que ha ocurrido.

Me mira alarmada:

-¿¿¿Qué... qué te pasa?? ¡¡¡Estás pálido!!!

Si pudiera hablar.

Ay, si pudiera hablar... podría decirle cuánto me alegro de volver a verla, pero como no puedo aún articular palabra me limito a señalar la radio, donde en ese instante cuentan que ha explotado una bomba en el tren que ella debería haber cogido esa
mañana.

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Mañana me echaré a la calle. Por todas aquellas personas que no han tenido la suerte que a nosotros nos ha bendecido esta mañana y a quienes hoy comprendo mejor que nunca: lloraré con ellos.
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Contra ETA, papeleta.
El domingo, en las urnas.

Óscar Maif