domingo, diciembre 28, 2003

Noticias desde el encierro

Necrológicas

Apenas un par de días después de Hugo Argüelles, falleció también Juan García Ponce, otro de mis escritores más admirados, lo que ha hecho de estos días una perpetua nota necrológica.

Me puse a releer a Truman Capote, pues me encontré un texto de él dedicado a la memoria Tenesse Williams en la revista Gatopardo. Me encontré conque en el 2004 se cumplen 20 años de su muerte y 80 de su nacimiento, lo que me hizo acordarme que también se cumplen 10 de la muerte de Charles Bukowski y 90 de su nacimiento.

Aunque no me gusta eso de la necrofilia, creo que es un buen pretexto para releerlos y escribir sobre ellos, más allá de los maquinazos y lugares comunes que acostumbran publicar los medios en esas ocasiones.

El tiempo todo lo destruye

Entre que me reponía de la cruda de Navidad y que releía a Capote, decidí salir a disfrutar de la ciudad desolada. Pero mis pasos me encaminaron, inevitablemente, al cine.

Irreversible: Es una película inquietante y extraña. Se trata de un experimento narrativo: la historia está contada al revés mediante 12 secuencias; es decir, empieza por el final y acaba con el principio. La trama es simple: una pareja se despierta por la mañana. Tienen que ir a una fiesta con otro amigo. En lo que él va a comprar un pomo, ella se hace una prueba de embarazo, que sale positiva. El amigo llega y los tres se van platicando en el metro. El amigo es un ex de ella y gran amigo de él. Llegan a la fiesta y él se emborracha, se mete coca y se pone impertinente. Ella se harta y se va de la fiesta. Como no logra tomar un taxi, se va por un túnel oscuro y allí se encuentra a un cabrón que está madreando a un travesti. Ella se queda pasmada y el cabrón se le va encima. La viola y la madrea con una saña inaudita. Los dos amigos salen de la fiesta y se encuentran con la noticia. Dos tipos se les acercan y les dicen que ellos los pueden ayudar a encontrar al culpable, pero que tiene que ser en caliente porque la policía no va a hacer nada. Encuentran al travesti y éste los encamina a un antro gay llamado El Rectum donde se encuentra el violador a quien conocen como El Tenia. En el antro buscan al Tenia, pero otro cabrón se les atraviesa. El amigo le destroza el cráneo con un extinguidor. Al novio se lo lleva la ambulancia porque le rompieron el brazo. En un cuarto cerca del antro, dos hombres platican en un camastro y uno confiesa que lo metieron a la cárcel porque hizo el amor con su propia hija.

La película resulta inquietante por dos razones: la cruda violencia con que se retrata la violación y el asesinato del cabrón equivocado, y por lo que nos revela la película acerca de la existencia humana y de la forma de narrar en el cine o en la literatura. Pero vayamos por partes.

Los primeros 20 minutos son cruciales para aguantar la película. Varias personas se salieron luego del asesinato y otras más a media violación. Un tipo sentado en la fila de atrás se la pasó maldiciendo. No es una película típica y eso inquieta a la mayoría de las personas: no saber qué es lo que pasa. A ello contribuye la forma en que están filmadas esas primeras secuencias: con una cámara que se la pasa dando vueltas y vueltas, que llega a dar vértigo y ganas de vomitar. Si a eso se le suma la violencia y la música, no es algo agradable, pero sí interesante. Es interesante ver cómo a la gente todavía le afecta la violencia, que el cine y la TV no han llegado a anestesiar a las personas de manera tal que ya no les afecte ver una violación tan explícita.

La otra cosa es la forma en que está narrada. Resulta interesante ver cómo, luego de la violación, el interés sobre la historia de los personajes va decayendo poco a poco, hasta parecer sumamente cursi. Será interesante verla en DVD en el orden cronológico y experimentar cómo se percibe la historia.

Pero podemos adelantar algunas conclusiones preliminares: aquí se da uno cuenta cómo en la forma crónológica tradicional de contar una historia se nos van adelantando pistas para que nos vayamos preparando para el desenlace. Por ejemplo: al inicio de la historia (no de la película), él se despierta con el brazo izquierda dormido (que es el mismo que le rompen en el antro) y ella dice que soñó estar en un túnel rojo que se parte a la mitad. O cuando él le dice a ella que se la quiere coger por el culo (que es como la violan). ¿Premoniciones o casualidades? Me recordó cuando pasa algo malo y mi mamá siempre sice: "Con razón me dolía la cabeza" o "Por eso no podía dormir". Profecías al revés que le llaman. Es un poco como los horóscopos o la lectura de cartas: sólo nos acordamos de aquellas "profecías" que se cumplen. De las que no, ni nos acordamos.

Dice el director Gaspar Noé que los humanos no recordamos linealmente sino a saltos, de adelante hacia atrás y de regreso, que eso de contar historias linealmente es una aberración, es antinatural, y yo comparto totalmente esa apreciación.

Por eso nos gustan el cine y las novelas: porque le dan un sentido a las historias, porque la vida no tiene ningún sentido, hasta que se lo damos o se lo encontramos.

Por otra parte, la película termina con una frase contundente y enigmática al mismo tiempo: "El tiempo todo lo destruye". Más que el tiempo, yo diría que el hombre, con el tiempo, todo lo destruye.

Para acabarla de amolar, antes de entrar a ver la película estaba leyendo Música para camaleones, de Truman Capote, donde en la historia titulada "Ataúdes tallados a mano", uno de los personajes ha subrayado una cita de Mark Twain: "De todos los seres creados, el hombre es el más detestable. De todas las especies, es la única dotada de malicia. Ese es el más bajo de todos los instintos, pasiones y vicios; el más odioso. Es la única criatura que causa sufrimiento por diversión, a sabiendas de que que es dolor. Además, es la única que tiene inclinaciones mezquinas". ¿Coincidencia o premonición?

El tiempo es lo único que le da sentido al hombre, porque es lo único que tiene una dirección, un fin al que todos nos dirigimos: la muerte, que es la destrucción de la vida. Lo paradójico es que todos sabemos cuál es esa dirección, pero preferimos evadirla, o hacernos pendejos cuando la tenemos de frente. O salirnos de la sala de cine para no ver cómo matan a alguien gratuitamente (¿de veras fue gratuitamente? En el momento de verlo así nos parece) o destruyen a una belleza como Mónica Bellucci.

Tímido feminismo

Mona Lisa Smile: Para reconciliarme un poco con el mundo me metí a ver también esta película, sobre todo por dos buenas razones: Kirsten Dunst y Maggie Gyllenhaal, que es la segunda mujer de mi vida (la primera es Juliette Binoche). Julia Roberts nunca ha sido santa de mi devoción, aunque sí para otros, pero me resulta soportable. La historia es un tibio alegato sobre... ¿qué? No se sabe muy bien, pero parece que empieza discutiendo sobre lo que es arte y no es arte, pero luego se va por el lado de un tímido panfleto feminista, que concluye, por lo demás, con algo muy sensato, que le dice Julia Stiles (a quien por cierto a cada película le crecen más los cachetes) a la Roberts (palabras más, palabras menos): "El hecho de que que yo haya decidido casarme y formar una familia, en lugar de estudiar en Yale para abogada, no quiere decir que sea una inútil o una ignorante. Simplemente es MI decisión, como pude haber decidido hacer lo contrario o las dos cosas". Sabiamente, la Roberts se da la media vuelta y se va sin decir ni pío.

En efecto, todas las pseudofeministas que se la pasan haciéndola de redentoras de sus congéneres amas-de-casa-esclavizadas, deberían entender hay muchas mujeres que han decidido hacer eso de su vida y que en eso encuentran la realización, que es tan válida como hacer una carrera profesional, porque es una decisión personal, que a nadie, salvo a la interesada, le importa y corresponde tomar.

Claro, en la película está la contraparte de Kirsten Dunst, que se traga completito el cuento del "ama de casa modelo" y le sale el tiro por la culata. Pero creo que, afortunadamente, cada vez son menos las mujeres que se dejan llevar por lo que digan los demás, ya sean sus mámás y sus familiares o sus arpías amigas o maestras pseudofeministas que en lugar de arreglar sus desordenadas vidas sentimentales se ponen a dar consejos a quien no se los ha pedido. (Ya sé, me voy a llevar nuevas mentadas, pero eso es lo que pienso).