Alex y Emma
En general me cagan esos blogs donde la gente hace juicios lapidarios y se ponen a pontificar sobre lo que sea (política, deportes, literatura o lo que sea), como si alguien le importara lo que tienen que decir. Pero creo que en esta ocasión haré una excepción, porque ayer vi una película que de tan mala es muy buena.
Me explico:
Ayer salí de dar clase a las siete de la noche y pasé por los Cinépolis de Azcapotzalco. La única película que estaba a esa hora disponible era Un romance inesperado (los pendejos que titulan en español las películas tienen una especial predilección por los nombres ultraexplicativos y obvios, como si eso tuviera algún tipo de incluencia en la decisión de la gente para entrar o no a verla). Lo único que sabía era que la protagonizaba Kate Hudson, la hija de Goldie Hawn, que es igualita que su mamá pero mejor. A ella ya la había visto en la película de Cameron Crowe, Almost famous, haciéndola de groupie con el nombre de Penny Lane, y como dizque periodista de revista femenina en el bodriazo 10 maneras de perder a un hombre o algo así, con Matthew McConnaughey (creo que así se escribe).
La historia de Alex y Emma está basada, supuesta y muy lejanamente, en auella anecdota según la cual Fedor Dostoievski tuvo que escribir su novela El jugador en 30 días para pagar una deuda de juego, ya que era un tahurazo. Así, al tal Alex le pasa lo mismo, con el agravante de que los cubanos mafiosos a los que les debe le queman su bonita laptop en la estufa. En lugar de comprar, alquilar o pedir prestada otra computadora, decide contratar a una estenógrafa (Hudson haciéndola de la Emma del título) para dictarle la novela. Quizá hubiera sido más veorsímil que los mafiosos le fracturaran las manos o los dedos y así se justificara la presencia de la estenógrafa, pero al parecer al guionista y al director la verosimilitud los tiene sin cuidado.
Así, mientras Alex le dicta la novela a Emma, ésta hace comentarios pertinentes sobre la inverosímil historia que inventa el escritor: una pésima trama romántica situada a principios de los años 20 en el sur de Estados Unidos, con ciertos ecos de Scott Fitzgerald, y que conforme la va dictando Alex lo vemos en la pantalla como el protagonista de la misma. Ficción dentro de la ficción, pues.
Lo interesante es que la película es una excelente muestra dramatizada de cómo se arma una novela o un guión, de la manera en que el escritor toma elementos de la realidad para adaptarlos a la obra y los escollos que tiene que sortear cuando la trama ya no da para más.
Por lo demás, es una absurda comedia romántica de Rob Reiner, con todos los clichés del género, quien ni siquiera se da cuenta de que repite los mismos chistes, como por ejemplo, que Emma siempre lee primero los finales de los libros antes de comprarlos para saber si le van a gustar o no. Eso mismo decía Billy Crystal en su papel de Harry, en la de When Harry meet Sally, donde aparece también Meg Ryan.
Estoy pensando seriamente en poner como parte de mis cursos de escritura creativa esta película y la de El ladrón de orquídeas, de Spike Jonze, para que mis alumnos entiendan, de una vez por todas, la importancia de armar una trama interesante a la hora de escribir un cuento o una novela, porque luego escriben cada cosa más aburrida...
Me explico:
Ayer salí de dar clase a las siete de la noche y pasé por los Cinépolis de Azcapotzalco. La única película que estaba a esa hora disponible era Un romance inesperado (los pendejos que titulan en español las películas tienen una especial predilección por los nombres ultraexplicativos y obvios, como si eso tuviera algún tipo de incluencia en la decisión de la gente para entrar o no a verla). Lo único que sabía era que la protagonizaba Kate Hudson, la hija de Goldie Hawn, que es igualita que su mamá pero mejor. A ella ya la había visto en la película de Cameron Crowe, Almost famous, haciéndola de groupie con el nombre de Penny Lane, y como dizque periodista de revista femenina en el bodriazo 10 maneras de perder a un hombre o algo así, con Matthew McConnaughey (creo que así se escribe).
La historia de Alex y Emma está basada, supuesta y muy lejanamente, en auella anecdota según la cual Fedor Dostoievski tuvo que escribir su novela El jugador en 30 días para pagar una deuda de juego, ya que era un tahurazo. Así, al tal Alex le pasa lo mismo, con el agravante de que los cubanos mafiosos a los que les debe le queman su bonita laptop en la estufa. En lugar de comprar, alquilar o pedir prestada otra computadora, decide contratar a una estenógrafa (Hudson haciéndola de la Emma del título) para dictarle la novela. Quizá hubiera sido más veorsímil que los mafiosos le fracturaran las manos o los dedos y así se justificara la presencia de la estenógrafa, pero al parecer al guionista y al director la verosimilitud los tiene sin cuidado.
Así, mientras Alex le dicta la novela a Emma, ésta hace comentarios pertinentes sobre la inverosímil historia que inventa el escritor: una pésima trama romántica situada a principios de los años 20 en el sur de Estados Unidos, con ciertos ecos de Scott Fitzgerald, y que conforme la va dictando Alex lo vemos en la pantalla como el protagonista de la misma. Ficción dentro de la ficción, pues.
Lo interesante es que la película es una excelente muestra dramatizada de cómo se arma una novela o un guión, de la manera en que el escritor toma elementos de la realidad para adaptarlos a la obra y los escollos que tiene que sortear cuando la trama ya no da para más.
Por lo demás, es una absurda comedia romántica de Rob Reiner, con todos los clichés del género, quien ni siquiera se da cuenta de que repite los mismos chistes, como por ejemplo, que Emma siempre lee primero los finales de los libros antes de comprarlos para saber si le van a gustar o no. Eso mismo decía Billy Crystal en su papel de Harry, en la de When Harry meet Sally, donde aparece también Meg Ryan.
Estoy pensando seriamente en poner como parte de mis cursos de escritura creativa esta película y la de El ladrón de orquídeas, de Spike Jonze, para que mis alumnos entiendan, de una vez por todas, la importancia de armar una trama interesante a la hora de escribir un cuento o una novela, porque luego escriben cada cosa más aburrida...
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